CAFE-COLOMBIA: Persiste crisis pese a mayor exportación

El volumen de exportación de café de Colombia creció tres por ciento en 2002, pero los productores continúan sumidos en una de las peores crisis de su historia debido a la persistente depresión de los precios internacionales.

Colombia recibió 863 millones de dólares el año pasado por los 10,2 millones de sacos de café de 60 kilogramos vendidos al exterior, mientras que había obtenido 864 millones de dólares por 9,9 millones de sacos en 2001 y 1.176 millones por 9,2 millones de sacos en 2000, según la Federación Nacional de Cafeteros.

Ese deterioro del ingreso por exportaciones ha afectado severamente a las 556.000 familias que viven de la caficultura en Colombia, 90 por ciento de las cuales poseen menos de cinco hectáreas de tierra, explicó a IPS Carlos Naranjo, asesor de pequeños productores.

Naranjo comentó que los precios internacionales del grano mermaron más de 70 por ciento desde la ruptura del pacto mundial de cuotas de exportación en 1998, lo cual derivó en una crisis humanitaria sin precedentes para los casi 25 millones de productores que dependen de este cultivo en el mundo.

La crisis de la caficultura condujo al endeudamiento de los pequeños propietarios colombianos, un proceso que comenzó en los primeros años de la década del 90 con 1.000 dólares promedio y que luego se multiplicó hasta 100 veces a causa de los altos intereses, apuntó el experto.

Añadió que la esa caída de los precios se alimentó con la ruptura de ese pacto de cuotas y la consecuente oferta por encima de la demanda, estimulada por las compañías transnacionales que apoyaron a fines de los años 90 la siembra en Asia del café de tipo amargo.

Los productores colombianos, hasta la ruptura del pacto mundial de cuotas, recibían entre 1,20 y 1,40 dólares por libra (0,4536 kilogramos) de café, que entonces era rentable para su actividad.

Esos ingresos permitían a la Federación Nacional de Cafeteros, que reúne a productores y delegados del gobierno, y al Fondo Nacional del Café (FNC), organismo gubernamental que maneja la comercialización y presta apoyo técnico, realizar inversiones para fortalecer el sector.

En la época de bonanza, ”el FNC construía en las zonas cafetaleras carreteras, escuelas y centros de salud, financiaba campañas de prevención de plagas para los cultivos y desarrollaba una importante labor para el bienestar social de los productores, pero todo eso se acabó”, apuntó Naranjo.

La persistencia de la crisis del café llevó al gobierno de Alvaro Uribe a pedir en noviembre a los países consumidores y a las empresas comercializadoras que manejan 80 por ciento del mercado mundial que encaren planes de desarrollo rural en los países afectados por el desplome de los precios.

La gestión encabezada por el gerente general de la Federación Nacional de Cafeteros, Gabriel Silva, y por el director ejecutivo de la Organización Internacional del Café, el colombiano Néstor Osorio, fue bien recibida por el Senado de Estados Unidos.

Ese cuerpo legislativo le pidió al presidente estadounidense, George W. Bush, que busque soluciones para el problema del mercado cafetalero, según la resolución 368 del 19 de noviembre.

La resolución del Senado estadounidense advirtió que en la década del 80 ”el café se vendía en los mercados internacionales en torno a 1,20 dólares por libra para bajar a fines del año pasado casi 50 centavos de dólar, el precio más bajo en términos reales de los últimos 100 años”.

También indicó, citando un estudio del Banco Mundial, que la crisis despidió del sector a 600.000 trabajadores en el mundo en los dos últimos años, y que, en particular en América Central, el impacto ha sido más desbastador que el causado en esa región por el huracán Mitch.

Los senadores tomaron para su informe, además, artículos de los diarios locales The Washington Post, The New York Times y The Wall Street Journal, que relacionan el aumento de los cultivos ilícitos de coca y adormideras para fabricar estupefacientes con la merma de las tradicionales plantaciones de café en Colombia y Perú.

Silva puntualizó que la debacle de la industria del café ha causado graves problemas de orden social en los países con tradición en ese sector de la agricultura.

”De la mano de los precios más bajos de la historia, a las zonas cafetalera del mundo ha llegado el espectro de la desnutrición, del analfabetismo, de la desarticulación familiar y social e, incluso, de la violencia y de los cultivos ilícitos”.

El gerente de la Federación puntualizó que el empobrecimiento generalizado ha promovido la emigración rural hacia las ciudades y luego fuera del país, la deforestación, el estancamiento económico y la inestabilidad institucional de todos los países donde habitan 25 millones de familias que dependen del café.

El origen de la crisis está en la pérdida de eficacia de los mecanismos de coordinación entre productores y consumidores, y su solución pasa por una verdadera cooperación, que recupere la calidad del grano y reduzca el área de producción en pro de la sostenibilidad de la caficultura, indicó.

La producción de café aportaba a Colombia a mediados del siglo XX alrededor de 80 por ciento de las divisas obtenidas por exportaciones y contribuía con 10 por ciento del producto interno bruto (PIB).

Pero en los años 90, la participación de la caficultura en la generación de divisas se redujo a 17 por ciento y a tres por ciento del PIB.

El café era hasta 1997 el principal sector exportador de Colombia, con un promedio superior a los 2.400 millones de dólares anuales, pero al finalizar 2002 apenas logró recaudar un tercio de ese monto y cayó al tercer lugar de las ventas externas, detrás del petróleo y el carbón. (

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