Las tradiciones de Kenia privan a las mujeres de su derecho a la propiedad, en especial a las viudas, que quedan en la indigencia y sin vivienda, reveló este martes la organización de derechos humanos Human Rights Watch (HRW).
El esposo de Rose Otaye, hoy de 36 años, murió de sida en 1998. Su familia política le ordenó entonces que debía someterse a las normas consuetudinarias para heredar las propiedades de su esposo.
En primer lugar, su cuerpo debía ser purificado: para ello, se le ordenó tener relaciones sexuales con un pescador. Luego, debería casarse con uno de sus cuñados.
Cuando Otaye, también portadora del virus del sida, se negó, fue expulsada de su hogar junto a sus cinco hijos. Mis cuñados me amenazaron. Yo tenía demasiado miedo. Tuve que volver a empezar, dijo.
Así fue como Otaye, quien mientras estuvo casada gozó de cierta estabilidad económica, debió apelar a la caridad para pagar los gastos escolares de sus hijos. Lucho día a día para satisfacer sus necesidades. He debido mendigar, se lamentó.
La vida es dura. Siento ganas de llorar cuando no puedo dar un vaso de leche a mis hijos, o cuando los veo acostarse con hambre. Si tuviera mis bienes, al menos mis hijos podrían vivir mejor, sostuvo.
Su caso está lejos de ser excepcional. En Kenia, es habitual que las viudas sean desalojadas de sus viviendas por sus propios cuñados, que se apropian de sus haciendas y de sus propiedades.
Un informe de HRW, titulado Doble discurso: violaciones al derecho de propiedad de las mujeres en Kenia, documenta más de 100 historias parecidas.
Muchas de las mujeres entrevistadas para el estudio de la organización con sede en Nueva York viven en la pobreza. Sus hijos deben abandonar la escuela y viven con temor por las amenazas de sus hostiles familias políticas.
Los tribunales de familia acumulan casos y casos de viudas despojadas por sus cuñados y suegras, dijo la abogada Judy Thiongori, del Centro de Rehabilitación de Mujeres Abusadas.
Las tradiciones de diversas localidades keniatas impiden a las viudas heredar los bienes de sus maridos. Se espera que continúen dependiendo de los hombres, en especial de los cuñados, con los que están obligadas a casarse. De lo contrario, regresan, en general, a la casa de sus padres.
La constitución de Kenia prohíbe la discriminación de género, pero existen casos específicas en que la ley consuetudinaria prima sobre la ley civil. La sección 82 de la constitución establece que la equidad no rige en materia de adopción, matrimonio, divorcio, entierro y herencia.
Por otra parte, las normas tradicionales no están escritas y son objeto de interpretación subjetiva.
Las costumbres son importantes y efectivas en muchos casos, pero en lo que se refiere a los derechos femeninos deben ser eliminadas, dijo la autora del informe, Janet Walsh.
Algunas leyes escritas, incluso, perjudican a las mujeres. la Ley de Sucesión determina que las viudas pierden derecho a heredar los bienes de sus maridos muertos si vuelven a casarse. Esa disposición no rige para los hombres.
HRW reclamó al gobierno keniata el fin de estos abusos. El presidente Mwai Kibaki, el primero ajeno al otrora todopoderoso partido Kanu, prometió una reforma constitucional que consagre la equidad en el acceso a la propiedad entre hombres y mujeres.
Otro problema es que la mayoría de los casos ni siquiera llegan a los tribunales. Fue imposible, dijo Otaye, quien ni siquiera consideró la posibilidad porque carecía de dinero para pagar los tributos que cobra el Poder Judicial.
La introducción de una demanda en la justicia equivale a poco menos de nueve dólares, en un país donde la mayoría de la población vive con menos de un dólar diario.
Yo no podía ganar. No tenía dinero, y ellos lo tenían. Ellos podían sobornar a cualquiera, dijo Otaye. (