El plan de contingencia preparado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para asistir a las víctimas iraquíes de una invasión de Estados Unidos será insuficiente, admitieron autoridades del organismo.
La subsecretaria general de la ONU, Louise Frechette, confirmó esta semana al Consejo de Seguridad que las agencias de asistencia podrán proveer alimentos a unos 250.000 iraquíes durante 10 semanas, y con las contribuciones adicionales de la comunidad internacional la cobertura alcanzaría a casi 900.000.
Pero la ONU calcula que, en el mejor de los casos, más de 10 millones de iraquíes necesitarán ayuda alimentaria apenas comience el conflicto, y la mitad de la población de 26 millones de habitantes tendrá grandes carencias de agua potable.
Tras consultar a autoridades del Programa Mundial de Alimentos (PMA) y al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), dijo al Consejo de Seguridad el jueves que la ONU debe prepararse para amortiguar el impacto humanitario de una guerra en Iraq.
No obstante, señaló que el plan de contingencia de la ONU no debe dar una señal al mundo de que la guerra es inevitable.
Kenzo Oshima, secretario general adjunto de la ONU para asuntos humanitarios y coordinador de programas de ayuda de emergencia, dijo el jueves a periodistas que el llamamiento internacional del organismo hecho diciembre para obtener 37,4 millones de dólares destinados a asistencia humanitaria en Iraq tuvo un buen resultado.
La ONU recibió unos 30 millones de dólares, la mitad donados por Estados Unidos, y tiene previsto otro llamamiento por 83 millones de dólares, señaló Oshima.
El funcionario dijo que la guerra podría forzar el desplazamiento interno de casi dos millones de iraquíes y hacer que entre 60.000 y 1,5 millones busquen refugio en otros países de Medio Oriente.
Por supuesto, las partes en conflicto deben tener presente sus obligaciones de proteger y ayudar a la población civil, según la ley internacional humanitaria, dijo Oshima.
Mientras, la organización no gubernamental Medact calculó que la guerra causará entre 48.000 y 261.000 muertes de todas las partes en los primeros tres meses. Otras 200.000 muertes se esperan a largo plazo por los efectos sanitarios de las armas empleadas en el conflicto.
Mientras, el no gubernamental Centro para los Derechos Económicos y Sociales (CESR, por sus siglas en inglés), con sede en Nueva York, advirtió que los servicios de salud y los sistemas de distribución de alimentos de Iraq colapsarán cuando Estados Unidos comience su ataque.
La crisis humanitaria excederá la capacidad de la ONU y de otras agencias internacionales para responder en forma adecuada, señaló el CESR.
En un estudio elaborado por expertos enviados a Iraq a comienzos de enero, el CESR instó a los 15 países que integran el Consejo de Seguridad a tener un plan de contingencia efectivo antes de permitir un ataque militar.
Los expertos concluyeron que la población iraquí es ahora mucho más vulnerable a los efectos de un conflicto que en la guerra del Golfo de 1991, pues está reducida a un estado de dependencia de Bagdad y de la ayuda internacional, luego de años de rígidas sanciones (económicas) de la ONU.
Tras 12 años de sanciones, la población se empobreció y la infraestructura civil sigue siendo frágil y vulnerable a un nuevo ataque, advirtió el CESR.
El estudio indica que las características de la sociedad iraquí son hoy mucho más parecidas a las de un campamento para refugiados que a las de la mayoría de los países en desarrollo.
Desde 1991, Iraq pasó del puesto 96 al 127 en el índice de desarrollo humano elaborado por la ONU. Ningún otro país cayó tanto y tan rápido, observó el CESR.
En cierta medida, Iraq fue reducido a un gran campamento de refugiados. La población iraquí sobrevive gracias a los alimentos que distribuye el gobierno y depende del frágil sistema de salud. Los iraquíes son muy vulnerables a la guerra, dijo por su parte Ronald Waldman, director del programa de inmigración y salud de la Universidad de Columbia, en Nueva York.
Más de 60 por ciento de la población depende de la asistencia alimentaria entregada por el gobierno, en virtud del programa petróleo por alimentos creado en abril de 1995, por el cual Bagdad puede vender crudo para adquirir suministros, supervisados por la ONU.