Diecinueve periodistas fueron asesinatos por razones relacionadas con su labor en 2002, la menor cantidad desde 1985, cuando el no gubernamental Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) comenzó a elaborar su registro anual.
En 2001, los periodistas asesinados por el ejercicio de su profesión fueron 37, según el CPJ, que atribuye la caída al descenso de la cantidad de conflictos violentos en todo el planeta.
Ocho periodistas murieron en 2001 sólo en Afganistán, donde Estados Unidos realizó una guerra entre octubre y diciembre de ese año para desalojar del poder a las milicias islámicas Talibán y para aplastar a la red radical islámica Al Qaeda.
El CPJ, organización radicada en Nueva York, también explicó el descenso de esos crímenes sobre la base de la atención internacional que logró el año pasado el secuestro y posterior muerte en Pakistán del reportero Daniel Pearl, del diario estadounidense The Wall Street Journal.
A la luz del asesinato de Pearl, las grandes compañías periodísticas dieron alta prioridad a la seguridad de sus empleados.
Al menos dos periodistas, por ejemplo, sobrevivieron gracias al uso de chalecos antibalas en Cisjordania en la primavera boreal pasada, al igual que otros dos en Venezuela.
La directora ejecutiva del CPJ, Ann Cooper, sostuvo, de todos modos, que el ejercicio del periodismo continúa siendo peligroso en muchos lugares del mundo.
El hecho de que haya descendido la cantidad de muertes el año pasado es alentador, pero los periodistas continúan siendo amenazados y asesinados por su trabajo. Narcotraficantes en Brasil, paramilitares en Colombia y políticos corruptos en Filipinas tratan de silenciarlos, y esto debe acabar, dijo.
Pero los 19 casos mencionados en el informe del CPJ no son, necesariamente, los únicos asesinatos de periodistas por el ejercicio de su trabajo ocurridos en 2002, según Cooper.
Cuatro periodistas aún están desaparecidos, mientras otros 13 asesinatos no registrados por la organización pudieron haber sido cometidos por razones profesionales, aunque no hay comprobación fehaciente al respecto. Esos 17 casos aún son analizados por el CPJ, indicó la activista.
El CPJ explicó que sus criterios para incluir periodistas asesinados por el ejercicio de su profesión en su lista anual son muy estrictos.
La organización no gubernamental Periodistas Canadienses por la Libertad de Expresión, con sede en la sudoriental ciudad de Toronto, había informado el martes que 46 profesionales fueron asesinados en 19 países en 2002, 10 de ellos en Colombia, siete en Rusia y tres en Filipinas, India, México, Nepal y Palestina.
De los 19 casos confirmados por el CPJ, tres asesinatos se cometieron en Colombia, tres en territorio administrado por la Autoridad Nacional Palestina y tres en Rusia.
Dos periodistas colombianos conocidos por sus críticas a todas los bandos en pugna en el conflicto armado fueron asesinados.
Efraín Varela Noriega, conductor de un programa de entrevistas en una estación de radio del oriental departamento de Arauca, fue asesinado a tiros luego de alertar a sus oyentes sobre la llegada de un grupo de paramilitares al área.
Orlando Sierra Hernández, columnista del diario La Patria, recibió un disparo en la cabeza cuando se dirigía a su trabajo y murió dos días después.
Por su parte, el camarógrafo Héctor Sandoval, de la cadena de televisión RCN, murió junto con su chófer por las heridas recibidas al quedar en medio de un tiroteo entre el ejército y guerrilleros de izquierda, en las afueras de la occidental ciudad de Cali.
Tres periodistas murieron en territorio palestino en 2002. El fotógrafo italiano Raffaele Ciriello, del diario Corriere della Sera, de Milán, fue alcanzado por balas de ametralladora desde un tanque israelí en marzo.
Dos periodistas palestinos, Imad Abú Zahra e Issam Tillai, fueron alcanzados por balas israelíes, el primero en la localidad cisjordana de Jenín y el segundo en Ramalá.
Mientras, el editor Valery Ivanov fue ejecutado en la occidental ciudad rusa de Togliatti, mientras la reportera de información empresarial Natalya Skryl fue aporreada hasta la muerte en la también occidental ciudad de Rostov.
Ivanov se especializaba en cubrir noticias sobre organizaciones criminales, mientras Skryl investigaba la propiedad de una fábrica metalúrgica en Rostov. Las autoridades no descubrieron a los responsables de ninguno de esos asesinatos.
En la occidental región de Ingushetia, cerca de la frontera con la república separatista de Chechenia, un camarógrafo británico contratado por la agencia de noticias Front-Line murió luego de cubrir batallas entre las fuerzas rusas y guerrilleros secesionistas.
Dos periodistas fueron asesinados en Filipinas. Edgar Damalerio, jefe de redacción del diario Zamboanga Scribe y comentarista de una estación de radio crítico de la corrupción de dirigentes políticos y policías, recibió balazos cuando conducía su automóvil de regreso a casa desde una conferencia de prensa.
Un pistolero asesinó a Sonny Alcatara, editor de un diario y comentarista de la central localidad de San Pablo que había informado al público sobre un acuerdo fraudulento de tierras en que participó un conocido dirigente político.
Además de Pearl, otro periodista murió en Pakistán: Shahid Soomro, reportero del diario Kawish, en la ciudad de Kandhkot, luego de informar sobre supuestas irregularidades en las elecciones de octubre.
En Brasil, Tim Lopes, reportero investigador de la cadena televisiva Rede Globo, fue secuestrado, torturado y asesinado por narcotraficantes cuando investigaba las actividades de narcotraficantes en una favela (barrio precario) en las afueras de Rio de Janeiro.
El fotógrafo Jorge Ibrain Tortoza Cruz, del diario 2001, de Caracas, recibió un balazo mientras cubría los choques entre opositores y simpatizantes del gobierno de Venezuela en abril.
En Bangladesh, el cronista policial Harunur Rashid, del diario Cainik Purbanchal, fue muerto a tiros en una emboscada. Rashid informó sobre vínculos entre organizaciones de delincuentes y grupos guerrilleros maoístas.
El editor del diario de India Poora Sach, Ram Chander Chaterpatti, murió tras una agonía de un mes luego de recibir disparos de supuestos integrantes de una secta religiosa sobre cuyos presuntos abusos sexuales había informado el periodista.
El editor del semanario nepalés Kadam, Nava Raj Sharma, fue secuestrado y asesinado por insurgentes maoístas que habían amenazado al periodista para que fuera su portavoz.
El único africano en la lista es Jimmy Higenyi, estudiante de periodismo de Uganda, muerto a balazos por la policía en una manifestación opositora que estaba cubriendo. (