Autores de un informe secreto del gobierno de Estados Unidos de 1966, que desaconsejaba un ataque nuclear contra Vietnam, afirmaron que las consecuencias del uso de esas armas sería ahora tan catastrófico como entonces para los intereses de Washington.
Muchos de los principales científicos estadounidenses han participado en el grupo Jason, comisión de cuatro expertos creada en 1959 cuya integración se modifica periódicamente y que produce para el Departamento de Estado (Pentágono) entre 20 y 30 informes al año, la mayoría de ellos secretos.
Los efectos políticos del uso de armas nucleares en Vietnam serían malos y podrían ser catastróficos, indicaba el estudio reservado que elaboró en 1966 el grupo Jason, difundido el domingo por el no gubernamental Instituto Nautilus de Seguridad y Desarrollo Sustentable, con sede en el sudoccidental estado de California.
El comité de expertos mencionaba entre sus argumentos la gran presencia de soldados estadounidenses en Vietnam y la facilidad con que los guerrilleros vietnamitas podrían haber obtenido armas nucleares procedentes de la hoy disuelta Unión Soviética o de China.
El uso de armas nucleares tácticas en Asia sudoriental derivaría en un gran aumento del riesgo a largo plazo de operaciones nucleares en otras partes del mundo, como el canal de Panamá, oleoductos e instalaciones petroleras de Venezuela y Tel Aviv, la principal ciudad de Israel, según el grupo Jason.
Uno de los integrantes del comité que redactó el informe de 1966, el profesor de la Universidad de Princeton Freeman Dyson, dijo ahora, entrevistado por el Instituto Nautilus, que Estados Unidos ofrece a cualquier adversario mejores blancos para las armas nucleares de los que esos adversarios ofrecen a Estados Unidos.
Esa es la principal conclusión del estudio. Y eso es aun más real en la lucha contra el terrorismo de lo que era en (los tiempos de la guerra de) Vietnam, agregó Dyson.
El informe de 1966 se conoce en momentos en que Estados Unidos revisa su política de armas nucleares y afronta las crisis gemelas de Iraq y de Corea del Norte.
El Instituto Nautilus libró una batalla de 20 años con los funcionarios del Pentágono y del Departamento de Energía a cargo de implementar la Ley de Libertad de Información (FoIA) para que les entregaran el documento, titulado Armas nucleares tácticas en Asia sudoriental.
El año pasado, el secretario (ministro) de Defensa, Donald Rumsfeld, intentó poner fin al contrato entre el grupo Jason y el Pentágono, una actitud que alimentó temores de que el gobierno de George W. Bush politizara los comités científicos independientes que tradicionalmente asesoran a la administración.
Diez senadores del opositor Partido Demócrata encabezados por Edward Kennedy enviaron la semana pasada una carta al presidente Bush para quejarse de los últimos cambios en la política nuclear del gobierno, que, advirtieron, amenazan los cimientos de los sistemas internacionales de control de armas.
Recientes revelaciones sugieren que su gobierno considera las armas nucleares como una mera extensión de las convencionales, y que podría usarlas en el inmimente conflicto militar con Iraq, afirmaron los senadores.
La carta aludía a informes conocidos en febrero según los cuales Bush firmó un documento clasificado (secreto) mediante el cual autorizaba el uso de armas nucleares en respuesta a un eventual ataque químico o biológico de Iraq.
Además, el Pentágono ha considerado apelar a su arsenal nuclear para destruir objetivos tales como residencias o escondites de dirigentes enemigos y depósitos subterráneos de armas de destrucción masiva.
Otro documento secreto firmado por Rumsfeld en diciembre incluyó a países sin arsenal nuclear, como Corea del Norte, Iraq, Irán, Libia y Siria, a la lista de países que sí lo tienen y que por esa razón son blancos potenciales de un ataque de Estados Unidos con ese tipo de armas, un cambio radical en la política gubernamental en la materia.
El mes pasado también se supo que Rumsfeld presidió en agosto una reunión secreta para discutir el desarrollo de una nueva generación de armas atómicas, entre ellas explosivos de pequeño porte, destructores de búnkers y bombas neutrónicas, lo que pondría fin a una prolongada moratoria de las pruebas nucleares.
Es imposible sobrestimar el desafío que esos planes suponen para la moratoria total de pruebas de armas nucleares y para el cumplimiento de la convención de no proliferación acordado en el marco de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), dijo el director del no gubernamental Grupo de Estudios Los Alamos, Greg Mello.
Con el lanzamiento de bombas atómicas estadounidenses sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki en 1945, último episodio de la segunda guerra mundial, surgió un tabú contra cualquier uso de armas nucleares que no sea el disuasivo, dijo el premio Nobel de Física Steven Weinberg, ex integrante del grupo Jason y profesor de la Universidad de Texas.
Pero hubo en los últimos tiempos algunos signos de debilitamiento de este tabú, pues se habla del desarrollo de armas de bajo alcance para atacar instalaciones subterráneas, e incluso del uso de interceptores de misiles con dispositivos nucleares, agregó Weinberg.
Esperemos que esto no vaya más allá de lo que fue la idea de utilizar armas nucleares durante la guerra de Vietnam, sostuvo.
El Pentágono e incluso la Casa Blanca consideraron en 1966 arrojar bombas atómicas sobre la Ruta Ho Chi Minh, la red de caminos utilizada por Vietnam del Norte para el suministro del Vietcong, la organización insurgente de Vietnam del Sur, país hoy disuelto entonces apoyado por Estados Unidos.
El estudio del grupo Jason concluía que el no uso del arsenal nuclear estadounidense era decisivo para mantener el carácter disuasivo de estas armas.
El peligro de actividad guerrillera nuclear aumentará en algún grado en los próximos 20 años, pero el peligro se agudizará si Estados Unidos abre el camino al iniciar una guerra nuclear en Asia sudoriental, señalaban los expertos en su informe.