La joven cantante indonesia Inul Daratista arrastra a muchos admiradores por su música, mientras su provocadora forma de bailar enfurece a radicales islámicos.
Daratista es, a los 24 años, una de las principales figuras del dangdut, el género musical más popular de Indonesia, e incluso ha bailado en público con Taufik Keimas, el esposo de la presidenta Megawati Sukarnoputri.
Su particular estilo de danza, que incluye movimientos de pelvis, mantiene hechizado a sus seguidores, pero provoca a la vez la ira de los líderes religiosos de este país, el de mayor población musulmana del mundo.
La polémica aumentó luego de la primera participación de Inul días atrás en un programa de televisión, que fue seguida por otras presentaciones en otros canales.
El Consejo Indonesio de Ulemas (MUI) calificó de inmoral la actuación de la joven cantante y algunas autoridades dijeron que sus discos eran un producto barato. Varios gobiernos locales ya prohibieron sus espectáculos en vivo.
Es nuestro deber defender los pilares de la moral, los valores y las normas de esta nación. Esta actuación perjudica nuestros valores y nuestras normas. Es ofensiva y demasidado provocativa, afirmó el presidente del MUI, Amidhan Said.
Pero muchos indonesios no se preocupan por lo que digan los ulemas (doctores en la ley islámica).
Inul obtiene mucho dinero por sus maravillosas habilidades y luego de mucho ensayo. Los líderes políticos y religiosos tienen dinero sólo por usar su lengua, dijo Eryanto, un trabajador de la construcción en Bandung, cerca de Yakarta.
El MUI no censuró a Akbar Tanjung (un legislador encarcelado por apoderarse indebidamente de 500.000 millones de dólares), que obviamente estaba en contra de las enseñanzas y los valores religiosos. Todo lo que hace Inul es darnos alegría, dijo Siska, una estudiante de Yakarta.
De todas formas, la administración de la localidad de Yogyakarta, en las afueras de la capital de este país de 210 millones de habitantes, prohibió las actuaciones de Inul, y la Comisión Nacional para la Juventud Indonesia de Java Oriental hizo un llamado a boicotear sus espectáculos.
Autoridades educativas islámicas en Lampung, en la meridional isla de Sumatra, pidieron al gobierno local que prohibiera los discos y los vídeos de Inul para evitar que la gente imitara su estilo de bailar, popularmente llamado ngebor (taladrar).
No tenemos ningún problema con la popularidad. Pero nadie puede ignorar las normas sociales y religiosas. Las personas como ella, que está haciendo algo para el público y depende de él, tienen una responsabilidad, afirmó el decano de la Facultad de Shariá (ley musulmana) de la Universidad Islámica Raden Intan.
Pero la polémica aumenta, más que corroe, la popularidad de Inul, quien acaba de firmar un contrato con el sello discográfico local Blackboard para lanzar un nuevo álbum. Ya publicó cinco discos, todos ellos exitosos.
Inul recibió ofertas para presentar un programa televisivo de entretenimientos, realizar una serie de avisos publicitarios y hasta filmar una película.
Incluso los partidos políticos, con la idea fija en las primeras elecciones presidenciales directas previstas para el año próximo, pretenden aprovecharse de su popularidad. Algunos ya le pidieron que se una a sus respectivas campañas a cambio de buenas sumas de dinero.
Paradójicamente, entre los partidos que golpean la puerta de Inul están el Partido del Amanecer Nacional, que es dominado por clérigos islámicos, el Partido de la Justicia, considerado un partido musulmán reformista, y el gobernante Partido Democrático Indonesio de la Lucha.
El nombre verdadero de Inul es Ainur Rokhimah. Nació en el pequeño pueblo de Pasuruan, en Java Central, donde el dangdut es muy popular, y comenzó a actuar en el escenario cuando tenía 10 años.
Inul fue actuando de pueblo en pueblo y ganaba 40 dólares por espectáculo en los años 80. Pero su estilo de bailar fue lo que la catapultó a la fama. Ahora gana unos 67.000 dólares por mes, sólo por sus espectáculos en vivo.
Simplemente es maravillosa. Puede mover su cadera tan rápido como la música. No he visto que otros puedan hacer eso, dijo la cantante de dangdut Camelia Malik.
Pero algunos piensan que la fama de Inul es pasajera y se debe a que se ha popularizado su danza.
Ella no canta muy bien. Intentó hacer algo más para compensar esa falta, y funcionó, sostuvo Arswendo Atmowiloto, libretista y crítico de arte.
No soy uno de sus admiradores, pero pienso que acusarla de dañar los valores y normas sociales es ridículo. Ella nació con esos valores, y vive con ellos, afirmó Ayu Sutarto, experto en ciencias humanas de la Universidad de Jember, en Java Oriental.
Inul afirmó en más de una ocasión que no intenta ofender los valores religiosos y sociales. Sólo intento hacer lo que a la gente le hace feliz. Y bailar así los hace felices, afirmó. (