Una nueva oleada de inseguridad alimentaria en América Central afecta a decenas de miles de habitantes de cuatro de los siete países del istmo, en su mayoría niños y mujeres, y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) asiste en la actualidad a 1,5 millones de personas de la región.
La inseguridad alimentaria, disparada por repetitivos desastres naturales, ha puesto a familias en Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua en una situación altamente vulnerable, dijo a IPS Jordan Dey, portavoz para América Latina y el Caribe de esa agencia de la Organización de las Naciones Unidas.
La asistencia se brinda mediante programas de recuperación nutricional, alimentación en las escuelas y alimentos por trabajo, explicó.
Dey sostuvo que miles de familias de la región no pueden escapar de la pobreza y el hambre debido a las reiteradas sequías y crisis cafetaleras que han azotado a América Central en los últimos años.
El PMA elaboró un informe con los últimos datos de la crisis a pedido de IPS, y se propone iniciar en marzo una nueva operación de socorro para brindar alimentos a 690.000 habitantes de la región, muchos de los cuales ya no tienen dinero para subsistir.
Esa operación permitirá asistir a 240.000 personas en Honduras, 200.000 en Guatemala, 150.000 en Nicaragua y 100.000 en El Salvador, si el PMA logra financiarla.
Uno de los países cuya situación actual más preocupa es Nicaragua, donde el gobierno, organizaciones no gubernamentales locales y agencias internacionales negocian la apertura de centros de recuperación nutricional para la infancia.
Sólo en el departamento nicaragüense de Matagalpa, al norte de Managua, hay 10.000 mujeres embarazadas y 7.500 niños menores de dos años que necesitan asistencia inmediata.
Los casos más severos de desnutrición infantil en Matagalpa son atendidos por el hospital César Amador, que posee sólo 60 camas y debe atender cada día, en promedio, 15 nuevos casos.
El hambre obstaculiza el aprendizaje y reduce la capacidad de los niños para progresar en los estudios. Por ello, destinar recursos para la alimentación y educación de los niños es una tarea de especial relevancia, afirmó la representante del PMA en Nicaragua, Krystyna Bednarska.
La agencia lanzó en Nicaragua una iniciativa para proporcionar meriendas a más de 326.000 niños de más de 4.100 escuelas públicas.
América Central tiene 523.000 kilómetros cuadrados, repartidos entre siete Estados en un marco de gran fragmentación política y social, y la gran mayoría de los 36 millones de habitantes de la región viven en la pobreza.
Los especialistas señalan que las cuatro naciones afectadas son atravesadas por un corredor de la sequía donde se han sucedido desastres naturales desde el huracán Mitch de 1998.
Pero el panorama también es preocupante en el resto del istmo, ya que problemas de desnutrición aguda, moderada y leve afectan a miles de niñas y niños en Guatemala, El Salvador y Honduras.
Algunos analistas consideran que este difícil panorama alimentario crea un caldo de cultivo de problemas sociales, entre ellos la delincuencia.
Es lo que los sociólogos llamamos un fenómeno de anomia (ausencia o degradación de normas sociales), debido a que los más desposeídos dejan de creer en los valores dominantes de la sociedad, dijo a IPS el coordinador de la Comisión para la Defensa de los Derechos Humanos en Centroamérica, Daniel Camacho.
Uno de los valores afectados es del respeto a la propiedad privada, pues los más pobres comienzan a preguntarse por qué no acceder a lo que desean mediante actos delictivos, explicó.
En los últimos años, se ha registrado en El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua una ola de violencia sin precedentes, y los diarios locales informan cada día sobre asaltos, secuestros, robos y violaciones.
Camacho opinó que las consecuencias a mediano plazo de frustraciones asociadas con el hambre pueden incluir aumento de la violencia doméstica contra mujeres y niños.
Algunos especialistas piensan que esos problemas se vinculan con un inconcluso proceso de pacificación de América Central, con acuerdos de paz entre gobiernos y guerrillas que no fueron seguidos por mejora de la calidad de vida de gran parte de la población.
Hoy podemos decir que América Central vive en condiciones peores que cuando se desataron los movimientos insurgentes en varios de nuestros países, agregó Camacho. (