El partido secular Shinui, resistido por los líderes religiosos judíos a quienes podría restar influencia en el gobierno, surge en Israel como tercera fuerza para las elecciones del 28 de este mes.
El avance electoral del Shinui podría tener derivaciones profundas en la política israelí, tanto en el proceso de paz con Palestina como en las relaciones entre religión y Estado.
Los candidatos del Shinui se han pronunciado por acabar con la opresión religiosa dentro de Israel. El principal partido religioso judío, Shas, replicó que el Shinui pretende eliminar el carácter judío del Estado.
La palabra hebrea shinui significa cambio o reforma. El partido, fundado en 1974, se define como progresista y de centro y se enorgullece de ser el único de Israel integrante de la Internacional Liberal.
En las elecciones generales de 1999, la representación parlamentaria del Shinui aumentó de un escaño a seis, avance que atribuyó a que se trataba del primer partido en insistir en que no se sumaría de ningún modo en un gobierno que incluyera ultraortodoxos judíos.
Por eso, el Shinui nunca se integró en el gobierno israelí, como sí lo hizo, por ejemplo, el centroizquierdista Meretz. Analistas atribuyen la debilidad de varios gabinetes encabezados por el conservador partido Likud o por el centroizquierdista Laborista a la persistente presencia de ortodoxos en el gabinete.
El Shinui niega que el presidente palestino Yasser Arafat sea un socio para la paz y propone negociar sólo con palestinos moderados, si bien aseguró apoyar el proceso de paz.
El cese del terror es una condición indispensable para el avance de las negociaciones diplomáticas, advirtió el Shinui en su programa, si bien sostuvo que los puestos militares de avanzada israelíes en Cisjordania y Gaza deben ser evacuados inmediatamente.
La creación de un estado palestino sólo será posible una vez que los palestinos renuncien al derecho de los exiliados a regresar a su tierra, sostiene el programa.
Al cabo del proceso de paz, deberemos encontrar un 'modus vivendi' (transacción entre partes) para Jerusalén, para que ambas partes coexistan en paz, con respeto por los sitios sagrados de las tres religiones, el judaísmo, el cristianismo y el Islam, sostuvo el Shinui en su plataforma.
El partido liberal también propone abandonar los (pequeños) asentamientos (judíos) desparramados en el corazón de poblados palestinos. Sin embargo, también indicó que Israel no evacuará los (grandes) bloques de asentamientos, que deberán integrarse en el territorio israelí cuando se cree el estado palestino.
La seguridad dentro de Israel, en entredicho por los atentados cometidos por combatientes palestinos, es el principal punto de la campaña electoral, pero la división entre partidos seculares y religiosos se convirtió en un factor imprevisto.
Firmas encuestadoras pronosticaron que el Shinui aumentará su representación parlamentaria de seis a 15 escaños en la Knesset (Congreso legislativo) de 120 integrantes, lo cual lo convertiría en el tercer partido de Israel, detrás del Likud y del Laborista.
La pelea de fondo es entre el Likud y el Partido Laborista, pero al costado de la cancha el Shinui y nosotros estamos haciendo ejercicios de calentamiento, dijo el portavoz del Shas, Itzik Sudri.
El Shas personaliza su rivalidad en el extravertido líder del Shinui, el ex periodista Tommy Lapid.
Cuando un rabino dijo en un servicio religioso que Lapid debería ser eliminado, el dirigente de 71 años, sobreviviente del Holocausto sufrido por los judíos en la segunda guerra mundial, replicó: Los nazis también intentaron destruirme.
El segundo candidato de la lista del Shinui, Avraham Poraz, sostuvo que el objetivo del partido es acabar con la opresión religiosa.
Los haredim (religiosos ultraortodoxos) son eximidos del servicio militar pero reciben un generoso apoyo estatal. Impiden la instauración del matrimonio civil y la circulación de medios de transporte público en sábado. La aerolínea nacional El Al no realiza vuelos los sábados, dijo Poraz.
El Shinui también se opone al apoyo financiero que brinda el estado a las escuelas religiosas judías.
Mientras, el Shas se atribuye el papel de guardián del carácter judío del estado. Si el Shinui gana influencia en el gobierno, será una amenaza para el futuro de los judíos en el estado de Israel, dijo a IPS el ministro de Salud, Nissim Dahan, que pertenece al partido religioso.
Si todos pudieran casarse con cualquiera, desaparecerá el pueblo judío en Israel, agregó Dahan. El Shinui pretende crear un nuevo tipo de judío que no es religioso, y eso es imposible, aseguró.
Poraz, por su parte, sostuvo que su partido quiere mantener la tradición y la cultura judía, e incluso sus días feriados. Pero no creemos que los matrimonios mixtos puedan causar grandes problemas, pues muy pocos judíos y judías se casan con árabes, agregó.
La pelea entre religiosos y seculares fue soterrada desde el estallido de la intifada (insurgencia popular palestina contra la ocupación israelí), dijo el profesor de Ciencias Políticas Shmuel Sandler, de la religiosa Universidad Bar-Ilan.
Sin embargo, Sandler no se mostró sorprendido por el entusiasmo de la lucha entre laicos y religiosos, aunque lo único claro de la plataforma del Shinui es su postura antirreligiosa, sostuvo.
El Shas perderá votos a manos del Likud, pronosticó. Los electorados del Shas y el Shinui están nítidamente diferenciados, y estos partidos sólo pueden captar votos de los campos del Likud y del laborismo, indicó. (