La guerra civil en Costa de Marfil se agrava cada día y amenaza con arruinar a los miles de productores, distribuidores y exportadores de cacao, el principal producto de este país de Africa subsahariana.
El conflicto en Costa de Marfil, el mayor productor de cacao del mundo, lleva ya casi cuatro meses y los combates ahora se desarrollan a 100 kilómetros de San Pedro, el segundo puerto del país.
Ahora hay cinco veces más soldados que antes. Tenemos un acuerdo con el ejército para que nos garanticen poder seguir exportando cocao, afirmó el representante de una compañía naviera Bernard Koumassi en esa ciudad.
Los constantes enfrentamientos, los movimientos de soldados, las operaciones con helicópteros y los controles en puestos militares, además de aterrorizar a la población, amenazan el cultivo más importante del país. El cacao de Costa de Marfil es utilizado en gran parte de la producción de chocolate del mundo.
Cuarenta por ciento del cacao del mundo procede de Costa de Marfil, y la mitad de la producción de este país sale desde el puerto de San Pedro.
A mitad de la temporada de cosecha y con la guerra a pocos kilómetros, el puerto de San Pedro está lleno de barcos, grúas y camiones en plena actividad.
Todos quieren enviar su cosecha al mismo tiempo, y por eso hay una terrible congestión. Todos tenemos miedo de que la guerra arruine todo, sostuvo el supervisor del puerto, Francis N'Guessan.
La guerra civil comenzó el 19 de septiembre, cuando el insurgente Movimiento Patriótico de Costa de Marfil intentó derrocar al presidente Laurent Gbagbo y se quedó con el control del norte del país.
Otras dos facciones rebeldes, el Movimiento Popular Marfileño del Gran Oeste y el Movimiento para la Justicia y la Paz se levantaron en armas en noviembre y ocuparon varias localidades en el occidente de esta ex colonia francesa.
Desde entonces, el conflicto se propagó hacia el sur, zona rica en cacao, y a los grupos rebeldes se unieron mercenarios de Liberia, famosos por su adicción a las drogas y por su afición a la violencia.
Todos los grupos insurgentes pretenden desalojar del poder a Gbagbo, a quien acusan de promover el odio étnico. Los rebeldes anunciaron que el control del puerto de San Pedro es uno de sus principales objetivos.
El conflicto adquirió mayor emvergadura con el despliegue de unos 2.000 soldados de Francia – – que, según el gobierno de Jacques Chirac, fueron enviados para proteger la vida de los extranjeros – – y la mediación de varios países de Africa, todo lo cual influye en la vida diaria de los productores de cacao.
El toque de queda impuesto desde que comenzó el conflicto dificultó las tareas en el puerto. Solíamos trabajar toda la noche sin ningún problema. Ahora necesitamos escoltas armados para hacerlo y es difícil alimentar a los trabajadores, porque la comida encareció, dijo N'Guessan.
La guerra ha hecho muy difícil para nosotros trabajar a diario. En los puestos de control, los soldados muchas veces piensan que somos rebeldes porque nuestras familias vienen del norte, dijo Bamba Moussa, un trabajador portuario de 24 años.
En la fértil región de los alrededores de San Pedro, los granjeros están abandonando miles de hectáreas de cacao para escapar de los combates.
El 1 de este mes, Anne Marie Bouza se despertó en su aldea de Neka, cercana la frontera con Liberia y a 120 kilómetros de San Pedro, con el ruido de explosiones.
Pensé que era nuestro ejército celebrando el año nuevo, dijo en una centro de la Cruz Roja para desplazados, donde se recupera de la herida de bala que recibió en un brazo.
Los insurgentes se incautaron de varios camiones de cacao y llenaron tres sacos de arroz con el dinero que robaron. Vi como le cortaban la garganta a un hombre y le disparaban a otro en el pecho, afirmó Bouza.
Cerca de las instalaciones de la Cruz Roja está la sede de una de las compañías exportadoras de cacao más importantes del mundo, Archer Daniels Midland, que todavía trabaja con normalidad.
No sé que pasa con otras empresas, pero nosotros todavía tenemos buenas reservas, dijo el director de operaciones de la empresa, Pierre Ouattara.
Ouattara admitió que en 2003 la produccón no alcanzará los niveles de los años pasados, pero insistió en que las exportaciones siguen al mismo ritmo y afirmó no sentir ningún pánico.
Pero en los campos no muy lejos a su oficina, hay un completo caos.
La cocoa no llega, dijo un distribuidor de origen libanés que trabaja en el puerto San Pedro. Los rebeldes incautaron 12 de sus camiones de cacao cerca de Neka y mantuvieron tres días a su hijo secuestrado.
El año pasado, a mediados de enero, este distribuidor ya había vendido más de 20.000 toneladas de granos de cocoa a las empresas exportadoras. En lo que va de este año todavía no he vendido 3.000 toneladas. Nuestro trabajo está por completo paralizado, afirmó. (