Estados Unidos alienta al gobierno de Kenia a detener irregularmente a musulmanes, en el marco de las investigaciones por atentados cometidos en este país en 1998 y 2002 atribuidos a radicales islámicos, aseguraron líderes religiosos.
Tres residentes en la sudoriental localidad de Lamu fueron liberados por la policía el martes, luego de haber estado desaparecidos durante seis días. Representantes de la comunidad musulmana acusaron del operativo a agentes del Buró Federal de Investigaciones (FBI) de Estados Unidos.
Las autoridades vincularon a los detenidos – – una estudiante de 21 años, su hermano y su padre – – con el ataque contra el hotel Paradise de Mombasa, propiedad de israelíes, en que murieron 16 personas en noviembre.
Familiares y amigos de los desaparecidos, apoyados por líderes de la comunidad musulmana keniata, recorrieron en vano los destacamentos policiales de Lamu y de la cercana Mombasa.
Finalmente, los abogados presentaron un recurso de hábeas corpus, según el cual las autoridades debían dar cuenta del paradero de las tres personas o acusarlos ante la justicia en un plazo de 24 horas.
Luego se supo que los detenidos habían sido conducidos a Nairobi, 487 kilómetros al noroeste de Mombasa, donde fueron interrogados en relación con el atentado.
Todos estábamos preocupados. Fue una tortura psicológica para la familia. No objetamos los interrogatorios sobre supuestas actividades criminales, pero la forma en que los hicieron ahora es violatoria de los derechos humanos, dijo el presidente del Consejo de Imanes (líderes religiosos musulmanes), Alí Shee.
Esta no es la primera vez que la comunidad islámica de Kenia, que representa 10 por ciento de los 28 millones de habitantes del país, se queja de persecución luego de que Estados Unidos declaró su guerra contra el terrorismo a raíz de los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra Nueva York y Washington.
En los meses siguientes, numerosos musulmanes fueron detenidos. La policía keniata rechaza las acusaciones de persecución religiosa y asegura que los indagados son sospechosos de diversos delitos. A ninguno de ellos se les halló vínculos con organizaciones calificadas de terroristas.
El 7 de agosto de 1998, la detonación de una bomba en la embajada de Estados Unidos en Kenia, simultánea con un atentado similar en la embajada del mismo país pero en Tanzania, dejó más de 200 muertos.
Washington atribuyó ese atentado a la red islámica radical Al Qaeda, a la que también se acusa de los ataques de septiembre de 2001.
Las autoridades estadounidenses participan activamente en la búsqueda de los culpables. Hasta ahora, las investigaciones por el atentado en Mombasa fueron infructuosa y todo apunta a que los responsables eran extranjeros que pretendían castigar a Kenia por sus estrechos vínculos con Estados Unidos.
Las detenciones de la semana pasada se basaron sobre el rastreo de las llamadas desde un teléfono celular cuyo propietario, el yemenita Abdul Karim, es sospechoso de haber participado en el atentado contra el hotel Paradise.
Pero Karim había viajado al extranjero y el aparato estaba en poder de una cuñada suya, identificada como Salha, estudiante en la Universidad de Educadores de Shanzu, cerca del puerto sudoriental de Lamu. La joven de 21 años, su padre y su hermano fueron los desaparecidos que luego liberaron las autoridades.
Dirigentes musulmanes aseguraron que el FBI está detrás de la persecución.
El FBI secuestró a tres personas de Lamu y nuestro gobierno no hizo nada. Una mujer fue detenida por extranjeros y ocultada. Esto es un acto de terrorismo contra personas inocentes, sostuvo la encargada de asuntos femeninos del Consejo Supremo de Musulmanes Keniatas (SUPKEM), Nazlin Omar Rajput.
Nos persiguen porque somos musulmanes, no porque seamos terroristas. El Islam no promueve el terrorismo. Por el contrario, la palabra Islam significa paz y sumisión a la voluntad de Dios. SUPKEM fue una de las primeras organizaciones que condenó los atentados contra el pueblo de Estados Unidos, agregó Rajput.
Luego de reunirse con autoridades locales y policiales, Shee lamentó que el gobierno de Kenia ceda a la presión de Estados Unidos. El jefe de la policía provincial dijo: 'Seguimos instrucciones del gobierno, y el gobierno está presionado por Estados Unidos', dijo el clérigo.
El problema de nuestro gobierno, como el de muchos en el mundo, es que está bajo la influencia de la superpotencia. Estados Unidos es la fuente de todos estos males actuales. Varios líderes religiosos consideramos que el presidente estadounidense George W. Bush es el Adolf Hitler de este siglo, agregó Shee.
Hay muchos soldados estadounidenses y agentes del FBI en Kenia y en todo este tiempo no encontraron ningún terrorista, ningún campamento de entrenamiento. Están malgastando su dinero y su tiempo. No hay terroristas aquí, sostuvo el clérigo.
Pero un funcionario estadounidense vinculado con la investigación que pidió reserva de su identidad sostuvo que los últimos arrestos respondieron a evidencias convincentes, incluso abrumadoras, sobre el involucramiento de esas personas con los atentados de noviembre en Mombasa.
Esto no es la caza de brujas habitual de la policía keniata, ni tampoco redadas de los sospechosos de siempre, agregó el informante. (