El gobierno de George W. Bush usará para pagar la reconstrucción de Iraq miles de millones de dólares en cuentas bancarias de Bagdad congeladas desde hace 13 años en bancos de Estados Unidos, y los contratos primarios sólo se asignarán a firmas del país invasor.
La Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos (Usaid) informó este miércoles que el proceso de concesión de contratos para la reconstrucción de Iraq se abrirá en breve, y que las firmas extranjeras podrán participar en el proceso subcontratadas por las estadounidenses.
Será un proceso ”completamente competitivo”, aseguró a la prensa el administrador de Usaid, Andrew Natsios. Gran Bretaña, Japón, Kuwait y los países nórdicos, entre otros, están dispuestos a aportar dinero para reconstruir Iraq luego de que el presidente Saddam Hussein sea desalojado del poder, afirmó.
Eso significará que esas naciones querrán que sus empresas obtengan algunos contratos, agregó Natsios.
”Más de 50 por ciento del dinero se canalizará, de hecho, a través de subcontrataciones, dada la magnitud de los proyectos y el escaso tiempo con que (las firmas a que se asignen las concesiones primarias) cuentan” para desarrollarlos, sostuvo.
[related_articles]
El funcionario aseguró que los contratos primarios se ofrecen a empresas estadounidenses por razones de seguridad.
Natsios explicó que los contratos son ofrecidos a empresas estadounidenses por razones de seguridad: el control de las compañías extranjeras para su registro llevaría demasiado tiempo. Las firmas estadounidenses licitantes ya cuentan con certificación de seguridad, afirmó.
”Normalmente, apelamos a empresas estadounidenses porque es el dinero de los contribuyentes estadounidenses”, agregó el funcionario.
Pero esa no es una verdad completa. Sólo la semana pasada, el gobierno anunció que se disponía a requisar 1.700 millones de dólares propiedad del gobierno y las autoridades iraquíes.
Ese dinero fue congelados en los bancos estadounidenses en que estaba depositado luego de la invasión iraquí a Kuwait, que desató en 1991 la primera guerra del Golfo.
Todas las cuentas fueron transferidos a una en la Reserva Federal que se asignará a solventar la asistencia humanitaria y los esfuerzos de guerra, sin consultar a su verdadero dueño: el pueblo iraquí.
Estados Unidos, respaldado por el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan, también trata de echar mano a entre 8.000 y 11.000 millones de dólares de la cuenta del programa Petróleo por Alimentos.
El programa, implementado bajo un estricto control de la ONU, alivia el embargo económico a Iraq al permitirle vender una cantidad limitada de crudo para utilizar ese dinero en la compra de alimentos, medicamentos y otros productos de primera necesidad y en el pago de compensaciones a aquellos cuyos intereses se vieron afectados por la invasión a Kuwait en 1990.
El Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos había informado que Washington utilizaría parte de los ingresos petroleros iraquíes – – unos 20.000 millones de dólares anuales – – en la reconstrucción del país y los gastos de guerra.
Requisar el dinero y canalizarlo hacia firmas estadounidenses sin consultar al pueblo iraquí es ”absolutamente ilegal”, dijo la experta Phillys Bennis, del Instituto de Estudios Políticos con sede en Washington.
”Esto viola el derecho internacional. No se puede simplemente congelar los bienes de un país y luego dárselos a otros”, sotuvo Bennis, para quien Estados Unidos, como ”potencia beligerante ocupante”, está obligado a cubrir todas las necesidades humanitarias de la población iraquí.
Entre los contratos figuran operaciones de manejo de asistencia humanitaria, incluidos envíos de ayuda por vía aérea, reparación de emergencia del suministro de electricidad y agua y de sistemas de saneamiento, carreteras, puentes y edificios públicos como hospitales y escuelas.
También se firmarán contratos para mejorar los sistemas de irrigación y las instalaciones portuarias y aduaneras, los depósitos y la distribución de agua embotellada.
La infraestructura civil de Iraq aún sufre las consecuencias de la guerra contra Irán (1980-1088), de la guerra del Golfo de 1991 contra una treintena de países encabezados por Estados Unidos y de 12 años de sanciones internacionales.
La reconstrucción del país abre grandes oportunidades de negocios a las grandes compañías mundiales de ingeniería y de construcción.
El académico Consejo de Relaciones Internacionales, con sede en Nueva York, calculó que esa tarea insumirá 20.000 millones de dólares anuales durante varios años, mientras el gobierno de Bush estimó que se requerirán 100.000 millones de dólares en total.
La decisión de Washington de restringir los lucrativos contratos a grandes compañías nacionales alimentó las versiones de que Bush pretendía beneficiar a un selecto grupo de firmas más que buscar las mejores opciones para el pueblo iraquí, y en lo posible las más baratas.
Luego de que Usaid abrió el usual proceso de licitaciones sin invitar a ninguna compañía extranjera, las concesiones parecían asignarse con discreción, en beneficio de empresas que tienen vínculos con el gobierno o con la agencia.
El comisario de Relaciones Exteriores de la Unión Europea, Chris Patten, calificó el proceso de ”excepcionalmente torpe”.
Usaid asignó el lunes un contrato por 4,8 millones de dólares a la empresa Stevedoring Services of America, del noroccidental estado de Seattle, para el manejo del meridional puerto iraquí de Umm Qasar.
Fue el segundo de ocho contratos por 900 millones de dólares que Usaid repartirá, entre esta semana y la próxima, para reparar la dañada infraestructura iraquí.
Entre las grandes empresas que procuran contratos figura Halliburton, del meridional estado de Texas, que fue dirigida por el vicepresidente Dick Cheney antes de asumir su actual cargo.
El presidente del Consejo de Exportaciones de la Casa Blanca, Riley Bechtel, fue gerente general de otra de esas empresas, Bechtel, del sudoccidental estado de California.