Miles de angoleños, luso-africanos y portugueses regresan desde Portugal a Angola, el país que muchos abandonaron durante cuatro décadas de conflictos armados, que dejaron más de un millón de muertos.
Tres acuerdos de paz para Angola, en 1975, 1992 y 1994, no fueron más que breves ceses del fuego. Sólo la muerte del líder rebelde Jonas Savimbi, hace un año, marcó el comienzo del penoso camino de la pacificación de ese vasto país de Africa austral, que tiene unos 12 millones de habitantes.
Ahora hace un año que no se escucha un tiro en Angola.
Esa es la mejor garantía de seguridad, necesaria para el ansiado regreso de miles de prófugos de la guerra, en su inmensa mayoría angoleños residentes en Portugal y portugueses que habían prosperado en Angola, dijo a IPS el jóven médico africano Joao da Costa Márques.
El proceso se inició hace unos cinco meses, y ya regresaron de 8.000 a 10.000 personas, angoleñas que residían en Portugal o integrantes de familias luso-africanas, según cálculos divulgados a medidados de febrero por la embajada de Angola en Portugal, según la cual unas 400 personas viajan cada semana de Lisboa a Luanda.
La gran mayoría de los portugueses que emprenden ese viaje son mestizos de origen angoleño, nostálgicos de Africa, y desde hace mucho tiempo impacientes por viajar al país de su infancia, afirmó Eliseu Bomba, del consulado de Angola en Portugal.
Tras el cese de hostilidades en Angola, iniciado el mismo día en que murió Savimbi, muchos empresarios portugueses empezaron a ver en el país africano el renacer de una tierra prometida con firmes perspectivas de reactivación económica, donde casi todas las áreas de negocios son consideradas lucrativas.
El 22 de febrero del año pasado, una patrulla del ejército angoleño descubrió el escondrijo de Savimbi, presidente de la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA), en el altiplano central de ese país, y lo acribilló a balazos.
Eso puso término a 41 años de guerra que comenzaron en febrero de 1961, con la insurgencia contra el dominio colonial portugués.
En abril de 1974, un grupo de capitanes izquierdistas del ejército depuso en Portugal al régimen coporativista impuesto en 1926, cuyos principales exponentes fueron los dictadores Antonio de Olveira e Salazar y Marcello Caetano.
Ese grupo, llamado Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA) decretó al asumir el poder que cesaran las acciones militares en las llamadas provincias de ultramar, y comenzó así a desmantelar el arcaico imperio colonial portugués en Africa y Asia.
En diciembre de 1975, el almirante rojo Antonio de Rosa Coutinho, gobernador nombrado por el MFA para la transición angoleña, entregó el poder al marxista Movimiento de Liberación Popular de Angola (MPLA).
Savimbi no reconoció al gobierno del MPA, e inició la más prolongada y cruenta guerra civil en la historia independiente de Africa.
La UNITA, apoyada principalmente por el régimen racista sudafricano del apartheid y por Estados Unidos, mantuvo en jaque a las fuerzas gubernamentales por más de tres décadas.
La guerra civil causó la muerte de 1,1 millones de personas, obligó a abandonar Angola a otros dos millones, y dejó huérfanos de padre y madre a unos 400.000 niños, muchos de los cuales aún deambulan por las calles de ciudades y aldeas.
El país africano quedó casi reducido a escombros, pero aún posee inmensas riquezas en petróleo, diamantes y café, y pocos dudan que renacerá.
En muchos países hay personas deseosas de instalarse en Angola, dijo a IPS Augusto Baptista, angoleño residente en Portugal y director de un proyecto autónomo de traslados a su país.
Muchos ingenieros y abogados de (las también ex colonias portuguesas de) Cabo Verde, Guinea-Bissau y Santo Tomé-Príncipe preparan sus valijas para partir, porque ven posibilidades de triunfar profesionalmente en un país que, a pesar de no ser el de ellos, es africano y habla portugués, explicó Baptista.
Bomba dijo que su consulado cuenta con información sobre muchas personas establecidas en Gran Bretaña, Holanda, Cuba, Brasil, Estados Unidos y las repúblicas ex soviéticas que desean regresar a Angola, y que será necesario apoyo de la Organización de Naciones Unidas (ONU) para planificar un retorno con perspectivas concretas de trabajo.
Ahora existe una gran confianza en el proceso de paz, porque esta vez fue hecho por angoleños y no por mediadores internacionales, opinó Baptista.
Pese al afianzamiento de una paz que parece perdurable y la riqueza potencial del país, la organización no gubernamental francesa Médicos Sin Fronteras señaló el 16 de febrero que por lo menos 1,5 millones de angoleños pasan hambre.
Hasta fines del año pasado, 1,9 millones de personas fueron alimentadas a través de programas de auxilio internacional, añadió.
La ONU pronosticó, en un informe divulgado el 23 de febrero, que más de dos millones de angoleños necesitarán ayuda para sobrevivir en 2003, a pesar de la consolidación de la paz.
El heredero político de Savimbi, general Paulo Lukamba Gato, aseguró que la guerra no volverá a Angola, en una entrevista publicada el 27 de febrero por el diario Publico de Lisboa.
Tenemos los pies bien asentados en nuestro pasado histórico, manteniendo nuestra matriz de amplio movimiento de masas, pero la nueva UNITA debe tener una visión progresista y, sobre todo, practicar un modelo democrático de dirección, en vez de un estilo de conducción autoritaria como el de Savimbi, afirmó. (