TRABAJO-SUDAFRICA: Extranjeros sufren paradójica discriminación

Sindicalistas de Sudáfrica aplauden las nuevas restricciones al ingreso de trabajadores extranjeros, a las que otros consideran una paradójica discriminación en un país que libró una larga lucha contra la segregación racial.

Una ley promulgada a fines de diciembre luego de un prolongado debate reemplazará a la norma en la materia vigente desde los tiempos del apartheid, el sistema de segregación racial institucionalizada en perjuicio de la mayoría negra que rigió en Sudáfrica hasta 1994.

El Congreso de Sindicatos Sudafricanos (Cosatu), central obrera que presionó a favor de la nueva ley, tiene estrechos vínculos con el gobernante Congreso Nacional Africano, que con su llegada al poder en 1994 bajo el liderazgo del ex presidente Nelson Mandela puso fin al apartheid.

El Cosatu aprueba las nuevas trabas burocráticas al trabajo y a la radicación de extranjeros, impuestas por la ley con la finalidad de proteger el empleo de los sudafricanos.

De acuerdo con el nuevo sistema, el Departamento (ministerio) del Interior deberá crear y aplicar un sistema de cuotas de inmigración luego de consultar a las carteras de Industria, Comercio y de Trabajo. Además, los trabajadores extranjeros deberán obtener una certificación especial.

El Departamento de Trabajo calculó que unos cinco millones de extranjeros residen clandestinamente en Sudáfrica, un país de 47 millones de habitantes. La ola de inmigrantes desde los países vecinos más pobres parece incesante.

La comunidad empresarial y organizaciones de defensa de los inmigrantes advirtieron que la ley conspirará contra el crecimiento económico porque se basa sobre la presunción, a la que consideran errónea, de que los trabajadores sudafricanos deben ser protegidos de la competencia extranjera.

”No se aliviarán, y en algunos casos se fortalecerán, los procedimientos burocráticos, lentos y sin sentido que en el pasado impidieron a los extranjeros aportar su conocimiento y energía a Sudáfrica”, advirtió la publicación empresarial Business Day, de Johannesburgo.

”La actual política presume que cada empleo ocupado por un extranjero significa un empleo menos para los sudafricanos”, pero ”una migración controlada puede utilizarse para estimular el crecimiento económico y generar trabajo” en beneficio de los naturales de este país, comentó un economista.

Sudáfrica carece de mano de obra especializada, y esta escasez es agravada por el sida, que mata a unos 250.000 sudafricanos por año.

El Cosatu calculó que uno de cada cuatro trabajadores son portadores del virus de inmunodeficiencia humana (VIH, causante del sida) en la central provincia de Gauteng, donde se encuentran Pretoria, la capital, y Johannesburgo, centro económico del país y de Africa austral. Numerosas zonas industriales rodean a ambas ciudades.

Por su parte, el gobierno estimó que 30 por ciento de los adultos en la oriental provincia de KwaZulu-Natal, donde se ubica el puerto de Durban y numerosos centros turísticos sobre el océano Indico, son portadores de VIH.

La Cámara de Empresas de Sudáfrica propuso responder a la creciente escasez de mano de obra abriendo las puertas a la inmigración, ya acelerada por la demanda del mercado laboral y por la pobreza imperante en los países vecinos.

”Necesitamos hacer más que sentarnos a esperar que los trabajadores extranjeros acudan a nosotros. Debemos tomar la iniciativa”, dijo un informante de la Cámara.

”Sudáfrica requiere reclutar decididamente a las personas que necesita. Eso significa enviar agentes de contratación en toda Africa y más allá, y asegurarnos de que los inmigrantes se radiquen aquí para no perderlos”, agregó.

La suposición defendida por los sindicatos de que trabajadores inmigrantes calificados competirán en el mercado laboral con los nacionales ”no se sostiene en la realidad económica sudafricana”, dijo el agronómo Howard Kunene, de Nelspruit, centro agrícola que depende de la mano de obra extranjera.

”Ningún empleador sudafricano que tenga a la vista candidatos de igual calificación le dará el trabajo a un extranjero. Los costos del trabajo inmigrante son mayores, pues se le debe insertar en una comunidad nueva”, sostuvo Kunene.

La escasez de trabajadores calificados empeora, a su vez, por la emigración. Profesionales de la minoría blanca comenzaron a abandonar el país desde mediados de la década del 80 y la tendencia se aceleró durante la transición a la democracia y hacia el fin del apartheid a comienzos de los años 90.

Mientras, las grandes carencias de la educación recibida por la mayoría negra durante décadas de segregación racial impidieron una rápida sustitución en el mercado laboral de los blancos que emigraban, más calificados.

Por esa razón, los defensores de los inmigrantes postulan mejoras en el sistema educativo combinadas con una política migratoria de puertas abiertas en el corto plazo.

En ese mismo sentido, el Ministerio de Educación indicó que la necesidad de profesores extranjeros es ”desesperante”.

La elevada inmigración ilegal en los años posteriores al apartheid llevaron a muchos a recomendar a las autoridades en la materia la asignación de facultades especiales de detención a las autoridades migratorias y la instalación de centros de reclusión para extranjeros. (

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