Exigencias internacionales de protección al ambiente y la probable guerra en Iraq se suman para mejorar las perspectivas de exportación de alcohol combustible, y Brasil es el mayor beneficiario por su potencial productivo y su pionera tecnología en la materia.
Ya son muchos los países que empiezan a mezclar alcohol (etanol o metanol) en la gasolina, y esa tendencia se acentuará cuando entre en vigencia el Protocolo de Kyoto, que obligará a los países industrializados a reducir su emisión de gases que causan efecto invernadero, al retener calor en la atmósfera.
El Protocolo, firmado en 1997 en la sudoccidental ciudad japonesa de Kyoto, puede entrar en vigor en el segundo semestre de este año, indicó a IPS el ingeniero Alfred Szwarc, experto en energía y ambiente, y consultor de la Unión de la Agroindustria Cañera de Sao Paulo (Unica).
Eso depende de que el acuerdo sea ratificado por Rusia, lo cual cumpliría la exigencia de adhesión de por lo menos 55 países que hayan sido responsables en 1990 de 55 por ciento de las emisiones de gases invernadero registradas en el mundo industrializado.
La tensión en Iraq es también un estímulo, ya que causa aumento de los precios del petroleo, apuntó Szwarc.
El especialista recordó que Brasil inició su plan de sustitución de gasolina por alcohol (Proalcohol) en 1975, en respuesta a la crisis petrolera de ese año, que elevó en forma acentuada los precios del crudo.
La capacidad de exportación dependerá de que haya excedente, y en la actualidad la producción no es suficiente para atender el consumo interno, pero el gobierno presiona a las destilerías para que produzcan este año 1.500 millones de litros más que en 2002, elevando el total anual a más de 13.000 millones de litros.
Japón y Estados Unidos son los principales mercados potenciales para los países productores de caña de azúcar, la materia prima que permite obtener alcohol a más bajo precio, porque son los dos mayores consumidores de petróleo, y buscan combustibles alternativos para reducir su dependencia de importaciones.
Japón estudia mezclar cinco por ciento de alcohol en la gasolina, y elevar luego el agregado a 10 por ciento. Eso implicaría una demanda de 3.000 millones de litros anuales en la primera fase, y de 6.000 en la segunda, calculó Szwarc.
En la actualidad, todo el comercio internacional de alcohol suma de 3.000 a 4.000 millones de litros por año, y predomina la compra para uso industrial, medicinal o en bebidas, no como combustible, con un precio que oscila de 25 a 30 centavos de dólar por litro, señaló.
Varios estados de Estados Unidos ya utilizan gasolina mezclada con alcohol, pero ese país mantiene fuertes barreras contra la importación de alcohol, para proteger una producción propia que puede llegar a 12.000 millones de litros este año, con costos más elevados porque usa maíz como materia prima.
Pero una parte del mercado estadounidense, el mayor del mundo, se puede conquistar mediante asociaciones con productores y distribuidores locales, según Szwarc.
Es que la producción de alcohol, por usar materia prima agrícola, se concentra en un periodo del año y puede ser afectada por problemas climáticos o plagas. Por eso sería beneficioso establecer acuerdos de complementariedad e intercambio, que mantengan un equilibrio de oferta y demanda, algo indispensable para consolidar el nuevo combustible, observó el experto.
El Proalcohol brasileño, por ejemplo, tuvo gran éxito hasta 1985, cuando su producción fue impulsada mediante subsidio estatal, y más de 90 por ciento de los automóviles nuevos de producción nacional llegaron a ser para uso exclusivo de alcohol hidratado.
Pero en los años 90 cesó ese subsidio, un déficit de producción en 1989/1990 destruyó la confianza en el combustible alternativo, y los automóviles nuevos a alcohol pasaron a ser menos de uno por ciento del total.
De todos modos, en Brasil hay unos tres millones de vehículos impulsados por alcohol hidratado, un quinto del total en circulación, y la gasolina consumida en el país lleva 25 por ciento de alcohol anhidro.
Una recuperación de la producción de automóviles a alchol en los dos últimos años elevó su proporción a tres por ciento del total en 2002, y ese año el consumo fue 700 millones de litros mayor de lo previsto, según la Unica.
Toda esa historia le permitió al país desarrollar una tecnología pionera que comienza a exportar.
La firma Dedini, mayor productora de bienes de capital para la industria cañera, acaba de firmar un contrato con un grupo similar de India, Uttam, para transferirle tecnología en la construcción durante dos años de 30 destilerías con capacidad para producir 60.000 litros diarios de alcohol.
En Brasil hay capacidad instalada para producir 600.000 litros diarios.
No fue posible exportar plantas completas, porque el precio no habría sido competitivo debido a aranceles, costo del transporte y mano de obra más cara que en India, y por eso se eligió vender la tecnología, explicó a IPS Tarcisio Mascarim, director de Asuntos Corporativos de Dedini.
Pero se abrió un gran mercado, ya que India, también un gran productor de caña, tiene 500 usinas azucareras, a las cuales se pueden agregar destilerías, observó.
La Dedini recibirá cinco por ciento del valor de cada unidad.
Tailandia, Australia, Filipinas, China y Nepal son otros posibles compradores de destilerías o tecnología, ya que se trata de países azucareros que aún no producen alcohol en cantidad significativa.
Esa es una perspectiva que se abre también en naciones latinoamericanas, especialmente Colombia y Perú, donde el combate al narcotráfico impulsa la sustitución del cultivo de coca por el de caña, destacó Szwarc.
La Dedini también prevé multiplicar sus destilerías en Brasil, para abastecer a grandes mercados.
Alemania agregará ocho por ciento de alcohol a la gasolina para cumplir con el Protocolo de Kyoto a partir de 2008, y eso representa 4.500 millones de litros de etanol al año, ejemplificó Mascarim. (