Ambientalistas de Chile pidieron al gobierno que postule ante la Unesco a parte de la Patagonia chilena como patrimonio de la humanidad, para proteger a esa zona de la instalación de industrias contaminantes.
Desde los años 70, la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) ha declarado patrimonio mundial a 730 bienes, 563 de ellos culturales, 144 naturales y 23 mixtos, por su valor universal y excepcional histórico, científico, artístico, estético, arqueológico o antropológico.
Esa declaración implica que la preservación de tales bienes sea asumida por la comunidad internacional.
La Patagonia chilena, ubicada en el extremo sur del país y con unos 87.000 habitantes, alberga un rico ecosistema e importantes reservas de agua, y tales características la convierten en uno de los lugares menos contaminados del planeta.
Eso podría cambiar de manera radical si se instala en la zona la firma reductora de aluminio Alumysa, cuyas actividades pueden destruir lagos, 10.200 hectáreas de bosque, y animales y plantas, en muchos casos de especies en peligro de extinción.
La reducción del aluminio es el proceso por el cual se lo extrae de la alúmina (óxido de aluminio puro), obtenida a su vez de la bauxita.
Alumysa planea construir una planta reductora a cuatro kilómetros del puerto de Chacabuco, en la austral 11 región del país, y también instalar tres centrales hidroeléctricas, un puente, un puerto, 85 kilómetros de líneas de transmisión eléctrica y 95 kilómetros de caminos.
La inversión total prevista por la firma es 2.750 millones de dólares.
Alumysa es propiedad de la empresa canadiense Noranda, y en Estados Unidos ha debido pagar unos dos millones de dólares como indemnización por daños a la salud humana y el ambiente
Nos oponemos a Alumysa, pero al mismo tiempo creemos que esta es una oportunidad para levantar propuestas de desarrollo relacionadas con el turismo sustentable y la agricultura orgánica, dijo a IPS Jenia Jofré, directora de la Corporación Pro Defensa de la Flora y Fauna Chilena.
Esa institución pidió al gobierno que se determinen áreas de la Patagonia que necesitan conservar su biodiversidad para que sean nominadas patrimonio de la humanidad.
En la lista del patrimonio mundial de la Unesco figura desde 1995 el Parque Nacional de Rapa Nui, de la chilena isla de Pascua, en el océano Pacífico, así como 14 iglesias de la isla de Chiloé, al sur del país, que son obras de la Escuela Chilota de Arquitectura Religiosa en Madera, desde 2000.
El central puerto de Valparaíso, cercano a la capital, fue postulado hace dos años para integrar esa lista.
Entre los bienes latinoamericanos declarados patrimonio mundial de la humanidad en los últimos años están las reservas del sudeste del bosque Atlántico en Brasil, incluidas en 1999, el Parque Nacional Alejandro de Humboldt en Cuba, incluido en 2001 y la antigua ciudad maya de Calakmul en México, incluida en 2002.
La idea es generar en la zona un desarrollo sustentable con características competitivas y con identidad local. En el marco de los tratados de libre comercio acordados recientemente por Chile, la Patagonia brinda a nuestro país la posibilidad de ofrecer un producto distinto a mercados tan exigentes como el europeo, explicó Jofré.
Alumysa inauguraría e instalaría a Chile frente al mercado internacional como un potencial basurero industrial o como un 'santuario' para empresas altamente contaminantes, afirmó en un informe Juan Pablo Orrego, de la Fundación Terram.
La actividad de esa firma sería un retroceso respecto a la fase productiva primaria en que Chile se encuentra atascado, porque en el país no existe la materia prima, bauxita u óxido de aluminio, para abastecer la planta reductora, la que tendría que importar desde Brasil, Jamaica o Nueva Zelandia, arguyó.
La industria salmonera tampoco está de acuerdo con el proyecto, por sus riesgos de emisión de fluoruros y sulfuros hacia el aire y el agua, que serían incompatibles con su actividad.
La planta produciría más de 600 mil toneladas de desechos al año.
La explotación industrial del salmón, el turismo y la pesca artesanal e industrial son responsables en la zona de unos 20 mil empleos, o sea 20 veces más que los que ofrecería Alumysa.
Esperamos que las autoridades sean capaces de reconocer el valor de la biodiversidad de esta zona como patrimonio de Chile y el mundo, y de promover posibilidades de desarrollo sustentable para la región, destacó Jofré.
El estudio de impacto ambiental presentado por Alumysa fue rechazado por el gobierno, y la empresa elabora un nuevo informe en la materia que debe presentar en los próximos meses.
Los representantes de filiales en 68 países de la organización no gubernamental Amigos de la Tierra declararon su apoyo irrestricto a las instituciones de la sociedad civil que defienden la zona y se oponen al proyecto Alumysa por considerarlo insustentable.
Para proteger otras zonas del país ricas en biodiversidad, se han realizado diversas experiencias, de las cuales la más polémica fue la del empresario estadounidense Douglas Tompkins, quien hace una década compró 17 mil hectáreas de bosque templado lluvioso para evitar su destrucción por empresas forestales.
El proyecto de Tompkins fue apoyado por grupos ambientalistas, pero rechazado por otros sectores, en su mayoría empresariales, que pusieron en duda sus intenciones declaradas de proteger los bosques. (