Otro día de alerta naranja en la capital de Estados Unidos. Para Walid Khidr, estadounidense de origen árabe que nació y estudió en el sudoriental estado de California, es un día negro, al que seguirán muchos otros.
Khidr, que ahora vive en el nororiental estado de Virginia, limítrofe con Washington, es uno de cientos de miles de árabes- estadounidenses, que se suman a muchos musulmanes en este país. En total, siete millones de estadounidenses practican la fe islámica.
Todos ellos se han acostumbrado a prever las agresiones que sufrirán en las calles de acuerdo con los códigos de color establecidos por el gubernamental Departamento de Seguridad Interior, que indican lo que las autoridades perciben como riesgo de atentados.
El alerta se elevó a naranja – – el segundo detrás del rojo – – luego de que el presidente George W. Bush dictó el ultimátum a su par de Iraq, Saddam Hussein, para que abandone el país o afronte un ataque militar.
Con la invasión estadounidense a Iraq convertida en certeza, muchos musulmanes y árabes temen que el clima de guerra aliente agresiones contra ellos.
Los prejuicios y ataques verbales y físicos contra esas comunidades aumentaron luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra Nueva York y Washington, en que murieron 3.000 personas y que fueron atribuidos por el gobierno de Bush a radicales islámicos.
El Comité Antidiscriminación Arabe-Estadounidense recomendó el lunes a árabes y musulmanes apelar al teléfono de emergencias 911 ante cualquier amenaza.
La advertencia responde al patrón histórico de crímenes de odio, abusos y discriminación que afrontaron las comunidades árabe e islámica estadounidenses durante la guerra del Golfo de 1991 (contra Iraq) y luego de los ataques terroristas del 11 de septiebre de 2001, explicó la organización.
Mientras, el Consejo de Relaciones Estadounidense-Islámicas (CAIR) comenzó a distribuir nueve páginas de instrucciones para emergencias. Facilítelas a sus amigos, mezquitas y bibliotecas, pidió CAIR en un comunicado.
Además de recomendaciones de seguridad y autodefensa, el texto contiene un segmento titulado cómo lidiar con el FBI, el Buró Federal de Investigaciones. El detalle deja en evidencia la discriminación que perciben los musulmanes estadounidenses en un organismo estatal que debería protegerlos.
El CAIR indicó que también el Departamento (ministerio) de Justicia y el Departamento de Seguridad Interior discrimina a los musulmanes, sin importar la gran aprensión que embarga a la comunidad, según el director de Comunicaciones de la organización, Ibrahim Hooper.
La guerra está en la cúspide de toda esta retórica e histeria antimusulmanas, sostuvo Hooper.
El fiscal general (ministro de Justicia) John Ashcroft elevó el alerta de amarilla a naranja en febrero, en coincidencia con la temporada anual de peregrinaje a La Meca (Hajj), en un acto que sirvió a muchos estadounidenses para vincular lo religioso con la violencia política.
Ese vínculo innecesario promovió la creciente percepción en el mundo musulmán de que la guerra contra el terrorismo es, en realidad, un ataque contra el Islam, dijo el director del CAIR, Nihad Awad.
El gobierno emitió advertencias similares en otras festividades musulmanas, como el mes de ayuno de Ramadán, entre noviembre y diciembre.
A comienzos de año, el Departamento (ministerio) de Justicia ordenó a los oficiales del FBI trazar perfiles demográficos de sus regiones, incluida la cantidad de mezquitas, y estableció metas numéricas específicas sobre investigaciones y grabación de llamadas telefónicas en cada área.
Esta política tiene tanto sentido como lo tendría contar las iglesias católicas para investigar la Mafia o las iglesias afroestadounidenses como indicativo de la actividad delictiva, ironizó Awad.
A comienzos de mes, estudiantes de la Universidad de California en San José fueron amenazados a través de pintadas en todo el campus que decían: Los musulmanes recibirán disparos el 10 de marzo de 2003. La amenaza no se cumplió y no hubo más desde entonces.
Mientras, el gobierno mantiene su programa de re-registro de inmigrantes o extranjeros con visa de estudiante, de negocios o turística, mediante el cual se detuvo para registrar fotografías y huellas digitales y se deportó a cientos de árabes, musulmanes y asiáticos.
Los funcionarios musulmanes en la policía y la justicia, las fuerzas armadas y el cuerpo diplomático deben ser investigados por conexiones con el terrorismo, así como capellanes musulmanes en las cárceles y en el ejército, sostuvo el columnista Daniel Pipes en el diario israelí The Jerusalem Post.
Los turistas e inmigrantes musulmanes deben ser sometidos a controles adicionales. Las mezquitas requieren un control adicional, más allá del aplicado a las iglesias, sinagogas y otros templos, agregó Pipes.
Los alertas naranja en Estados Unidos en tiempos de guerra podrían azuzar los crímenes de odio, según las organizaciones comunitarias.
Debemos tomar previsiones dobles. Tenemos que luchar contra el terrorismo, que también puede golpearnos a nosotros. Y también con estas sospechas… Las cosas no pintan bien para nosotros aquí, dijo Khidr.