El presidente George W. Bush se encargó de reafirmar, sin sombra de duda, el predominio en su política exterior del ala más conservadora del gobierno, al postular la democratización del mundo árabe como uno de los objetivos de su plan de guerra contra Iraq.
El propio Bush dejó en evidencia el miércoles, al pronunciar un discurso sobre su campaña contra el gobierno de Saddam Hussein, que no seguiría las recomendaciones de sus aliados más moderados, como el secretario de Estado (canciller) Colin Powell y el primer ministro de Gran Bretaña, Tony Blair.
Las palabras del presidente estadounidense no fueron mucho más allá de lo que hace meses han dicho funcionarios de menor rango, pero sí fue significativo el ámbito en que ventiló sus ideas: el auditorio del conservador centro académico American Enterprise Institute (AEI).
Este instituto, conducido por el presidente de la gubernamental Junta de Políticas de Defensa, Richard Perle, se ha ubicado en la vanguardia de las posturas más unilateralistas, belicistas y conservadoras de Washington, en particular luego de los atentados contra Estados Unidos del 11 de septiembre de 2001, que dejaron 3.000 muertos.
Perle y otros miembros del AEI encabezaron la campaña en los medios de comunicación para alentar una guerra contra Iraq y respaldar al derechista primer ministro de Israel, Ariel Sharon.
Con ese fin, aprovecharon sus añejos y estrechos vínculos con las figuras más conservadoras del gobierno de Bush, como el vicepresidente Dick Cheney y el secretario (ministro) de Defensa Donald Rumsfeld.
Además, el AEI trabajó en conjunto con el Proyecto para el Nuevo Siglo Estadounidense (PNAC), otra organización conservadora con la que comparte un edificio en el centro de Washington, presidida por William Kristol.
Perle y otras personalidades del AEI, como Michael Ledeen, Tom Donnelly, Marc Reuel Gerecht y Joshua Muravchik, lanzaron consistentes embates contra el ala realista (moderada) del gobierno de Bush, encabezada por Powell.
Los moderados, entre ellos expertos de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), funcionarios diplomáticos y el ex consejero de Seguridad Nacional Brent Scowcroft, consideran que el plan de democratizar Medio Oriente sin obligar a Israel a negociar con los palestinos desestabilizaría la región y fortalecería el radicalismo islámico.
El hecho de que Bush elija el AEI para hablar sobre su visión de un Iraq democrático y de un Medio Oriente pacífico debe ser profundamente desmoralizante para Powell, dijo un colaborador de un congresista que respaldó los esfuerzos del secretario de Estado por reducir la influencia de los halcones.
Al mismo tiempo, la relación entre Bush y los gobiernos árabes aliados de Estados Unidos, como Arabia Saudita y Egipto, se resiente.
Todos los líderes árabes responsabilizan a Perle y a sus amigos en el Pentágono (ministerio de Defensa) de la política estadounidense en Medio Oriente. Lo ven como un agente del Likud, el conservador partido de Sharon, dijo un periodista egipcio acreditado en Washington.
Bush y Rumsfeld debieron mostrarse distanciados de Perle por un breve periodo el año pasado, luego de que el funcionario invitó a un analista francés a explicar a la Junta de Políticas de Defensa sobre el supuesto respaldo de la familia real saudita a terroristas islámicos.
Bush se comprometió el miércoles a asegurar(se) de que un dictador brutal no reemplace a otro, en referencia al presidente iraquí Saddam Hussein, y afirmó que una victoria estadounidense en la guerra también iniciaría una nueva etapa en la paz en Medio Oriente.
El aplauso en el auditorio del AEI fue entusiasta.