ASIA: Globalización agrava marginación de los intocables

La globalización acentuó la dura segregación que sufren los integrantes de las castas inferiores tradicionales en Asia meridional y oriental, advirtieron activistas en el Foro Social Asiático (FSA) que concluyó este martes.

”La tarea 'impura' de trabajar con el cuero nos fue asignada (en Japón) a la casta buraku. Pero la globalización nos llevó a perder incluso ese medio de subsistencia, debido a la inundación de productos de cuero importados más baratos”, dijo el activista Nozami Bando, de la japonesa Liga de Liberación de los Buraku.

Bando participó en la sección ”Voces del pueblo” del FSA, que se celebró desde la semana pasada en la meridional ciudad india de Hyderabad y al que asistieron unos 11.500 delegados de toda Asia.

Los buraku son los ”intocables” japoneses, la casta más baja de la sociedad detrás de los samurai o clase guerrera, los granjeros, los artesanos y los comerciantes. Sólo podían trabajar como curtidores, carniceros o sepultureros hasta que el gobierno abolió el sistema de castas en 1871.

Sin embargo, la mayoría de los casi tres millones de buraku todavía sufren discriminación laboral e incluso en los institutos de enseñanza cuando informan su origen.

Bando subrayó la necesidad de que los buraku y los ainu, de origen coreano, gocen de equidad social en Japón, pero destacó que la situación de estas castas no es tan mala como la de otros en el resto del continente asiático.

Uno de los casos más grave es el de los dalit (intocables) de India y de Nepal, donde el estricto sistema de castas de la religión hindú, inconstitucional pero aún vigente, los relega al oficio de zapateros, agricultores o artesanos.

”Somos considerados intocables y se nos impide vender nuestros productos en los mercados, donde podríamos obtener un precio más justo. Pero las ganancias van todas para los integrantes de las castas superiores”, dijo en el FSA el dalit nepalés Padamlal Viswakarma.

Los intocables de Japón, segunda potencia económica mundial detrás de Estados Unidos, y de Nepal, uno de los países más pobres del mundo, sufren problemas similares.

Al igual que los buraku japoneses, el dalit Dinesh Acchami, un dalit de Nepal presente en el FSA, podía vender en el pasado un par de zapatos a dos dólares, pero ahora apenas llega a obtener medio dólar debido a la competencia del calzado importado.

Además, la privatización de las principales fábricas de zapatos de Nepal dejó sin trabajo a muchos dalits, pues los nuevos dueños, la mayoría procedentes de India, trajeron consigo maquinarias y trabajadores de su país.

”No tengo la menor idea de cómo trabajan la Organización Mundial del Comercio o el Banco Mundial. Sólo sé que no hay ningún futuro en este negocio para nosotros los dalits, pues no le importamos a nadie”, dijo Dinesh.

Diversos sistemas de castas sumen en la degradación a unos 250 millones de personas, la mayoría en Asia meridional. El fenómeno persiste en Bangladesh, India, Madgascar, Malí, Mauritania, Nepal, Pakistán, Sri Lanka y Japón, e incluso en Estados Unidos y Gran Bretaña, a donde llegó con la inmigración asiática.

En India y Nepal, la violación de las normas del sistema de segregación hindú acarrea graves castigos para los dalits y la obligación de cumplir ritos de purificación para los pertenecientes a las demás castas.

En varios países de Asia, los intocables viven en asentamientos separados y no deben atravesar al área de las aldeas donde residen los integrantes de las castas superiores.

Tampoco pueden usar las mismas fuentes de agua, ni concurrir a los mismos templos. Los niños intocables son obligados con frecuencia a ocupar en las aulas los asientos más alejados del pizarrón.

Las mujeres intocables son víctimas de abuso sexual. En India, cada día es violada una dalit. Los intocables reciben malos tratos, inclusive hasta la muerte, a manos de integrantes castas superiores que gozan de la protección del Estado, según organizaciones de derechos humanos.

Siva Pragasam, de Sri Lanka, habló en el encuentro sobre la segregación que sufren unos 1,5 millones de campesinos cuyos antepasados fueron llevados a ese país por los colonialistas de Gran Bretaña desde el meridional estado indio de Tamil Nadu.

”La segregación de nuestra casta continúa aun luego de varias generaciones. Sufrimos toda clase de discriminación cuando vamos a buscar trabajo, que necesitamos cada vez más porque las plantaciones desaparecen debido a los bajos precios del coco, el caucho y el té”, afirmó.

De hecho, muchas haciendas de Sri Lanka han desaparecido debajo de inmensos proyectos hidroeléctricos e industriales, así como debido a la cada vez menor inversión en agricultura en Asia.

El azúcar, por ejemplo, eran considerados el sector económico clave de Filipinas por el ex presidente Joseph Estrada, depuesto en 2001, recordó Romualdo Noble, que acudió a Hyderabad en representación de 300.000 trabajadores de ese sector agrícola en la central provincia de Negros Occidental.

Noble dijo que los precios se precipitaron luego del ingreso de Filipinas en la OMC, y señaló que el mercado filipino fue inundado por azúcar importada más barata.

”El gobierno sigue negando que haya hambre en las plantaciones de azúcar”, afirmó Noble, y añadió que el escaso arroz entregado a los campesinos como asistencia por el gobierno resulta insuficiente.

Pero los casos de hambre más graves se registraron en el sudoriental estado indio de Andhra Pradesh, cuya capital es Hyderabad.

Este estado fue el destino de los principales préstamos del Banco Mundial durante una década de liberalización económica en India. El gobierno dispuso la apertura de su próspero sector agrícola para abrir paso a las corporaciones trasnacionales.

En los últimos dos años el estado ha sido testigo de cientos de suicidios de granjeros incapaces de pagar sus enormes deudas, contraídas para comprar semillas caras, pesticidas y fertilizantes.

”Mi esposo Abdul Rahima se suicidó consumiendo pesticida hace un año porque no podía pagar sus deudas. Ahora los prestamistas y los bancos están detrás mío”, dijo Sharifa, que ahora vive en la casa de su padre con su hija de un año.

Pero el gobierno de Andhra Pradesh, defensor de la liberalización, dice que la ruina de los granjeros se debe a que procuran hacerse ricos rápidamente. (

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