Turquía comienza a alinearse con el plan de guerra de Estados Unidos contra Iraq luego de una semana de dilaciones, y tiene poderosas razones para hacerlo: obtener fondos frescos de Washington e impedir un alzamiento separatista kurdo.
El Poder Ejecutivo turco elevará esta semana al Legislativo el pedido de autorización para el ingreso de tropas estadounidenses en el territorio.
Los soldados estadounidenses que tendrán el objetivo de abrir un frente de batalla en el norte de Iraq ya se preparan para poner pie en Turquía. Cientos de ellos se encuentran allí, autorizados por el parlamento turco con la excusa de que realizarán obras en las bases militares de Estados Unidos.
Miles de soldados estadounidenses aún esperan a bordo de barcos anclados cerca de la costa turca. Una poco probable negativa del parlamento turco al pedido del gobierno implicaría el traslado de esas tropas a áreas vecinas al sur de Iraq, como Kuwait o Arabia Saudita, a través del canal de Suez.
Washington y su socio estratégico en el Mediterráneo nororiental se acercaron a un acuerdo el domingo, luego de discutir en público durante toda la semana pasada el monto de la ayuda financiera que recibiría Ankara de apoyar la guerra contra Iraq.
Aviones de carga estadounidenses ya aterrizan con frecuencia en el aeropuerto de Diyarbakir, cerca de la frontera de Iraq, en el sudeste de Turquía, incluso a la vista de las cámaras de televisión.
También Turquía ha enviado miles de soldados al sudeste. Es un dato significativo, pues se trata del único país de mayoría musulmana y vecino de Iraq que integra la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). El partido de gobierno, además, tiene raíces islámicas.
Mientras, 97 por ciento de los entrevistados en Turquía por una empresa encuestadora afirmaron oponerse a los planes de guerra de Estados Unidos contra Iraq.
Pero el gobierno turco no actúa movido por la oposición a la administración autocrática de Saddam Hussein o por la necesidad de un cambio de régimen en Iraq, sino por la necesidad de impedir la creación de un estado kurdo en su frontera sudoriental, que alentaría la insurgencia secesionista en su propio territorio.
Ankara también va detrás de la riqueza petrolera iraquí y de la asistencia financiera directa de Estados Unidos.
El gobierno turco recibió condenas dentro del país y en todo el mundo por el precio que procura cobrar por colaborar con una guerra que el país no quiere, pero Estados Unidos sí.
Ankara asegura haber perdido hasta 100.000 millones de dólares en la última guerra del Golfo, que enfrentó en 1991 a una coalición de 34 países encabezados por Estados Unidos con Iraq. Por eso, ahora exigió una garantía de 6.000 millones de dólares en donaciones y hasta 30.000 millones en préstamos.
Las demandas del gobierno turco recibieron calificativos como chantaje, política de bazar y extorsión.
Pero los gobernantes turcos aseguran que el dinero no es el único argumento para ayudar a Estados Unidos.
El líder del gobernante Partido Justicia y Desarrollo, Recep Tayyip Erdogan, mencionó entre sus propósitos la defensa de dos millones de personas de origen turco que viven en el norte de Iraq, zona de predominio kurdo y árabe.
Por otra parte, la posible constitución de un estado o entidad kurda en el noroeste de Iraq preocupa a Turquía, cuyo gobierno advirtió a Estados Unidos contra esa eventualidad. Los separatistas kurdos de Iraq podrían echar mano a los campos petroleros de Kirkuk y Mosul, afirmaron.
Ankara teme que su propia población kurda – – 20 por ciento de sus 68 millones de habitantes – – eleve nuevas demandas de autonomía. Hace cuatro años rige una relativa paz tras la guerra civil contra el separatista Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), que dejó unos 35.000 muertos desde 1983.
El pueblo kurdo, de 19 millones de personas, se extiende sobre la jurisdicción de cuatro países (Turquía, Siria, Irán e Iraq), y constituye la minoría étnica más grande del mundo sin territorio propio.
En Turquía, donde reside la mayoría, sólo se les reconoció el derecho al uso y enseñanza de idioma el año pasado, como consecuencia de la presión de la Unión Europea para admitir al país como miembro del bloque en el futuro.
El gobierno turco considera que si se mantiene al margen de una guerra no podrá responder a las acciones que los separatistas emprendan con las armas que le suministre Estados Unidos a los kurdos del norte de Iraq. (