Cuba reorganiza su sistema de salud, uno de los mayores orgullos del presidente Fidel Castro, para devolverle el brillo perdido por el impacto de la crisis económica y una deficiente gestión administrativa.
Los servicios gratuitos de salud, con nivel científico equiparable a los del mundo de alto desarrollo, se vieron severamente deteriorados en los últimos tiempos no sólo por la falta de recursos sino también por factores de orden subjetivo que agravaron la situación.
La carencia de medicamentos, malas condiciones de hospitales y otros centros asistenciales y deficiencias en la atención a los pacientes figuran entre los problemas más mencionados por los cubanos.
De pronto en este país, donde existe un médico por cada 167 habitantes y es posible realizar un transplante de corazón sin costo alguno para el paciente, se hace cada vez más difícil hacerse una radiografía o arreglarse la dentadura, comentan.
Yo no me puedo quejar, porque tengo muchos médicos amigos que me ayudaron a resolver mi problema, dijo Fernanda Martínez, peluquera de 60 años que cuidó a su madre de 90 años hasta que murió en noviembre.
Martínez, aunque se declaró fiel defensora de los grandes logros de la revolución cubana en materia de salud, admitió que para tener su prótesis dental debió esperar largo tiempo, lo mismo que cuando decidió cambiar sus lentes para mejorar la vista.
Ahora aguarda que el policlínico y la farmacia, ambos cercanos a su casa y que se caen a pedazos, sean reparados, como ya lo fueron otros de La Habana, y que su médico de familia tenga más tiempo disponible para atender a los pacientes del barrio.
El programa del médico y la enfermera de familia fue puesto en marcha en 1984, como pilar fundamental de la atención primaria de salud, pero la carga burocrática que cayó sobre los médicos involucrados limitó mucho sus posibilidades en la comunidad.
El propio Castro destapó la olla a fines del año pasado, cuando se refirió a decisiones erráticas, normas burocráticas y absurdos esquemas de trabajo que causaron considerable daño al sector de la salud.
El mandatario no mencionó nombres, pero muchos observadores entendieron que esa y otras críticas apuntaban a Carlos Dotres, el ministro de Salud reemplazado en julio de 2001 por Damovar Peña, con el propósito anunciado de buscar nuevos avances en el sistema sanitario del país.
Reuniones a puerta cerrada y encuestas entre el personal habrían permitido identificar en los últimos meses el rosario de problemas que dificulta el trabajo de los médicos de familia, incluido el de la insuficiencia de los salarios.
Llovían del cielo programas y programas, cuestionarios y cuestionarios para los médicos de familia, que no les daba tiempo siquiera de atenderlos, se quejó Castro, empeñado al parecer en reordenar personalmente el sistema de salud.
En lo fundamental, la reorganización implica llevar nuevamente a los policlínicos una serie de servicios que en los últimos 10 años dejaron de prestar y así convertirlos en centros de atención primaria de la más alta calidad.
Para ello serán dotados de equipos de ultrasonido, rayos X, optometría, traumatología, oftalmología, electrocardiología y rehabilitación física, entre otros.
Una vez concretada esta reforma, solamente los servicios más especializados y complejos quedarán a cargo de los hospitales, que deberán ser también reorganizados hasta que no quede uno solo que marche mal por problemas de orden administrativo o subjetivo.
Por otra parte, la falta de medicamentos y la deficiente atención médica sirvió de caldo de cultivo para el surgimiento de una bolsa negra de fármacos y para el cobro ilegal por prestar algún servicio que mostraba deficiencias.
Sin embargo, las autoridades aseguraron que los casos de corrupción son aislados y no prosperarán, aunque no se ha hecho pública la eventual adopción de medidas para evitarlos.
La producción de fármacos repuntó luego de la reorganización de esa industria y su traspaso, hace alrededor de dos años, del Ministerio de Salud al de Industria Básica, una cartera esta última que también tiene a cargo el petróleo y el níquel, entre otros sectores estratégicos.
Para este año se prevé completar la automatización de las principales farmacias del país, con el fin de enlazarlas por correo electrónico con hospitales, policlínicos y con el Centro Nacional de Control de Medicamentos.
Las autoridades de salud esperan que la distribución de fármacos mejore de manera sustancial a partir de que exista una información oportuna y ágil de la oferta y la demanda de esas producciones en todo el país.
La industria farmacéutica nacional fabrica unos 540 medicamentos de los 809 que considera básicos para atender la salud de los más de 11 millones de cubanos y debe importar la materia prima para alrededor de 90 por ciento de esa producción doméstica.
Cuba cuenta en la actualidad con más de 66.000 médicos, casi 31.000 de los cuales pertenecen al programa de médicos de la comunidad que atienden en unos 15.000 consultorios instalados hasta en los más apartados rincones del país.
También existen 267 hospitales, 444 policlínicos, 13 institutos de investigación, 15 sanatorios dedicados en exclusiva al síndrome de inmunodeficiencia adquirida, 25 bancos de sangre y casi 2.000 farmacias, entre otros centros de atención de salud. (