Ni siquiera el diario The Washington Post, cada vez más volcado hacia la derecha, puede evitar la ironía cuando se refiere a la coalición de los dispuestos forjada por Estados Unidos para invadir Iraq.
Estados Unidos dio la bienvenida al reino de Tonga ayer (por el miércoles) como miembro 49 de su 'coalición de los dispuestos' a participar en la guerra en Iraq, un club que incluye a muchos de los países más pequeños de los 191 que integran la Organización de las Naciones Unidas, informó el periódico.
Con poco más de 100.000 habitantes, menos de 20 por ciento de la población de la ciudad de Washington, este pequeño archipiélago del Pacífico Sur no tiene ejército ni marina de guerra. Pero eso no importa.
Muchas de las naciones que apoyan a Estados Unidos en su campaña militar para desarmar al presidente iraquí Saddam Hussein no tienen gran poder de fuego.
Supongo que podrían enviar muchachas 'hula' (bailarinas típicas de Oceanía) para entretener a los soldados. Eso ayudaría, dijo un funcionario del Departamento de Estado (cancillería) estadounidense.
Al margen de tal impertinencia, la idea de que el presidente George W. Bush ensambló una poderosa coalición de los dispuestos para desalojar a Saddam Hussein del gobierno iraquí se ha convertido en materia de chistes recurrentes en estos tiempos de guerra en Washington.
Y no importa cuán seriamente manejan el concepto Bush y sus más cercanos colaboradores.
Tenemos una gran coalición, dijo Bush, en una respuesta defensiva ante preguntas sobre la falta de apoyo de los aliados tradicionales de Estados Unidos, como Alemania, Francia y Turquía. Fue este jueves, en la conferencia de prensa conjunta que brindó con el primer ministro de Gran Bretaña, Tony Blair.
De hecho, la coalición que hemos ensamblado ahora es más grande que la que ensamblamos en 1991 para la primera guerra del Golfo, en cantidad de naciones participantes, agregó. Es una vasta coalición que cree en nuestra causa, y estoy orgulloso de su participación, enfatizó Bush.
El mandatario no aclaró que la guerra de 1991 contó con la autorización del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la activa participación militar de las 34 naciones integrantes de la coalición.
Pero, de algún modo, el presidente y sus allegados creen que lograron un golpe diplomático sin precedentes al alinear a potencias militares y políticas como Angola, Bulgaria, Honduras y Palau, otra nación de Oceanía cuya población es de alrededor de 18.000 habitantes.
Nuestra coalición fue el miércoles el declarativo título de la columna principal en la página editorial del ultraconservador diario The Wall Street Journal. Su autora es la consejera de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Condoleezza Rice.
Casi 50 naciones están comprometidas a eliminar todas las armas ilegales, destructivas y mortales del régimen de Saddam Hussein, escribió Rice, con el solemne, grave y determinado tono que ha caracterizado el discurso del gobierno en los últimos meses.
La población combinada de la coalición es de 1.230 millones de personas, y suman un producto interno bruto de 22 billones de dólares. Son países de todos los continentes, representativos de todas las grandes razas, religiones y etnias del mundo, observó Rice.
¿Cómo dijo?
Los países mencionados por la Casa Blanca como miembros de la coalición constituyen menos de 20 por ciento de la población mundial, según un informe de la organización académica Foreign Policy in Focus, con sede en Washington.
Y, si bien todos los continentes están representados, la representatividad de algunos de los países es, para decirlo con términos suaves, algo dispersa.
Por América del Sur, por ejemplo, sólo participa Colombia. Cuando un periodista de un diario estadounidense consultó a la embajada colombiana en Estados Unidos, los funcionarios no sabían que figuraban en la lista de dispuestos.
Por el resto de América Latina integran la coalición Costa Rica, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Panamá y República Dominicana.
El único entre esos países que ofreció algo más que una declaración de apoyo fue El Salvador, que prometió expertos en desactivación de minas y ayuda para el mantenimiento de la paz luego de la guerra.
Y la adhesión de República Dominicana desató tal polémica que el ministro de Relaciones Exteriores renunció el miércoles, en protesta por la decisión.
Ningún país del Caribe anglófono integra la lista.
En Africa, firmaron declaraciones de apoyo Angola —que exporta gran cantidad de petróleo a Estados Unidos y es un frecuente solicitante de créditos al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional, dominados por Washington—, Eritrea, Etiopía, Ruanda y Uganda.
Entre los dispuestos asiáticos figuran Afganistán (cuyo presidente Hamid Karzai está custodiado por militares y empresas estadounidenses), Japón, Mongolia, Filipinas y Corea del Sur.
La mayoría de los países de la lista son europeos, y media docena aportan apoyo militar real a los 325.000 soldados estadounidenses ya desplegados en Iraq y sus alrededores.
Gran Bretaña envió 45.000 efectivos y Australia, fundamental para cosechar el apoyo de los pequeños países de Oceanía, 2.000.
Rice afirmó que Polonia facilitó algunos grupos de comando, mientras Eslovaquia, República Checa y Rumania enviaron a la zona expertos en armas químicas. Algunos barcos militares de Dinamarca y España navegan alrededor del Golfo.
Estas contribuciones no tienen comparación con la coalición de 1991, que también cooperó para cubrir los 60.000 millones de dólares que a Estados Unidos le costó la guerra.
Algunos países árabes colaboran, según Washington, pero sólo Kuwait aceptó hacer público ese apoyo. Los demás gobiernos temen que la población proteste.
Foreign Policy in Focus observó que la población de casi todos los países coaligados se opone a la guerra contra Iraq. Sólo en Estados Unidos y en Israel —excluido de la lista por razones obvias— el apoyo a la invasión a Iraq supera 50 por ciento.
Turquía aparece en la lista, a pesar de una oposición de 90 por ciento de la población, según las encuestas, y a la negativa del parlamento en Ankara a aceptar el paso de tropas estadounidenses en el territorio del país.
Además, un tercio de los países figuran también en la lista de países considerados parcialmente libres y no libres por el gobierno estadounidense y, por lo tanto, no pueden recibir asistencia de Washington.
La situación de los derechos humanos nueve de esos países — como Azerbaiyán, Eritrea, Georgia y Uzbekistán— es extremadamente pobre o muy pobre, según el propio Departamento de Estado.