El gobierno de Australia dio la espalda a la mayoría de sus ciudadanos, opuestos a una guerra contra Iraq sin aprobación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), al enviar este jueves tropas al Golfo.
Australia se transformará así en el primer país luego de Estados Unidos y Gran Bretaña en desplegar fuerzas militares en esa región, en preparación para una acción militar para derrocar al régimen de Saddam Hussein.
El barco de transporte HMAS Kanimbla partió de la bahía de Sidney con 350 marinos, un equipo de especialistas en explosivos y abundantes equipos militares, mientras fuera de la base de naval un grupo de ciudadanos protestaba.
El gobierno de John Howard prometió incorporar 2.000 hombres a los 200.000 soldados e infantes de marina estadounidenses y británicos que ya se encuentran en el Golfo o están en camino.
Este viernes, una fuerza de elite de 150 miembros partirá también hacia esa región desde el Regimiento Especial del Servicio Aéreo, en la occidental ciudad portuaria de Perth, seguido por aviones F/A-18, helicópteros Chinook, un avión Hércules y expertos en armas biológicas y químicas.
Fuera de la base naval de Sidney, los manifestantes expresaban su disgusto contra Howard, que fue a despedir al HMAS Kanimbla.
¡Vaya usted mismo!, le gritaban al primer ministro mientras atravesaba los portones de la base con una fuerte custodia policial.
El gobierno de Howard debe saber que el pueblo no lo respalda. Lo que hacen está mal y envía un mensaje totalmente equivocado a nuestros vecinos musulmanes, dijo Gillian Deakin, coordinadora de la Asociación de Médicos por la Prevención de la Guerra.
Deakin también manifestó alarma por lo que consideró el modo dictatorial de actuar de Howard.
Una encuesta publicada la semana pasada por el diario The Sydney Morning Herald reveló que apenas seis por ciento de los australianos respaldan un ataque a Iraq sin la aprobación de la ONU.
En los últimos meses también hubo multitudinarias protestas en Sidney y otras ciudades contra la participación de Australia en un eventual ataque militar unilateral de Estados Unidos contra Iraq, al que Washington acusa de fabricar armas de destrucción masiva.
Francia, China y Rusia, tres de los cinco miembros permanentes (con poder de veto) del Consejo de Seguridad de la ONU, expresaron que se debe hacer todo lo posible para evitar el conflicto, pero Estados Unidos ha dicho que atacará Bagdad con o sin la aprobación del foro mundial.
Howard ha sido uno de los más ardientes colaboradores del presidente estadounidense George W. Bush en la guerra contra el terrorismo declarada luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington.
Durante la guerra encabezada por Estados Unidos en Afganistán para derrocar al régimen Talibán, luego de esos atentados, Australia contribuyó con 150 hombres para asistir a las fuerzas estadounidenses en tareas de combate, búsqueda y rescate.
Ahora, Howard apoya con la misma determinación la iniciativa de Estados Unidos de derrocar a Saddam Hussein, aunque la abrumadora mayoría de los australianos estén en contra.
Ray Richmond, ex militar y actual pastor protestante de la capilla Wayside de Sidney, espera que el movimiento popular contra la guerra se intensifique luego del despliegue de tropas.
Lo que realmente puede impedir la guerra contra Iraq es el levantamiento de la gente común contra sus gobiernos, dijo Richmond.
El sindicato de la construcción, forestación, minería y energía colgará en la medianoche de este viernes una pancarta púrpura de 20 metros de largo en la Plaza Mundial de Sidney para lanzar su campaña de la cinta púrpura de la paz.
Howard había dicho en agosto que su gobierno sólo aportaría tropas para un ataque unilateral de Estados Unidos a Iraq si su gobierno estaba completamente convencido de que eso convenía a los intereses nacionales.
Me gustaría, dentro de lo posible, lograr un apoyo bipartidario (que incluya a la oposición laborista) para cualquier decisión de este gobierno que comprometa fuerzas militares, expresó el primer ministro a la Cámara de Representantes en ese entonces.
Sin embargo, el parlamento no fue convocado posteriormente para debatir el asunto.
El ministro de Defensa, Robert Hill, defendió la decisión de enviar tropas al Golfo, arguyendo que el gobierno avisó de la partida del HMAS Kanimbla con 24 horas de anticipación. (