El gobierno de Uganda se prepara para negociaciones directas con el Ejército de Resistencia del Señor (LRA), organización fundamentalista cristiana que tomó las armas en 1986 para luchar contra las autoridades.
El líder del LRA, Joseph Kony, prometió poner fin a los secuestros, emboscadas y ataques, en una actitud que podría marcar el inicio del fin del conflicto que aflige al norte de Uganda.
El LRA, con bases establecidas en el sur de Sudán, lucha con el objetivo de derrocar al gobierno ugandés e instaurar un Estado fundamentalista cristiano basado en los 10 mandamientos bíblicos.
La organización insurgente opera en los septentrionales distritos de Gulu y Kitgum, conocidos como Acholiland, donde reside la mayoría de la comunidad étnica acholi.
Los rebeldes suelen amputar los labios y brazos de residentes de esos distritos, lo cual provocó el masivo desplazamiento de personas.
Además, las fuerzas del autoproclamado profeta Kony secuestraron entre 1986 y 1999 a miles de niños de escuelas y aldeas septentrionales, a los que mantiene incomunicados en el sur de Sudán.
Los insurgentes envían a los varones al frente de guerra y convierten a las niñas en esclavas sexuales, denunciaron el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y otros organismos internacionales.
Pero el LRA se encuentra acorralado tras la destrucción de sus bases en el sur de Sudán a manos de tropas ugandesas, luego de un acuerdo con Jartum.
La principal fuente de alimentos y suministros militares de los rebeldes se encuentra ahora en el norte de Uganda, lo cual aumenta los riesgos y los costos.
El presidente Yoweri Museveni se encuentra bajo gran presión de la opinión pública para negociar el fin del conflicto. dado que la opción por la vía militar no ha dado resultados aun cuando ha contado con acceso a las bases rebeldes en Sudán.
La aceptación por parte de Museveni de un sistema político multipartidario en Uganda es una señal de que está preparado para dialogar con sus opositores en lugar de intentar aplastarlos, señaló el periodista ugandés Charles Onyango-Obbo, analista político del diario East African, de Nairobi.
Uganda empieza a presenciar una reducción de las restricciones a la actividad de los partidos políticos. Eso indica que el gobierno está suavizando su casi estricta línea militar, señaló.
Los rebeldes y el gobierno comparten la meta común de mejorar la vida del empobrecido pueblo acholi, durante mucho tiempo postergado por las autoridades, dijo Lam Cosmos, de la Iniciativa de Paz de Líderes Religiosos de esa comunidad.
Los dirigentes del LRA afirman combatir por el bien de la comunidad. Y, por supuesto, el gobierno trata de proteger a la comunidad, explicó Cosmos.
Pero para los rebeldes será difícil traducir esos sentimientos en una agenda política, advirtió Onyango-Obbo. El LRA, seguramente, se nutre de la marginación que sufre el norte del país, dijo el experto.
Pero el grupo insurgente carece de un plan para convertir eso en demandas políticas concretas. Por eso creo que, cuanto mucho, se trata de una organización oportunista, agregó.
El principal obstáculo para las conversaciones directas será dominar la profunda desconfianza mutua entre el gobierno y el LRA. Por su parte, la organización rebelde cuenta con las reiteradas manifestaciones del pueblo acholi de disposición a perdonar y reconciliarse.
Como decimos los acholi, la muerte no debe pagarse con muerte. El perdón es un sentimiento con profundo arraigo en nuestra comunidad. Construyamos sobre eso, dijo Cosmos.
Mientras, el gobierno mantendrá las operaciones militares contra el LRA. Esperamos órdenes de nuestro comando, dijo el portavoz del ejército ugandés, mayor Shaban Bantariza.
El cese del fuego no fue ofrecido al ejército ugandés, sino al gobierno. Por eso, el gobierno debe decirnos qué hacer y cómo responder a esa declaración. Hasta entonces, seguiremos rescatando secuestrados y asegurándonos de impedir ataques, agregó Bantariza.
Más de un millón de personas se vieron obligadas a radicarse en campamentos protegidos como consecuencia de los combates. La imposibilidad de trabajar en los campos originó una crisis alimentaria. (