Un entrenador de fútbol despedido por desnudarse en la cancha, una joven prostituta y una anciana que desistió de suicidarse para no dejar deudas son algunos de los personajes del exitoso documental brasileño Edificio Master.
Yo uso mucho Piaget, pero si hace falta voy de Pinochet, dice en el filme Sergio, el administrador de ese edificio de 12 pisos, para explicar cómo logró imponer orden y disciplina a unas 500 personas que viven en 276 pequeños apartamentos.
Jean Piaget (1896-1980) fue un psicólogo suizo cuyas teorías sobre aprendizaje inspiraron métodos pedagógicos y Augusto Pinochet es el general chileno que comandó el cruento golpe militar que derrocó al presidente socialista Salvador Allende en 1973.
Entrevistas con el administrador y 37 residentes en el Master componen la nueva película de Eduardo Coutinho, padre de la nueva generación de documentalistas brasileños, cuya producción aumentó en los últimos tiempos, con inesperado éxito de crítica y público.
Mucho humor mezclado con tragedias personales, momentos de emoción y abundante franqueza explican la buena recepción a Edificio Master.
La anciana había decidido suicidarse, después de perder todos sus ahorros cuando un asaltante la obligó a sacarlos del banco, bajo amenaza de una supuesta arma oculta, pero que en el último segundo desistió de saltar por la ventana de su departamento porque no podía morir dejando deudas.
La garota (muchacha) de programa, como se llama a las prostitutas de lujo, no se avergonzó de confesar su oficio ante la cámara, y señaló que lo necesita para criar a la hija que tuvo a los 15 años.
Todo es normal en un mundo de tanta corrupción, violencia y gobierno robando a las personas, alegó.
Coutinho es un veterano documentalista que necesitó más de dos décadas para concluir en 1984 la película que lo consagró, Un cabra (individuo) marcado para morir, sobre la lucha por la tierra en el noreste de Brasil, antes y a fines de la dictadura militar de 1964-1985.
Pero en los últimos tiempos ha logrado hacer casi un largometraje anual, un privilegio en un país donde los cineastas suelen sufrir durante años para hacer realidad el sueño de una película.
Desde 1999, Coutinho filmó Santo forte (Santo fuerte) y Babilonia 2000, la primera sobre creencias religiosas en una favela (barrio pobre) y la otra sobre expectativas de los habitantes de otra favela para el nuevo milenio.
En Edificio Master, el director mantuvo su tradicional método de elegir una comunidad y entrevistar a los residentes en ella, pero esta vez sin un tema como eje.
El resultado registra una gran diversidad humana, en la cual predominan los ancianos. Copacabana, el barrio del sur de Río de Janeiro donde están ese edificio, una famosa playa y la favela de Babilonia 2000, concentra una gran cantidad de jubilados.
Otro exitoso documental en exhibición es Onibus (autobús) 174, del director José Padilha, que recrea y analiza un hecho que traumatizó el país en junio de 2000.
El joven negro Sandro do Nascimento, que siete años antes había sobrevivido a una masacre de niños de la calle cometida practicada por policías, secuestró un autobús en un barrio de clase media de Río de Janeiro, armado con una pistola, y mantuvo a varias personas como rehenes.
El cerco policial y las negociaciones por los rehenes se prolongaron más de cuatro horas, con transmisión directa de los hechos por televisión a todo el país, y el desenlace fue trágico.
El secuestrador salió del autobús con una rehén, y un policía le disparó a quemarropa dos veces con una metralleta, pero los disparos no lo alcanzaron, y en cambio una bala rozó a la secuestrada, que enseguida fue muerta por dos tiros de Do Nascimento.
El joven fue arrestado ileso, pero murió por asfixia en el vehículo policial que lo llevaba a la cárcel.
La desastrosa intervención policial y la historia de Do Nascimento, quien nunca conoció a su padre y cuya madre fue asesinada a cuchilladas cuando él tenía seis años, permitieron a Padilha retratar las injusticias sociales y la inseguridad reinantes en Brasil.
La acertada dirección de la película, la dramaticidad del hecho que le dio origen y la variedad de ángulos de análisis aseguran el interés durante los 130 minutos de Onibus 174, aunque esa duración parezca excesiva para un documental.
Más llamativo es el éxito de público de Janela da alma (Ventana del alma), dirigida por Joao Jardim y Walter Carvalho y exhibida en meses anteriores, que trata de cuestiones filosóficas, estéticas y sociales vinculadas con la deficiencia de visión y la ceguera.
Los documentales están de moda en Brasil, y la explicación parece ser que la sociedad siente un intenso deseo de conocerse y comprenderse.
Brasil no conoce a Brasil, decía una canción de Maurício Tapajos y Aldir Blanc, interpretada por Elis Regina y muy popular en los años 70 y 80. Ahora parece que el país busca recuperar el tiempo perdido, y se mira en el espejo más claro de los documentales, que excluye las metáforas de la ficción. (