IRAQ-EEUU: El petróleo para el poder

La invasión a Iraq garantizará a Estados Unidos el suministro de petróleo a largo plazo y beneficiará a compañías estadounidenses, pero, sobre todo, impedirá a otros exportadores de crudo influir en la política exterior de Washington.

”No se trata sólo de beneficios económicos, sino de control”, señaló Steve Kretzmann, un analista de la industria petrolera del Instituto de Estudios Políticos, de Washington.

”Lo que importa es quién controla el grifo. Por eso (el probable ataque de Estados Unidos a Iraq) tiene todo que ver con el petróleo”, afirmó.

Kretzmann respondió así a declaraciones el miércoles del presidente estadounidense George W. Bush, quien negó que Washington quiera atacar a Iraq por el petróleo, como acusaron millones de manifestantes contra la guerra en marchas realizadas este mes en todo el mundo.

”Trataremos de proteger los recursos naturales de Iraq contra el sabotaje de un régimen moribundo” y ”de asegurar que esos recursos sean usados para beneficio de su propietario, el pueblo iraquí”, declaró Bush.
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Pero Kretzmann consideró ”irrisoria” la idea de que Estados Unidos lance una guerra para ayudar al pueblo iraquí y aseguró que ”el petróleo tiene todo que ver con la política de la región (Medio Oriente) y así ha sido por 60 años”.

Debido a la creciente tensión de las relaciones con Arabia Saudita, la principal reserva mundial de petróleo y el mayor proveedor del producto para Estados Unidos, Washington busca reducir esa dependencia, señaló otro analista de la industria, Michael Renner, del Worldwatch Institute, de Washington.

Arabia Saudita posee un cuarto de las reservas probadas de petróleo del planeta, y el año pasado vendió a Estados Unidos 18 por ciento del petróleo importado por este país.

Si a eso se suma el temor a que el reino árabe caiga en manos de extremistas islámicos, más dispuestos a usar el crudo como arma contra Washington, se concluye que el control del recurso iraquí es la única alternativa viable para la administración Bush, dominada por conservadores temerosos de una repetición del embargo petrolero de 1973, encabezado por Riyad.

”La solución final para ese miedo es la instalación de un estado cliente de Estados Unidos en Iraq. De pronto, habrá un paragolpes para lo que pueda ocurrir en Arabia Saudita”, señaló Kretzmann.

Irán, Libia e Iraq, todos considerados ”estados renegados” por Washington y miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), manifestaron su voluntad de usar el crudo para presionar a Israel y a Estados Unidos para que detuvieran los ataques contra los palestinos.

Ejecutivos de la industria prevén que la demanda mundial de crudo, de unos 75 millones de barriles diarios (de 159 litros), ascienda a 90 millones de barriles por día o más para 2010.

Los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos intensificaron los llamados en Washington a reducir la dependencia del petróleo de Medio Oriente mediante acuerdos con Rusia, la cuenca del mar Caspio y Africa occidental, y a través de la explotación de las reservas de Alaska.

Sin embargo, todas esas regiones combinadas no compensan la cantidad de petróleo procedente de Medio Oriente.

”En los próximos 30 a 50 años, la importancia estratégica de Iraq aumentará, a medida que se agoten otras reservas del mundo”, afirmó Kretzmann.

Además, las compañías petroleras estadounidenses se beneficiarán del flujo constante de petróleo iraquí y su bajísimo costo de producción, de hasta un dólar por barril, mientras en el estado de Texas suma hasta 20 dólares por barril.

Los analistas coinciden en que las empresas estadounidenses que ofrecen servicios de yacimientos petrolíferos como Halliburton serán las primeras en beneficiarse de la reconstrucción de la infraestructura petrolera de Iraq, arruinada por la guerra del Golfo (1991) y 12 años de sanciones internacionales.

Luego, compañías como Texaco, Chevron y ExxonMobil harán miles de millones de dólares una vez que se les abra la industria petrolera iraquí.

Para compensar el costo de la reconstrucción, el futuro régimen iraquí deberá maximizar la producción, llevándola hasta 12 millones de barriles diarios dentro de una década, estimaron expertos.

”Es difícil calcular cuántos miles de millones de dólares ganarán las firmas petroleras, porque todo depende de los contratos”, comentó Renner.

Pero no sólo las compañías estadounidenses se beneficiarán del flujo constante de petróleo iraquí, señaló Michael Mussa, economista del Instituto de Economía Internacional, de Washington.

”Un suministro más estable de petróleo iraquí beneficiará a todo el mundo, porque contribuirá a bajar y estabilizar los precios”, afirmó Mussa.

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