AGRICULTURA: Algodón transgénico se expande en desmedro de Brasil

Brasil sufrirá grandes pérdidas por retardar la producción y también las investigaciones de algodón genéticamente modificado, una práctica que ya han adoptado otros países productores, lamentaron dirigentes agrícolas.

La producción de transgénicos está alterando el mercado mundial de materias primas de la industria textil, al permitir una reducción de 10 a 15 por ciento en los costos del cultivo, dijo a IPS Joao Luiz Pessa, ex presidente y actual consejero de la Asociación Brasileña de Productores de Algodón (Abrapa).

El director ejecutivo de Abrapa, Helio Tollini, corroboró esta apreciación al indicar que la biotecnología es la gran solución para reducir las aplicaciones de herbicidas e insecticidas, abaratando la fibra natural y disminuyendo las agresiones al ambiente.

De 12 o 14 aplicaciones químicas en cada siembra se puede bajar a cuatro o menos, explicó Pessa, también presidente de la asociación de cultivadores de algodón del centroccidental estado de Mato Groso.

El algodón es uno de los cultivos más atacados por plagas ya que enfrenta cerca de 250 enemigos, 90 por ciento de los cuales son hongos, a los que se le suman virus, nematodos y bacterias.

La modificación genética, además de la resistencia contra las enfermedades, podrá agregar al algodón algunas características de la fibra sintética, devolviéndole mayor competitividad en relación a las fibras derivadas del petróleo, añadió.

Las fibras naturales perdieron mercado frente a sus competidoras en las últimas décadas. Su consumo mundial crece muy lentamente y en los últimos años se estabilizó en torno de 20 millones de toneladas al año.

En cambio, los materiales sintéticos tomaron ventaja gracias a la reducción del precio obtenida por los grandes avances tecnológicos de la industria petroquímica, además de favorecer usos específicos, como en deportes, admitió Tollini.

Pero el algodón es más cómodo, especialmente en climas calientes, y ”hay gente que no soporta otras fibras”, añadió el director ejecutivo de Abrapa.

Sin embargo, la siembra de productos transgénicos sigue prohibida en Brasil debido a un fallo judicial, mientras el gobierno busca superar sus divisiones y definir una posición única y el Congreso discute un proyecto para regular el tema.

Ocho países, entre ellos los dos mayores productores, China y Estados Unidos, ya siembran el algodón transgénico, según el Consejo Consultivo Internacional del Algodón (CCIA o ICAC en sus siglas en inglés).

Brasil prohíbe la producción de algodón transgénico, pero lo usa en su industria textil, importándolo de países como Estados Unidos, ironizó Pessa.

La CCIA asegura que ninguna otra tecnología en la historia de la agricultura tuvo una aceptación tan rápida como la que está logrando la ingeniería genética.

Las siembras transgénicas abarcan en el año agrícola en curso ya 58,7 millones de hectáreas, cuando a su inicio en 1996-1997 sólo cubrían 1,7 millones de hectáreas. De esa área total, el algodón ocupa 12 por ciento, sólo superado por la soja, con 62 por ciento, y por el maíz, con 21 por ciento.

Pero en Brasil hay fuerte resistencia a esa tecnología por parte de organizaciones no gubernamentales ambientalistas y de defensa del consumidor, además del Ministerio de Medio Ambiente, que reclama más estudio sobre posibles efectos contra el ambiente y la salud humana, en nombre del principio de precaución.

Con esa actitud, Brasil afronta un retraso que puede costar caro, advirtieron tanto los productores algodoneros como la Asociación Brasileña de la Industria Textil, que reclama la liberación de las investigaciones y luego de la siembra del algodón transgénico.

Los industriales se quejan del fuerte aumento del costo de la fibra natural en los últimos meses, ante la recuperación de los precios internacionales agravada por la devaluación acentuada de la moneda brasileña, el real.

Los precios en el mercado internacional de algodón subieron de unos 34 centavos de dólar por libra-peso a mediados de 2002 a cerca de 55 centavos en la actualidad, dijo Pessa, recordando que está aún por debajo del promedio histórico, de 65 centavos de dólar.

Para esa tendencia contribuye la caída general de la cosecha mundial de este año. En Australia se estima que caerá 55 por ciento respecto de los 713 millones de toneladas de 2002, debido a lo que se considera la peor sequía de los últimos 100 años.

China, el mayor productor mundial de algodón, espera incrementar su cosecha sobre los 4,9 millones de toneladas del año pasado, aunque seguirá siendo un gran importador, ya que su inmensa industria textil consumirá cerca de 6,5 millones de toneladas, según cálculos del Ministerio de Agricultura.

Este sería un buen momento para expandir el cultivo en Brasil, ya que es el único productor capaz de sustituir las exportaciones de Australia, opinó Tollini. Pero eso dependerá también de los precios de la soja, que disputa tierras con el algodón en el corto plazo.

Brasil cuenta con una gran extensión de tierra para expandir su agricultura, pero las incertidumbres y los costos traban esa posibilidad. Además, eso impide avanzar en investigaciones sobre transgénicos, lo cual es ”un absurdo”, se quejó Tollini.

Por ahora, los costos de producción del algodón en Estados Unidos superan a los de Brasil, una diferencia neutralizada actualmente por los subsidios que otorga Washington a sus productores y que podrá reducirse con creces por la biotecnología, según teme el dirigente brasileño.

Brasil fue un gran exportador de algodón hasta la década del 80, cuando medidas del gobierno y las plagas derrumbaron su producción, convirtiéndolo en importador neto.

A fines de la década del 90 se logró invertir la tendencia y en los últimos años se logró llegar a casi un equilibrio entre oferta y demanda internas en torno a las 800.000 toneladas.

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