Esta fue una semana frustrante para el presidente de Afganistán, Hamid Karzai, que pasó 10 días en la capital de Estados Unidos intentando en vano obtener atención y asistencia económica.
Hace un año, Karzai era una figura célebre en Washington, donde los políticos se deshacían en promesas de que, esta vez, Estados Unidos no volvería la espalda a Afganistán, como lo hizo cuando las fuerzas de la hoy disuelta Unión Soviética se retiraron del país a fines de los años 80.
El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, llegó incluso a proponer un Plan Marshall para ese país de Asia central devastado por 23 años de guerra, de modo que no sólo se recuperara, sino que también prosperara.
El Plan Marshall fue implementado por Estados Unidos en 1947 para reconstruir Europa tras la segunda guerra mundial (1939-1945) a un costo de 20.000 millones de dólares de la época.
Pero las promesas de Bush están lejos de aquel plan, y Karzai encuenta que la atención de Washington se concentra firme y casi exclusivamente en Iraq.
Peor aun, pese a sus vehementes pedidos de ayuda financiera adicional, el líder afgano debió conformarse con un incremento en la línea de crédito para su país de la estatal estadounidense Corporación de Inversiones Privadas de Ultramar (OPIC), de 50 a 100 millones de dólares.
Karzai, correctísimo huésped, no se quejó, incluso cuando la prensa lo ignoró por completo durante una breve sesión fotográfica con Bush en la Casa Blanca.
El presidente afgano incluso agradeció el aumento en la línea de crédito de OPIC, y dijo a un periodista televisivo que los 35 millones prometidos por esa agencia para financiar y asegurar la construcción de un hotel cinco estrellas en Kabul significaba un voto de confianza en la estabilidad de su gobierno.
Nos aseguraron que Estados Unidos continuará apoyando a Afganistán, que ese apoyo será continuo y que la cuestión de Iraq no reducirá la atención ni la ayuda económica para Afganistán, insistió Karzai luego de una breve reunión con Bush.
Pero funcionarios y figuras ajenas al gobierno de Bush que también se reunieron con el presidente afgano manifestaron recelo.
Mientras los ojos del mundo se concentran en otra parte, no debemos olvidar que la experiencia de Afganistán demostará si la comunidad internacional es capaz de mantener su apoyo a un país frágil en su proceso de reconstrucción posguerra, dijo el presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn, que se reunió con Karzai el lunes.
El mismo mensaje fue enviado por legisladores del opositor Partido Demócrata estadounidense en una audiencia ante la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado, en la que el proio Karzai participó.
Los hechos dejan una cosa clara. Hay un gran trabajo por delante en Afganistán y muchas obligaciones por cumplir, dijo el senador demócrata Joseph Biden.
Biden ha sido uno de los principales defensores del Plan Marshall para Afganistán y de la idea de expandir la Fuerza Internacional de Asistencia de Seguridad (ISAF), que tiene el objetivo de impedir estallidos de violencia más allá de Kabul para consolidar el poder central en todo el país.
Unos dos millones de refugiados afganos regresaron a su país desde que fue derrocado en 2001 el movimiento radical islámico Talibán, que gobernaba la mayor parte de Afganistán, pero muchos no reciben la adecuada asistencia, informaron agencias de ayuda humanitaria.
Particularmente preocupante es la situación de seguridad en el norte y el sur del territorio ante constantes enfrentamientos entre facciones rivales y la reagrupación de algunos talibanes, ahora aliados con líderes mujaidínes (combatientes islámicos, la mayoría de origen árabe).
La tensión aumentó el mes pasado cuando el gobierno de Alemania advirtió que una invasión de Estados Unidos a Iraq podría motivar un ataque coordinado contra las fuerzas occidentales apostadas en Kabul.
En varias partes del país, las agencias de asistencia fueron obligadas a detener sus operaciones debido al constante acoso, las amenazas e incluso la violencia por parte diversas tribus.
El gobierno de Bush se opuso a la expansión de las ISAF por temor a que la fuerza internacional entorpeciera los esfuerzos del Departamento de Defensa para ubicar y destruir las células sobrevivientes de la red radical islámica Al Qaeda.
Pero luego intentó estabilizar el país enviando equipos de sus fuerzas especiales para persuadir a líderes tribales y señores de la guerra para que cooperaran con el gobierno central.
Sin embargo, analistas sostienen que esta táctica no ha sido para nada efectiva por ahora y, en ciertos casos, facilitó incluso que algunos señores de la guerra recibieran armas y dinero de las fuerzas de Estados Unidos.
Washington también intenta crear un ejército nacional que pueda ir extendiendo el alcance del gobierno central más allá de la capital, pero esto también parece difícil de concretar.
Hasta ahora, sólo 3.000 reclutas fueron entrenados, de los cuales la mitad ya desertaron debido a conflictos étnicos dentro del ejército, los bajos sueldos y las duras condiciones de vida en los cuarteles, informó la organización humanitaria CARE International.
Organizaciones de derechos humanos también expresaron su preocupación por el retorno de las prácticas discriminatorias características del movimiento Talibán, en especial en las áreas habitadas por comunidades de la mayoritaria etnia pashtú (patana).
Las mujeres están afrontando serias restricciones por parte de los líderes locales. Es por eso que necesitamos expandir el ISAF, dijo la senadora demócrata Barbara Boxer.
Karzai aseguró que la situación no era tan grave como señalaba la prensa estadounidense y las organizaciones humanitarias. No es así. El gobierno tiene mucha más autoridad en el país de lo que pueden suponer, afirmó.
Pero al mismo tiempo, admitió que el gobierno afronta grandes desafíos y necesita mucho apoyo de la comunidad internacional.
Estados Unidos y otros países donantes prometieron 4.500 millones de dólares en asistencia para Afganistán durante cinco años en una conferencia realizada en Tokio en enero de 2002, pero el dinero todavía no ha llegado por completo.
Afganistán aún no está fuera de peligro. No nos olviden, no importa lo que pase en Iraq, dijo Karzai. (