El gobierno de Yemen trata de convencer a la ciudadanía de que apoyar la guerra de Estados Unidos contra el terrorismo no mella en nada su rechazo al plan de Washington de invadir Iraq. Las elecciones generales serán el mes próximo.
Así, los candidatos del gobernante Congreso General del Pueblo hacen gala de un lenguaje encendido contra una nueva guerra en Iraq, mientras se las ingenian para no socavar, al mismo tiempo, otros intereses de Estados Unidos en Medio Oriente.
Es que, más que los problemas nacionales, la crisis iraquí ha dominado el debate preelectoral, y a tal punto alteró los ánimos que algunos creen que los comicios no se llevarán a cabo el 27 de abril, tal como está previsto.
Pero el Congreso General del Pueblo asegura que las urnas hablarán y que ellos permanecerán en el gobierno. Hoy, el partido cuenta con 187 de los 301 escaños parlamentarios.
Esta vez obtendremos más bancas que en las elecciones de 1991, dijo el ex primer ministro AbdulKarim al-Iryani, asesor del presidente Alí Abdalá Saleh.
Sin embargo, una alianza opositora constituida por ocho partidos, entre ellos el islámico de la Reforma (Islah), el panárabe Unionista Nasserista y el Socialista de Yemen, formulan fuertes críticas al apoyo brindado por el gobierno a Estados Unidos en su campaña contra supuestos terroristas.
En la guerra civil de 1994, Islah fue aliado del Congreso General del Pueblo contra los socialistas, pero se convirtió luego de 2001 en un duro opositor porque rechaza la estrecha alianza actual del gobierno con Estados Unidos.
La alianza opositora se constituyó, a pesar de las profundas diferencias ideológicas entre sus miembros, a partir de la firma de una declaración conjunta de condena al gobierno por permitir el ataque estadounidense que causó el 3 de noviembre la muerte de seis personas en una carretera yemenita.
Estados Unidos alegó que cinco de los muertos, cuyo vehículo fue alcanzado por un misil disparado desde un avión sin tripulantes Predator, integraban la organización islámica Al Qaeda, a la cual acusa de los atentados que costaron más de 3.000 vidas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington.
Los opositores acusaron entonces al gobierno del Congreso General del Pueblo luego del ataque del Predator de entregar la soberanía del país al tolerar que Washington interfiriera en asuntos internos yemenitas.
Luego de los atentados de septiembre de 2001, Yemen detuvo a numerosos sospechosos de integrar Al Qaeda e incluso a familiares del líder de la red, el saudita Osama bin Laden, cuyo padre nació en este país, considerado por organismos de inteligencia occidentales un refugio de radicales islámicos armados.
La oposición también acusa al gobierno de Saleh de colaborar con Estados Unidos para el arresto en Alemania del dirigente Al- Moayyed, quien asegura estar consagrado por completo a actividades caritativas y carecer de vínculo alguno con Al Qaeda.
El apoyo del gobierno yemenita a Washington resiente las posibilidades electorales del oficialismo, pero Saleh correría riesgos aun mayores si el gobierno de George W. Bush lleve a cabo sus planes de guerra contra Iraq.
Líderes islámicos proponen la ruptura de relaciones con Estados Unidos y con Gran Bretaña, que solicitan en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aval para atacar Iraq.
Según el gobierno, los opositores y las organizaciones musulmanas no distinguen el apoyo que Sanaa brinda a Washington en la guerra contra el terrorismo y el que le niega a la invasión a Iraq.
La embajada de Gran Bretaña en Sanaa y el consulado en Adén están cerrados desde el 1 de este mes. Mientras, la embajada de Estados Unidos parece más una base militar que una representación diplomática, dada las medidas de seguridad que la rodean.
El rechazo popular a Washington está en su apogeo. Partidos opositores expresaron su malestar por la presencia de tropas estadounidenses en la región. Tres misioneros cristianos de Estados Unidos fueron asesinados por un pistolero en diciembre, y otro fue atacado en febrero, pero se salvó.
Un país como Yemen es, sin duda, importante para Estados Unidos porque algunos sospechosos de terrorismo están aquí. Pero si se lleva a cabo la invasión a Iraq, será difícil para Washington continuar su guerra contra el terrorismo en este país, dijo a IPS el analista Majid AbdulAziz.
El gobierno apoya las protestas antibélicas para disimular su posición proestadounidense en otros asuntos, según otro experto, AbdulBari Taher. Las manifestaciones en ciudades yemenitas son organizadas por el gobierno como propaganda electoral, afirmó.
En el actual ambiente de incertidumbre, se duda incluso si habrá elecciones en abril. El ex primer ministro Hassan Maki sostuvo que la convocatoria a las urnas dependerá de lo que suceda en los próximos días respecto de Iraq.
Los líderes opositores no tienen una posición unificada al respecto. El presidente de la shura (asamblea suprema) del Islah, AbdulMajeed Al-Zindani, sostuvo que las dificultades en Medio Oriente obligan a postergar las elecciones.
Pero el secretario general del mismo partido, Mohammad Al- Yadoomi, dijo que no hay justificación para realizar los comicios más allá del 27 de abril, porque la guerra sería en Iraq, no en Yemen.
También el Partido Socialista rechazó la propuesta. Una postergación conducirá a una crisis política y dejará un vacío constitucional, dijo a IPS el dirigente socialista Mohammed Saeed.
La campaña electoral no fue tranquila. Hubo varios choques durante las jornadas de registro de votantes en octubre. (