El gobernante Partido Likud de Israel, favorito para los comicios de la semana próxima, deberá aliarse a sectores derechistas que representan a los colonos judíos, ante la negativa del opositor laborismo a integrar una nueva coalición de gobierno.
El Partido Laborista se distanció aun más del Likud, liderado por el derechista primer ministro Ariel Sharon, debido a que éste se resiste a reanudar las conversaciones de paz con el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Yasser Arafat, a menos que cesen los atentados contra israelíes.
El candidato laborista Amran Mitzna, que propone un repliegue israelí de los territorios palestinos ocupados y el inicio de negociaciones de paz, figura segundo en las intenciones de voto.
El laborismo advirtió que no servirá a los intereses de Sharon formando una coalición con el Likud ni con el partido secular Shinui, el tercero en votos. Esto dejaría a Sharon con la única opción de formar una alianza con los pequeños grupos derechistas.
De acuerdo a las últimas encuestas, casi la mitad de los votos que obtendría la derecha en las elecciones del martes 28 serán de los colonos judíos en las ocupadas Cisjordania y franja de Gaza, simpatizantes de los derechistas Unión Nacional, Partido Nacional Religioso (NRP), Herut (Libertad) y Likud.
La Unión Nacional, el NRP y el Herut sostienen el propósito de llevar a cabo la llamada transferencia, esto es la expulsión de la población palestina de Cisjordania y la franja de Gaza.
También demandan acciones militares aun más severas en los territorios ocupados y rechazan de plano la creación de un Estado palestino independiente.
Estos partidos no tienen posibilidades de éxito individual en los comicios. El Herut, por ejemplo, ni siquiera obtendría un escaño en el Knesset (parlamento unicameral). El candidato número dos del Herut fue uno de los líderes del extremista movimiento Kach, proscripto por racismo.
No obstante, cuentan el influyente respaldo de los colonos y pueden formar un bloque decisivo en un futuro nuevo gobierno de Sharon, en caso de que éste resulte ganador.
Los colonos esperan que el próximo gobierno tome en cuenta sus demandas. A mí me gusta Sharon, pero nececista gente a su lado que lo mantenga en el camino, dijo David Izri, residente de un asentamiento cercano a la central ciudad cisjordana de Ramalá.
¿Ve esa escuela? Cada vez que hay un atentado terrorista, ellos (los palestinos) celebran. Los escucho tocar tambores. Eso es lo que están enseñando a sus niños. Por eso Arafat debe irse, afirmó Izri, señalando en la llovizna un pequeño edificio gris.
La mayor preocupación de los partidos derechistas es que el Likud vaya detrás de otra coalición de unidad nacional con los laboristas, como la que gobernó hasta noviembre, y por eso luchan por formar un fuerte bloque de apoyo a Sharon.
Para Izri, la transferencia es una opción realista.
¿Por qué tendría que construir un cerco, cerrar todas mis puertas con llave y poner guardias para protegerme aquí, mientras ellos (los palestinos) pueden dormir con seguridad en sus casas. Si no quieren vivir en paz con nosotros, deben irse, afirmó el colono.
Nadka Matar vive en el asentamiento judío de Efrata, a medio camino entre las meridionales ciudades cisjordanas de Belén y Hebrón, y es copresidenta del movimiento derechista Mujeres de verde. Su pequeño pero influyente grupo distribuye volantes instando a los colonos a votar a los partidos derechistas.
Estoy muy desilusionada con Sharon. Sólo está preocupado por él, no por el país, afirmó Matar, lamentando que el primer ministro haya considerado como una opción la creación del Estado palestino.
A su juicio, Sharon fracasó en limpiar las ciudades palestinas y eso es casi una traición.
Para la colona judía, lograr un fuerte bloque derechista en el parlamento será lo único que mantendrá a Sharon en la línea.
Si el gobernante lograra una buena gestión, podría hacer olvidar el mote de carnicero de Sabra y Shatila, dijo Matar, en alusión a la masacre de refugiados palestinos, cometida en 1982 en el sur de Líbano por milicias cristianas apoyadas por Israel, mientras Sharon era ministro de Defensa.
En su opinión, Sharon debería quedar en los libros de historia como alguien que peleó cuando tuvo que hacerlo, pero también supo hacer la paz en el momento correcto.
En una población de 6,5 millones de personas, los colonos judíos, son unos 230.000, sin contar los que residen en los alrededores de Jerusalén. Un pequeño grupo, pero en crecimiento y sin el cual Sharon no podría gobernar.
Sin embargo, estos sectores tendrán que moderar sus demandas, sostuvo Yosi Katz, profesor de la Universidad Bar Ilan, especialista en el comportamiento político de los colonos, y el mismo un colono, vecino de Matar en Efrata.
Los pequeños partidos están interesados en preservar el presupuesto estatal extraordinario para los colonos, continuar con la construcción de los asentamientos y lograr que éstos permanezcan seguros y bien defendidos, dijo Katz.
En la campaña electoral hablan de la expulsión de Arafat y de tomar medidas militares más severas, pero cuando integren una coalición con Sharon se volverán más realistas, como lo han hecho antes, opinó el experto.
En el presupuesto de 2001, el gobierno de Sharon destinó el doble de recursos a diversos planes para los colonos que para el resto de la población, según un informe publicado por el movimiento pacifista israelí Paz Ahora. (