Estados Unidos propuso este martes a los restantes 33 países que participan en las negociaciones del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) la eliminación recíproca de todos los aranceles a los productos textiles y a la vestimenta en un plazo de cinco años.
El gobierno de George W. Bush también propondrá eliminar los aranceles a casi dos tercios de los bienes industriales y de consumo importados por Estados Unidos una vez que el ALCA entre en vigencia, dijo a la prensa en Washington el representante de Comercio estadounidense Robert Zoellick.
En 2015, según Zoellick, la totalidad de los bienes industriales y de consumo producidos en los 34 países participantes en las negociaciones – – todos los de América excepto Cuba – – circularán sin trabas arancelarias en el área.
Zoellick agregó que Estados Unidos también ofrecerá la eliminación de aranceles de 56 por ciento de las importaciones agrícolas desde países ajenos al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que conforma desde 1994 junto con Canadá y México.
Los países más pobres de América Central y del Caribe serán los más beneficiados, afirmó.
El comercio agrícola es el punto más controvertido de las negociaciones del ALCA, en especial después de que Estados Unidos aumentó 80 por ciento sus subsidios al sector el año pasado.
El presidente Bush hizo del ALCA una de sus prioridades, y hoy formulamos propuestas audaces para reducir las barreras dentro de la región. Estados Unidos delineó un mapa detallado para el libre comercio en el hemisferio occidental. Pusimos todos los aranceles sobre la mesa, afirmó el funcionario.
Los países que participan en la negociación acordaron en noviembre concluir las negociaciones del ALCA el 1 de enero de 2005. Los negociadores estadounidenses presentarán formalmente la propuesta en Panamá esta semana.
Estados Unidos, que preside las negociaciones junto con Brasil, confía en alcanzar algunos acuerdos tentativos en ciertos sectores para noviembre, cuando los ministros de Comercio se reúnan en Miami.
La ausencia de algunas cuestiones en la propuesta formulada por Zoellick podría causar molestias en algunos de los principales impulsores del ALCA en el hemisferio, advirtieron críticos del proceso de liberalización comercial continental.
La oferta de Washington, por ejemplo, nada dice de derogar sus leyes antidumping (contra las prácticas desleales de comercio), que en ocasiones operan como barrera a las importaciones.
Eso no será del agrado de Brasil, cuya industria del acero fue duramente golpeada por esas normas, advirtió la experta Lori Wallach, de la organización Global Trade Watch.
Por otra parte, una acelerada eliminación de aranceles a los textiles y la vestimenta harían perder a América Central y el Caribe las ventajas del acceso preferencial al mercado extadounidense, alcanzado para esos productos el año pasado.
Los socios comerciales de Estados Unidos están más interesados en la eliminación de las leyes antidumping y en el fin de los grandes subsidios. Estas propuestas nada dicen sobre eso, dijo el experto John Cavanagh, del Instituto de Estudios Políticos.
Por otra parte, la insistencia de Zoellick en que las ofertas estadounidenses beneficiarán solo a aquellos países que acuerden reciprocidad es potencialmente problemática.
La posición negociadora de Washington se vio fortalecida el año pasado, cuando el Poder Ejecutivo logró del Legislativo la potestad de la vía rápida (fast-track), según la cual el Congreso deberá aprobar o rechazar en bloque los acuerdos que se alcancen, sin posibilidad de interponer enmiendas.
Sin la potestad de la vía rápida, los negociadores de los restantes países temían que los eventuales acuerdos fueran modificados por el Congreso estadounidense.
El ex presidente estadounidense Bill Clinton (1993-2001) no logró que el Congreso le asignara la facultad de la vía rápida, por oposición tanto de sus correligionarios del Partido Demócrata como del Republicano, al que pertenece Bush.
Pero Zoellick obtuvo sólo el voto de los republicanos y prescindió de la mayoría de los legisladores demócratas en la negociación de la vía rápida. Como consecuencia, el acuerdo que se consiga tendrá previsiblemente mayores dificultades para obtener respaldo de los dos partidos.
El acuerdo de libre comercio alcanzado con Chile el año pasado compromete a los dos países a eliminar en un plazo de cuatro años los aranceles de 85 por ciento de los productos industriales y de consumo y de 75 por ciento de los productos agrícolas.
Los aranceles de algunos bienes, como la uva y el aguacate, se reducirán en un plazo más prolongado.
Al bloquear acuerdos bilaterales de menor alcance, Zoellick aspira a aislar a Brasil, percibido como el principal obstáculo al tipo de ALCA que Washington pretende, según expertos estadounidenses en asuntos latinoamericanos.
Si las negociaciones del ALCA concluyen con éxito, se constituirá la principal área de libre comercio del mundo, un mercado de 13 billones de dólares y 800 millones de habitantes.
También implicaría un estrechamiento de vínculos de Estados Unidos con América del Sur, que hoy representa un importante mercado para las exportaciones europeas.
Pero la oferta de Zoellick puede resultar desalentadora para los negociadores latinoamericanos, al proponer la eliminación inmediata de aranceles en sectores como el químico, la construcción, el equipamiento minero, eléctrico y médico y la tecnología informática, en que Estados Unidos tiene altísima competitividad.
En cambio, la reducción de aranceles agrícolas será gradual, lo cual golpeará a los grandes países sudamericanos, Argentina y Brasil, en especial a la luz del aumento de los subsidios que Estados Unidos entrega a los productores del sector.