El turismo recobró los bríos de antaño en Argentina de la mano de la depreciación de la moneda, al punto de registrar en 2002 el mayor aumento mundial de arribo de visitantes.
La llegada de turistas extranjeros a Argentina creció 15,4 por ciento el año pasado, respecto de 2001, pese a que el sector presenta dificultades en todo el mundo y a que el colapso económico de diciembre de 2001 derivó en disturbios callejeros, saqueos a comercios, represión policial y problemas de seguridad.
La Organización Mundial de Turismo (OMT) señaló en su último informe que la cantidad de llegadas turísticas internacionales en 2002 mermó 0,6 por ciento en promedio en América y siete por ciento en particular en América del Sur.
Los países sudamericanos más afectados fueron Uruguay, con un retroceso de 34 por ciento respecto de 2001, Venezuela con 26 por ciento, Chile con 17 por ciento y Brasil con 7,2 por ciento.
En ese marco recesivo para el turismo en la región se destacó Argentina como el nuevo imán de los viajeros internacionales, en especial de países vecinos, además de retener a una gran cantidad de nacionales que antes de la debacle económica elegían otras tierras para pasar sus vacaciones anuales.
La Secretaría de Turismo informó que los chilenos encabezan el listado de nuevos visitantes, seguido de bolivianos, brasileños, paraguayos y uruguayos.
La depreciación de más de 65 por ciento del peso argentino frente al dólar desde enero de 2002, después de la paridad impuesta por más de 10 años, favoreció la llegada de visitantes, admitió el secretario de Turismo, Daniel Scioli, campeón de motonáutica en varias competencias internacionales en el pasado.
Pero esa sola variable no basta para hacer crecer el negocio, sino que también ayudó el hecho de tener diversidad de destinos, infraestructura y servicios de calidad, en una región de paz, destacó Scioli.
Argentina ofrece a turistas locales y extranjeros playas de mar y de ríos, montañas, sierras, centros de práctica de esquí, cataratas y lugares de pesca muy buscados, además de ciudades con buena gastronomía y espectáculos, sobre todo de tango, una de las expresiones artísticas más requeridas por los visitantes.
La pérdida de valor del peso tuvo el doble impacto de atraer extranjeros al país y de retener a decena de miles de argentinos que por más de una década optaron por pasar sus vacaciones en Brasil, Uruguay, algún país del Caribe o Estados Unidos, al aprovechar que un peso equivalía a un dólar.
A modo de ejemplo, se informó que la cantidad de turistas en Pinamar, una de las principales playas sobre el océano Atlántico de la oriental provincia de Buenos Aires, fue en enero de este año 273 por ciento mayor que en el mismo mes de 2002.
Por otra parte, Buenos Aires volvió a ser atractiva para los extranjeros, al pasar de ser una de las 20 ciudades más caras del mundo por más de una década a una de las cinco más baratas, en la escala elaborada este año por la revista británica The Economist.
El auge del turismo hizo impacto en las arcas públicas, al aportar 570 millones de dólares el año pasado.
La chilena María Eugenia Rodríguez comentó a IPS las ventajas del tipo de cambio que les ofrece Argentina mientras, acompañado de su esposo, sacaba cuentas en una calculadora de bolsillo frente a un escaparate de un negocio de venta de ropa en el centro de Buenos Aires.
Algunos productos valen 30 por ciento menos que en Chile y otros hasta 50 por ciento, aseguró.
Su marido, Miguel Rodríguez, explicó que en Buenos Aires no encontraron diferencias de precios en las ofertas para argentinos y para turistas, como ocurre en varios lugares del interior del país.
Sin embargo, el hombre explicó que, por las dudas, optaron por entrar sólo a locales donde los precios se exhiben y en pesos no en dólares.
Además de a Buenos Aires, que registra la mayor cantidad de turistas de países vecinos con fines de compras, los visitantes extranjeros también crecieron en cantidad en Tierra del Fuego, la provincia más austral del país, hasta superar 50 por ciento de diciembre a enero.
Algo similar ocurrió en casi toda la Patagonia, también en el sur. En Puerto Madryn, provincia de Chubut, el avistaje de ballenas atrajo a 156 por ciento más de turistas en 2002 que el año anterior, y en El Calafate, adonde se pueden ver los desprendimientos del glaciar Perito Moreno, las visitas crecieron 90 por ciento.
El aumento en el movimiento turístico reactivó proyectos de inversión de las cadenas hoteleras por más de 1.000 millones de dólares en Buenos Aires y otros centros de atracción internacional.
En ese marco, el turismo contribuyó al desarrollo de las economías provinciales y a aumentar la demanda laboral, en un sector que hoy emplea directa o indirectamente un millón de las 15 millones de personas que componen la población económicamente activa.