El músico brasileño Hermeto Pascoal es un loco, dicen en su país en reconocimiento a su genialidad. Su raro aspecto físico, su creatividad y las singulares piezas que compone y ejecuta explican su apodo de El Brujo.
Pascoal, de 67 años, acaba de lanzar un nuevo disco de música instrumental, Mundo verde esperanza. Contenido, sin muchas locuras de los anteriores, pero con varios instrumentos que forman parte de su particular orquesta: una cacerola con agua golpeada desde debajo, zuecos, un pilón y muñecos.
El disco reúne 14 composiciones inéditas, todas suyas, con variados ritmos brasileños, mezclados con ocasiones con sonidos caribeños o del Paraguay guaraní. Su estilo heterodoxo no reconoce fronteras rítmicas.
Mundo verde esperanza es una obra colectiva, que contó con la participación de artistas que acompañan hace tiempo a Pascoal y otros jóvenes, constituyendo bandas tradicionales, con piano, bajo, flauta, clarinete, saxofón y percusión.
Un disco anterior, Yo y ellos (Eu e eles), fue grabado en 1999 por Pascoal en soledad, interpretando todos los instrumentos.
Además de eximio en acordeón, que toca desde niño, y en varios instrumentos de viento y cuerdas, Pascoal es probablemente el más prolífico de los compositores brasileños. Lleva unas 3.000 obras musicales.
En septiembre de 2000 publicó el libro Calendario del Sonido, con 366 composiciones que hizo durante un único año, una por día. Cumplía así la sugerencia de una voz que, según él, no lo dejó en paz hasta que aceptó el desafío.
Además de sus extravagancias musicales, el artista llama la atención por su aspecto físico. Albino, con una larga barba y su pelo blancos, parece un profeta.
Su música es para el futuro. Pasarán varias generaciones antes que la mayoría de las personas las comprendan, afirma El Brujo.
Sus melodías y armonías inusuales, experimentales y con escasos vínculos con las canciones populares, impiden que sus discos se vendan masivamente. Pero tienen un público fiel, aunque limitado. Sus insólitos espectáculos en vivo atraen a más espectadores.
Además de su virtuosismo instrumental, sus trabajos incorporan siempre novedades, como el uso de tuberías de agua cayendo en el suelo, o de teteras, cacerolas, juguetes de plástico y pedazos de hierro o madera golpeados para producir sonidos integrados a la música.
En diciembre, Pascoal protagonizó espectáculos en un restaurante de Sao Paulo, convirtiendo en músicos a cocineros y mozos, extrayendo sonidos y armonías de vasos, platos, cubiertos, cacerolas y otros útiles de trabajo.
Algunos pueden creer que se trata de improvisaciones, pero todos estos sonidos tienen una función precisa, un momento exacto para componer las sensaciones que el compositor pretende transmitir, según el crítico Mauro Dias, del diario O Estado de Sao Paulo.
El gran inventor de sonidos depende de su talento, cultivado desde la infancia. Pascoal nació en 1936 en Arapiraca, interior del estado de Alagoas, en la pobre región nordestina de Brasil.
Desde niño reveló su vocación musical, haciendo flautas rústicas con maderas del bosque para dialogar con los pájaros, pese a que como albino no debía exponerse al sol. Escuchaba con interés los sonidos de los sapos, del agua, de los pedazos de hierro arrojados por el abuelo, herrero de profesión.
Era casi ciego, un obstáculo para aprender a leer y escribir, pero un factor que pudo aguzar su talento. Intuitivo, ya era un respetado compositor e instrumentista múltiple cuando aprendió teoría musical, con más de 30 años.
En los años 60 formó parte del Cuarteto Novo, que reunía músicos de alta calidad y gran éxito, disuelto en 1969. Fue entonces cuando estudió teoría y pasó a ser un verdadero compositor, reconoce El Brujo.
Dos de sus composiciones fueron grabadas por el famoso músico de jazz estadounidense Miles Davis, que se fascinó con la obra de Pascoal cuando éste visitó Estados Unidos en 1971.
Sus giras internacionales le dieron reconocimiento en el exterior. Uno de sus discos, lanzado en 1979, fue grabado en vivo en el Festival de Jazz de Montreux, Suiza, donde se presentan músicos de reconocido talento.
Pascoal es un duro crítico de la música popular brasileña actual, a la que acusa de excesivamente comercial y de baja calidad. Duele en el alma, afirma.
En su opinión, hay música por todas partes y ella existe para sentir, no para comprender.
Hace unos diez años se lanzó a la aventura de hacer música a partir del habla de las personas, explicando que el aura de la voz humana es musical.
Compuso así una obra a partir de un discurso del ex presidente presidente brasileño Fernando Collor, de las voces de actores y periodistas y de sus familiares, ampliando su fama de Brujo. (