IRAQ-PAKISTAN: Una decisión incómoda

Pakistán optará esta semana entre consolidar o deteriorar su hoy estrecho vínculo con Estados Unidos, pues debe definir su voto en el Consejo de Seguridad de la ONU sobre la crisis en Iraq.

La ayuda pakistaní fue vital en la operación estadounidense para desalojar del poder al movimiento radical islámico Talibán de Afganistán y en la persecución en ese país de integrantes de la red terrorista Al Qaeda en 2001.

Se trató de un vuelco radical de la política exterior de Islamabad. Pakistán despertaba escozor en Washington luego de que declaró en 1998 poseer armas nucleares y, hasta 2001, fue uno de los tres únicos países que reconocían el gobierno de Talibán, junto con Arabia Saudita y Emiratos Arabes Unidos.

La importancia internacional de Pakistán también aumentó porque es uno de los seis miembros no permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) que aún no han decidido si votará la propuesta de Estados Unidos y Gran Bretaña que abriría paso a una invasión a Iraq.

La nueva resolución propuesta le da plazo a Bagdad hasta el 17 de este mes para que demuestre que ha destruido de sus armas de destrucción masiva o afronte una acción militar.

Los otros países indecisos son Angola, Camerún, Chile, Guinea y México. Pakistán es el único miembro del cuerpo de Asia meridional y, junto con Siria y Guinea, los únicos de mayoría musulmana.

Francia, China y Rusia, tres de los cinco miembros permanentes del Consejo (con poder de veto, junto a Estados Unidos y Gran Bretaña) ya aclararon su oposición a cualquier resolución que proponga una ofensiva miltiar. La misma postura tomó Alemania, el más poderoso de los miembros no permanentes.

El viernes pasado, Islamabad apoyó en el Consejo de Seguridad la idea de darle más tiempo a los inspectores de desarme de la ONU, lo que en los hechos constituye un rechazo a la moción de Londres y Washington de fijar un plazo.

En los últimos días, el presidente estadounidense George W. Bush se comunicó en más de una oportunidad con su par pakistaní, Pervez Musharraf, para ejercer presión.

Un portavoz del gobierno de Bush le dijo en febrero al periódico estadounidense The Washington Post que una negativa de Pakistán a respaldar las propuestas de Bush respecto de Iraq será considerada un ”acto no amistoso”.

”Apoye o no apoye la ONU (la invasión en Iraq), vamos a desarmar a Saddam Hussein con una coalición de dispuestos”, afirmó la semana pasada el portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer.

También la semana pasada, el periódico británico The Observer informó que Estados Unidos estaba espiando a diplomáticos acreditados en la ONU de los seis países ”indecisos” para conocer ”cuáles eran sus intenciones de voto”.

Al parecer, hay tres posturas distintas dentro del gobierno pakistaní sobre la próxima votación sobre Iraq en el Consejo de Seguridad de la ONU, que Estados Unidos quiere realizar esta semana.

Algunos en Islamabad consideran que Pakistán debe apoyar la nueva resolución, pues sostienen que la invasión es inevitable. Por lo tanto, prefieren mantener las buenas relaciones forjadas con Washington tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, cuando Bush buscó el apoyo pakistaní para su declarada guerra contra el terrorismo.

Otros sostienen que Islamabad debe apoyar a Estados Unidos, pero no incondicionalmente, sino tratando de obtener algún rédito económico, como lo intenta Turquía, o político, como una muestra de apoyo en la disputa con Nueva Delhi por la septentrional provincia india de Cachemira.

Por último, algunos sostienen que apoyar una nueva resolución será muy perjudicial para los intereses nacionales de Pakistán, y le dará una mala imagen internacional al país. Además, señalan que Islamabad debe hacer caso a la opinión pública interna, que rechaza la guerra.

Desde una perspectiva legal, apoyar una guerra sin una justificación y sin el aval del Consejo de Seguridad de la ONU sentará un peligroso precedente. Pakistán estaría así socavando sus propios intereses de seguridad si decide apoyar una acción que no tiene base en la ley internacional, advierten.

Asimismo, sostienen que apoyar a Estados Unidos no sería una postura de principios ni moralmente aceptable, pues estaría sólo motivada por el temor de perder el respaldo de Washington, que mejoró la imagen internacional de Musharraf.

Pakistán ya hace lo suficiente por Estados Unidos apoyando su campaña contra el terrorismo. Respaldar una guerra en Iraq tendrá otras consecuencias, sostienen.

Además, subrayan que oponerse a la guerra no significa apoyar a Saddam Hussein. Siria, otro miembro del Consejo de Seguridad de la ONU, es un abierto enemigo del presidente iraquí, pero no está de acuerdo con la ofensiva aliada.

Por otra parte, votar contra la guerra ayudará a consolidar la estabilidad política y unidad nacional pakistaní. De otra manera, el gobierno de Musharraf podría desencadenar una fuerte oposición por parte de grupos radicales islámicos, fervorosos opositores a Estados Unidos.

La opositora coalición islámica Mutahidda Majlis-i-Amal (MMA), que posee 60 de los 342 escaños en el parlamento, se opone a un ataque contra Iraq por considerarlo un ataque directo contra el mundo musulmán, y ha convocado protestas a las que asistieron cientos de miles de personas. (

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