Cada vez que oigo a políticos hablar de las maravillas de la estabilidad, me pongo nervioso. Eso es para europeos viejos y cansados, o para asiáticos miedosos, no para nosotros, escribió en 2000 Michael Ledeen, del neoconservador grupo de expertos Instituto Estadounidense de la Empresa.
En casi todo lo que hacemos, desde los negocios y la tecnología hasta el cine y la guerra, somos la fuerza más revolucionaria del mundo. No vamos a luchar en otros países ni a enviar nuestro dinero al extranjero sólo para defender lo establecido, debemos tener un adecuado objetivo glorioso, alegó.
Ledeen, ex asesor antiterrorista de la inteligencia militar italiana y del presidente estadounidense Ronald Reagan (1981- 1989), es uno de los pocos analistas de asuntos internacionales consultados con frecuencia por Karl Rove, uno de los más cercanos colaboradores políticos del actual presidente de Estados Unidos, George W. Bush.
Apenas aterricemos en Iraq, vamos a enfrentarnos a toda la red terrorista. Pienso que deberemos librar una guerra regional, lo queramos o no, y puede resultar una guerra para rehacer el mundo, dijo en una entrevista publicada en la última edición de la revista The American Prospect.
Según el experto, esa red incluye a Al Qaeda, a la cual el gobierno estadounidense acusa de los atentados de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington, al partido libanés Hizbolá y a los grupos palestinos Hamas y Jihad Islámica, y también a Irán, Siria y Arabia Saudita, países a los que llama amos del terror.
Ledeen fundó el derechista Instituto Judío de Asuntos de Seguridad Nacional junto con el presidente de la Mesa de Políticas de Defensa del Pentágono (Ministerio de Defensa), Richard Perle, con quien colabora desde hace muchos años.
Perle, Ledeen y el subsecretario de Defensa Paul Wolfowitz integran la fracción neoconservadora del gobernante Partido Republicano, pequeña en número pero muy influyente en cuestiones de política exterior, que mantiene estrechos vínculos con el gobernante y derechista partido israelí Likud.
Esa fracción insiste en que atacar a Iraq será el comienzo de un efecto dominó de revolución democrática en los países árabes de Medio Oriente, que extenderá en esa región los beneficios de la libertad y el gobierno representativo.
El propio Bush adoptó esa tesis como posición oficial de Washington hace tres semanas, en un mensaje al Instituto de la Empresa en el cual sostuvo que un nuevo régimen en Iraq servirá como dramático e inspirador ejemplo de libertad para otras naciones de la región.
Pero la abrumadora mayoría de los expertos en Medio Oriente, dentro y fuera del gobierno, piensan que tales esperanzas no tienen la menor posibilidad de hacerse realidad.
El objetivo realista más ambicioso que cabría plantearse tras derrocar al presidente iraquí Saddam Hussein es que sea reemplazado por un gobierno central fuerte, dijo a IPS un funcionario de inteligencia que no quiso ser identificado.
De hecho la oficina de inteligencia e investigación del Departamento de Estado (cancillería) estadounidense hizo circular entre altos funcionarios un documento reservado con el título Iraq, Medio Oriente y el cambio: sin dominó, según el diario Los Angeles Times.
Los autores de ese informe concluyeron que la noción de una transformación democrática regional no es creíble, aseguró una fuente citada en el artículo publicado el viernes por ese diario.
Según Los Angeles Times, esa opinión es compartida por la mayoría de los especialistas en Medio Oriente de la Agencia Central de Inteligencia, analistas independientes y diplomáticos retirados que se han manifestado contra la actual política de Washington contra esa región.
La hipótesis de los neoconservadores podría ser perdonable como fantasía de algunos israelíes, a modo de reacción contra el trauma de la segunda intifada (insurrección palestina contra Israel, que comenzó en septiembre de 2000), comentó en septiembre el experto en Medio Oriente Anthony Cordesman, del conservador Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales.
Pero como política estadounidense, cruza la línea divisoria entre neoconservadurismo y neolocura, añadió.
La idea de una transformación democrática instantánea en Medio Oriente es un espejismo, sostuvieron cuatro veteranos especialistas en esa región y en democracia de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional.
Además, si llegara a producirse una oleada de cambio político (en Medio Oriente), Estados Unidos no estaría ni remotamente preparado para afrontar la inestabilidad resultante, aseguraron.
Muchos expertos piensan que el efecto más probable de una invasión estadounidense a Iraq sería desestabilizar la región.
El 'imperialismo democrático' no sólo promete liberar a los árabes de dominaciones despóticas, sino también de las animosidades sectarias, étnicas e ideológicas que los han desgarrado durante años, comentó el académico Richard Joseph, especialista en Medio Oriente de la Universidad de Texas, en un artículo publicado por el diario Financial Times.
Pero algunos analistas sostienen que la desestabilización y desintegración de los Estados árabes, y no su democratización, sería un resultado aceptable para los neoconservadores, en concordancia con el anhelo de algunos de sus aliados derechistas israelíes.
Esa fue la estrategia planteada en un influyente artículo publicado en 1982, en vísperas de que Israel invadiera Líbano, por Oded Yinon, en aquel momento asesor de la cancillería de Israel.
En ese artículo, publicado por la Organización Sionista Mundial y titulado Una estrategia para Israel en los años 80, Yinon abogó por políticas que promovieran la división de los Estados árabes en múltiples agrupamientos étnicos y religiosos, a fin de debilitarlos.
Según el veterano activista por la paz y ex legislador israelí Uri Avnery, el actual primer ministro de Israel, Ariel Sharon, sostenía puntos de vista similares cuando condujo la invasión de Líbano.
La mente de Sharon estaba llena de grandes planes para la reestructuración de Medio Oriente, la creación de una 'zona de seguridad' israelí desde Pakistán a Africa central, el derrocamiento de regímenes y la instalación de otros, el desplazamiento de un pueblo entero (el palestino), e ideas por el estilo, escribió Avnery en otoño (boreal).
Perle y otros neoconservadores redactaron en 1996 un memorando para el ex primer ministro israelí Binyamin Netanyahu, rival de Sharon en el Likud, en el cual abogaron por restaurar la monarquía en Iraq y aplicar el principio de prevención contra Siria y amenazas en Líbano, en parte mediante alianzas con etnias y tribus de la región.