FORO SOCIAL MUNDIAL: Porto Alegre y Davos invierten sus papeles

El Foro Económico Mundial debe definirse ahora como una reunión que se contrapone al Foro Social Mundial, a la inversa de lo ocurrido en los dos años anteriores.

Así se expresó el martes Cándido Grzybowiski, miembro del Comité de Organización del Foro Social Mundial (FSM), en la rueda de prensa de clausura de la tercera edición de este encuentro, que comenzara el 23 de este mes en la meridional ciudad brasileña de Porto Alegre.

Este gran encuentro de movimientos sociales, organizaciones no gubernamentales y personalidades progresistas de todo el mundo en sólo tres años de existencia cambió la agenda internacional, para indicar que las cuestiones sociales deben predominar sobre las económicas, dijo Grzybowiski.

La cuarta edición del FSM se celebrará en India, en ciudad y fechas aún por fijar, pero que ya no coincidirá con el periodo de sesiones del Foro Económico Mundial, que cada año desde 1971 reúne a líderes empresariales, financieros y políticos en la sudoriental localidad suiza de Davos.

Esa decisión del foro de Porto Alegre, como también se le conocer por haber sido sede esa capital del estado de Río Grande del Sur hasta ahora, es una demostración de que ya superó la fase de sólo contraponerse al encuentro de ricos y poderosos.

El FSM volverá en 2005 a Porto Alegre, símbolo e "identidad" del encuentro que busca consolidar su "mundialización" con su traslado a Asia, explicó Grzybowiski, director del Instituto Brasileño de Análisis Económicos y Sociales (Ibase).

Grzybowiski es uno de los ocho miembros del Comité de Organización de los tres encuentros realizados en Brasil desde 2001 en su calidad de director de Ibase.

El tercer FSM contó con más de 100.000 participantes, 20.763 de los cuales fueron como delegados de 5.717 organizaciones de 156 países, según el balance presentado este martes.

Los seis días de sesiones albergaron 32 paneles, 10 conferencias, cuatro mesas redondas de "diálogo y controversias" y 1.286 seminarios y oficinas.

Grzybowiski también destacó que se acreditaron 4.094 periodistas, en representación de 1.423 medios de comunicación de 51 países, "una cantidad mayor que lo merecido por coberturas de conferencias de la Organización de las Naciones Unidas o de campeonatos mundiales de fútbol".

"Eso significa que ganamos la batalla de la información", ocupando grandes espacios en los principales medios de muchos países", sostuvo.

Para asegurar la comunicación en esa moderna torre de Babel trabajaron 120 profesionales en traducción simultánea, que incluyó tres idiomas aparte del inglés. El tercer FSM acaparó así 80 por ciento del total de esos trabajadores especializados en Brasil.

"Aseguramos una participación más democrática" al ofrecer traducciones al español, francés y portugués, y no sólo al inglés como suele ocurrir en reuniones económicas y técnicas, dijo a IPS Sergio Xavier Ferreira, coordinador del servicio, "el principal rubro en los gastos del Foro".

Además, otros 80 traductores voluntarios procedentes de varios países se sumaron a la tarea de los profesionales.

Esos traductores formaron parte del batallón de 650 voluntarios que fueron decisivos para la realización del encuentro de seis días, con reuniones que se concentraron en tres locales principales, una universidad, un estadio de basquetbol y voleibol y los almacenes del puerto.

El traslado del FSM a India ampliará la diversidad que lo caracteriza, permitiendo mayor participación de los asiáticos, observó Francisco Whitaker, otro de los organizadores, representante de la Comisión Brasileña de Justicia y Paz, vinculada a la Iglesia Católica.

Una de las tareas del Consejo Internacional que orienta el Foro es estimular adhesiones en regiones donde aún es débil la participación, como el Caribe, América Central y Africa, pero la iniciativa "debe partir de organizaciones de la sociedad civil local, como sujetos", explicó Whitaker.

El FSM es una "usina del pensar", una "industria de ideas", que busca consensos y rechaza el "pensamiento único", defiende la diversidad de opiniones y el intercambio entre los distintos sectores y países, definió Grybowiski. "Comulgamos principios y valores éticos, no ideologías que nos distinguen", afirmó.

La independencia del FSM se refleja en sus propias cuentas, sostuvieron los organizadores. La mayor parte del presupuesto proviene de los mismos participantes, que se encargan de sus gastos de transporte, alojamiento y alimentación, que sumaron unos 50 millones de dólares, según cálculos de empresarios.

Además, los propios asistentes aportaron 800.000 dólares en tasas de inscripción, para los costos operacionales del Foro, que se prevé tenga un costo final de casi 3,5 millones de dólares.

A esos 800.000 dólares se le suman otros 600.000 dólares aportados en conjunto por la alcaldía de Porto Alegre y el gobierno estadual de Río Grande del Sur, y a las donaciones de fundaciones y grupos no gubernamentales internacionales y el patrocinio de dos empresas estatales brasileñas.

El déficit del encuentro ronda los 246.000 dólares,

El FSM es un espacio para el diálogo de la sociedad civil, "no una organización representativa de los entes participantes", explicó María Luiza Mendonça, también del Comité Organizador, como dirigente de una red de defensa de los Derechos Humanos.

Por esa razón no toma resoluciones ni hace declaraciones finales y tampoco puede dialogar con Davos o cualquier institución, apuntó.

En este tercer encuentro mundial de la sociedad civil se afirmó el concepto de que el FSM "no es un evento" sino "un proceso que no termina, una onda de ciudadanía" que está creciendo y tiene que "conquistar mas corazones y mentes" para construir la utopía de "otro mundo posible", según Grzybowiski.

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