China dejó clara su preferencia por una solución política a la crisis de Iraq, pero es improbable que vete una autorización de ataque militar en la ONU, porque esa medida afectaría los vínculos comerciales con Estados Unidos.
La abstención estaría de acuerdo con la antigua política de Beijing de no ser protagonista en ninguna crisis internacional, pero sobre todo, con la prioridad nacional de la expansión económica, para lo cual son esenciales los lazos con Washington.
Diplomáticos de Beijing opinaron que la inclinación hacia la posición de Washington, promotor de la guerra contra Iraq, responde a una iniciativa personal del presidente Jiang Zemin, cuya prioridad es garantizar que nada interfiera con el comercio.
Actualmente, China registra un superávit récord de más de 100.000 millones de dólares en su intercambio comercial con Estados Unidos.
Durante la visita del secretario de Estado (canciller) estadounidense Colin Powell a Beijing, el canciller chino Tang Jiaxuan le dijo el lunes que su gobierno no consideraba necesaria una nueva resolución de la ONU sobre Iraq y que se debía tratar de forzar a ese gobierno a desarmarse sin llegar a la guerra.
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Sin embargo, Tang advirtió que Bagdad debía cumplir en forma ”total, sincera y precisa” con la resolución 1441 del Consejo de Seguridad de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), que estableció plazos para la destrucción de las supuestas armas de destrucción masiva de Iraq y dispuso la reanudación de las inspecciones de desarme.
China es uno de los cinco miembros permanentes con poder de veto del Consejo, además de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Rusia.
Hasta la semana pasada, la posición oficial de Beijing era que la invasión a Iraq era inadmisible y que la soberanía, independencia e integridad territorial de ese país del Golfo debían ser respetadas.
Esta semana, por primera vez, el gobierno chino declaró que las armas atómicas, químicas y biológicas de Iraq deben ser destruidas por completo.
Mientras, el embajador chino ante la ONU, Wang Yingfan, anunció que Beijing ”estudiaría” el nuevo proyecto de resolución presentado el lunes al Consejo por Estados Unidos, Gran Bretaña y España.
Si la resolución fuera aprobada, les dejaría las manos libres a Washington y Londres para atacar a Iraq, con el argumento de que Bagdad no ha cumplido con los términos de la resolución 1441.
Pero por otra parte, Wang también expresó el apoyo de su gobierno al memorando conjunto presentado el lunes por Francia, Rusia y Alemania, en respuesta a la moción estadounidense- británica.
El memorando pide al menos cinco meses más de inspecciones y recuerda que hasta ahora ”no hay evidencias de que Iraq posea armas de destrucción masiva”.
Mientras Beijing evalúa el impacto de una probable guerra en el Golfo, la seguridad en el abastecimiento de petróleo pasa a un primer plano.
China debe considerar las consecuencias de una guerra para su creciente dependencia del crudo importado si el petróleo de Iraq (la segunda reserva del mundo) queda bajo control de Estados Unidos.
Desde que China se transformó en un importador neto de petróleo en 1993, sus importaciones aumentaron en forma marcada y ahora son esenciales para sostener su alto crecimiento económico.
En 2002, las importaciones aumentaron 15 por ciento respecto del año anterior al llegar a 71 millones de toneladas de petróleo, la mitad procedente de Medio Oriente.
China no posee reservas estratégicas de petróleo y teme que la guerra en Iraq desencadene una crisis energética nacional. Para evitar una excesiva dependencia del crudo del Golfo, el gobierno impulsa contratos de gas y petróleo con Rusia, Indonesia, Australia y países de Asia central.
Aunque Beijing condena a Estados Unidos por sus intenciones hegemónicas, de hecho comparte el interés de ese país por los bajos precios del petróleo y por combatir el fundamentalismo islámico y el terrorismo.
Además, China se beneficiaría con negocios en Iraq si se levantara el embargo internacional contra ese país o si un nuevo gobierno iraquí emprendiera un masivo programa de reconstrucción económica.
Esta flexibilidad en cuanto a la cuestión de Iraq contrasta con la intransigencia de Beijing sobre Corea del Norte.
En las conversaciones del lunes con Powell, China dejó bien claro que no presionará a su vecino y aliado comunista para que abandone sus ambiciones nucleares, y reiteró su demanda de que Washington entable un diálogo directo con Pyongyang con miras a un tratado de no agresión.
Washington pretende presionar a Corea del Norte para que abandone su programa nuclear mediante un embargo comercial internacional, pero China, uno de los principales socios comerciales de Pyongyang, podría bloquear esa iniciativa.