La base aérea de Lajes, en el archipiélago portugués de Azores, comenzó a jugar un papel fundamental en el movimiento de tropas y material bélico de Estados Unidos, destinado a cercar al régimen iraquí de Saddam Hussein.
De hecho, la base luso-estadounidense ubicada en Terceira, una de las nueve islas que forman el archipiélago, es un inmenso portaaviones anclado en el Atlántico, a medio camino entre Europa y América.
El 31 de enero, el primer ministro de Portugal, José Manuel DurFo Barroso, autorizó a Estados Unidos a usar la base de Lajes para apoyar una intervención militar en Iraq.
Los movimientos de tropas y armamento a través de Lajes empezaron en forma discreta a inicios de febrero. El tránsito de aviones de combate y personal se intensificó el miércoles, con la llegada a la base de 24 aviones A-10 para ataques rasantes.
Quince aviones para abastecimiento de combustible en el aire, de tipo KC-135, despegan y aterrizan todos los días en Teceira, tras llenar los tanques de las flotillas que cruzan el Atlántico rumbo al Golfo.
Al mismo tiempo, los dormitorios de los soldados estadounidenses fueron reforzados con unas 600 camas para pilotos y tripulantes en tránsito hacia Medio Oriente.
Unos 60.000 habitantes de Terceira, de 405 kilómetros cuadrados, respaldan la permanencia estadounidense porque la base ofrece empleos a los civiles e intensifica el comercio y la industria del entretenimiento, sobre todo en la capital, Angra do Heroismo.
Junto a Dinamarca, España, Gran Brataña e Italia, Portugal es uno de los más fieles aliados de Washington en la Unión Europea (EU), pese a que, según encuestas realizadas por la Universidad Católica en la última semana de enero, 87 por ciento de los consultados se oponen a la guerra.
La importancia atribuida a Lajes por el gobierno estadounidense de George W. Bush en el actual conflicto quedó en evidencia a fines de febrero, cuando Washington decidió invertir 19 millones de dólares para mejorar la capacidad del sistema de abastecimiento de aviones en la base.
Pese a que Estados Unidos cuenta com medios propios para abastecer sus aviones, hacerlo desde Lajes resulta más barato, al usar la pista como escala técnica entre su territorio y las bases de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en el continente europeo.
La estrategia militar de Washington ha pasado por Azores desde junio de 1946, cuando Estados Unidos ocupo la base construida por Gran Bretaña durante la segunda guerra mundial.
Así ocurrió en los últimos años, en la guerra del Golfo de 1991 contra Iraq, y en los bombardeos de la OTAN sobre Bosnia- Herzegovina, en 1995, y Serbia, en 1999.
Esos tres conflictos bélicos fueron clara muestra de que Estados Unidos toma en cuenta el valor estratégico de Lajes en las relaciones bilaterales y el ámbito de la OTAN.
Sin embargo, las relaciones entre Washington y Lisboa desde la firma del acuerdo de ocupación de la isla, en 1946, han sufrido algunos sobresaltos.
Las primeras fisuras surgieron en la década de 1960, cuando el entonces presidente estadounidense John F. Kennedy (1961-1963) comenzó a cuestionar la dictadura de Antonio de Oliveira e Salazar y a presionar para que Lisboa concediera la independencia a sus colonias.
Mientras Londres reconocía la independencia de India, Portugal insistía en permanecer en sus colonias asiáticas de Goa, Diu y DamFo, de las que fue expulsado en diciembre de 1961 por el ejército del líder indio Jawaharlal Nehru.
Lo mismo ocurría en Africa, con el fin de los enclaves coloniales de Francia, Gran Bretaña y Bélgica, mientras el irreductible Oliveira e Salazar se mantenía en Angola, Cabo Verde, Guinea-Bissau, Mozambique y Santo Tomé-Príncipe, con el consecuente inicio de la guerra anticolonial (1961-1974).
Además, Portugal era el único miembro de la OTAN no gobernado bajo un sistema democrático parlamentario. Al contrario, luego de la segunda guerra mundial se instauró un régimen corporativista, O Estado Novo, inspirado la Italia fascista de Benito Mussolini (1922-1943).
No obstante, primaron los intereses estratégicos de EEUU y de la OTAN, que aceptaron pragmáticamente a Portugal como buen aliado en la guerra fría contra el bloque socialista.
Con la muerte de Oliveira Salazar en 1969 y su reemplazo por el dictador más liberal Marcello Caetano, comenzó un periodo de tranquilidad y no se habló más de Lajes.
El golpe militar izquierdista que en abril de 1974 depuso a Caetano, y la etapa revolucionaria que se prolongó hasta noviembre de 1975, despertó nuevamente las preocupaciones de Washington por Lajes.
Estados Unidos se inquietaba por el gobierno de Lisboa, encabezado por el general pro comunista Vasco Gonçalves, y por unas Fuerzas Armadas cuyo hombre fuerte era el mayor de extrema izquierda Otelo Saraiva de Carvalho.
Para el Departamento (ministerio) de Defensa de Estados Unidos, la presencia de las Fuerzas Armadas portuguesas en la OTAN significaba un caballo de Troya.
El presidente estadounidense Gerard Ford (1974-1977) comenzó a planificar el desmantelamiento de la base de Lajes.
Pero los planes no llegaron a cumplirse, ya que en noviembre de 1975 sectores militares portugueses cercanos a la socialdemocracia establecieron su predominio y pusieron fin a la puja interna de las Fuerzas Armadas.
A partir de entonces, se normalizaron las relaciones políticas, diplomáticas y militares con Estados Unidos y con la OTAN.
Según el investigador Nuno Simas en su libro Azores, Historias Secretas, publicado en 2000, sólo ahora comienza a conocerse la participación de Portugal, a través de Lajes, en la estrategia nuclear de Estados Unidos y de la OTAN.
En medio de un natural secreto, donde todo continúa un poco en la penumbra, se van sumando indicios de que armas atómicas estuvieron depositadas en Azores durante la guerra fría, para responder a un eventual ataque sorpresa de la Unión Soviética, añadió el historiador.
De acuerdo a Simas, Oliveira Salazar dio luz verde en 1951 para que se lanzaran desde Lajes contraataques nucleares hacia países del otro lado del telón de acero.
Dos años antes del desmembramiento de la Unión Soviética (ocurrida en 1991), el ministro de Defensa Eurico de Melo reconocía que Lisboa admitía la instalación de armamento nuclear, porque Portugal debe cumplir sus responsabilidades.
Pero ahora el enemigo es otro, dice el primer ministro DurFo Barroso, y la responsabilidad de Portugal es apoyar sin reservas la lucha nuestros aliados contra el terrorismo, flagelo del nuevo siglo.
Por tanto, es importante el uso de la base de Lajes para intervenir en Iraq – – dijo el gobernante la semana pasada en el parlamento – – pues cuando el dictador Saddam Hussein sea destronado, será un gran día para Europa y para el mundo.
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