La guerra en Iraq afecta el flujo comercial en la frontera de México y Estados Unidos y levanta olas de discriminación contra los inmigrantes, aseguran comerciantes y analistas.
Quien ingrese hoy a Estados Unidos por la frontera de México sentirá que entra a una zona de conflicto, dijo a IPS Guillermo Alonso, investigador del Colegio de la Frontera Norte, centro académico que investiga el fenómeno migratorio entre los dos países.
Los nuevos controles y las medidas de seguridad adoptadas en la frontera de 3.200 kilómetros dificultan el intercambio comercial bilateral, 80 por ciento del cual se realiza por vía terrestre, señalaron comerciantes.
Grupos humanitarios y expertos denunciaron por su parte que los emigrantes reciben hoy un trato doblemente intimidatorio en la frontera, donde año tras año se multiplican las barreras al ingreso de inmigrantes indocumentados y presuntos terroristas.
Ayudados de perros entrenados y detectores de armas, los agentes fronterizos de Estados Unidos revisan con esmero a todo vehículo y persona que pretenda ingresar a su país.
El comercio tenderá a estancarse si permanece la vigilancia excesiva en la frontera, lo que perjudicará sobre todo a México, que concentra casi todo su intercambio internacional con Estados Unidos, estimó María Rosas, investigadora de la Universidad Autónoma de México.
Cada año se registran 4,3 millones de cruces de camiones en la frontera, donde el flujo de personas jamás se detiene.
México y Estados Unidos comercian cada mes alrededor de 20.000 millones de dólares en mercancías.
Las nuevas revisiones fronterizas se añadieron a los detectores de movimiento, muros y cámaras especiales instalados a lo largo de la frontera desde inicios de los años 90, que dificultaron, pero no inhibieron la emigración.
Estados Unidos, el supuesto país de la libertad, aplica hoy controles fronterizos similares a los usados en su tiempo por los países con regímenes comunistas, expresó Alonso.
Con la guerra aumentó el temor de los emigrantes para enfrentar el viaje y la discriminación soterrada o abierta de los agentes migratorios en la frontera, reiteró el experto en entrevista telefónica desde Tijuana, ciudad fronteriza con Estados Unidos y sede el Colegio de la Frontera Norte.
Alma Maquitico, directora asistente de la no gubernamental Red Fronteriza por los Derechos Humanos en la ciudad estadounidense de El Paso, en la frontera con México, opinó de modo similar.
Quienes logran hoy cruzar a Estados Unidos ya no son nada más ilegales (inmigrantes sin papeles), sino también potenciales terroristas, manifestó.
El gobierno de Vicente Fox reconoció que hay problemas en los cruces fronterizos, pero al mismo tiempo indicó que parte de los nuevos controles fueron concertados con Washington para luchar contra el terrorismo.
Se trabaja con autoridades del país vecino para agilizar el comercio, afirmaron las autoridades.
Fox anunció que prepara una campaña publicitaria en los medios de comunicación de Estados Unidos para promover una imagen positiva de los inmigrantes mexicanos y contrarrestar una posible ola xenofóbica vinculada a la postura que México mantiene contra la guerra en Iraq.
Aún no hay fecha de inicio de esa campaña ni se conoce su contenido preciso, pero la idea es reivindicar la postura diplomática de México y desvirtuar los prejuicios que en ese país se tiene sobre los emigrantes, explicaron fuentes del gobierno.
México, uno de los miembros no permanentes del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas, se opuso a los planes de guerra contra Iraq que Estados Unidos pretendió legitimar en ese organismo.
La postura mexicana decepcionó al gobierno de George W. Bush, según declaró Richard Boucher, portavoz del Departamento de Estado (cancillería).
En territorio estadounidense residen más de 20 millones de personas nacidas en México o descendientes de mexicanos.