Cinco países de América Central y Estados Unidos finalizaron este viernes sin avances concretos la primera ronda de negociación para establecer en diciembre un tratado de libre comercio, en un clima de expectativas y recelo.
Aunque se esperaba que en esta ronda, celebrada desde el lunes en la capital costarricense, las partes establecieran sus posiciones, los negociadores indicaron que aún no se han expuesto propuestas sobre la desgravación arancelaria del acuerdo.
Los países centroamericanos tampoco definieron las posturas que asumirán en cuestiones delicadas, como energía, ambiente y telecomunicaciones.
Si bien las conversaciones sólo implicaron el intercambio de información entre las partes, la euforia predominó entre los impulsores del acuerdo, contrastando con el recelo que prevalece entre organizaciones ecologistas y grupos de agricultores sobre sus resultados finales.
Los 287 negociadores establecieron cinco mesas de trabajo y dos grupos de discusión, el primer paso del proceso para liberar el intercambio comercial entre Estados Unidos y el llamado Grupo de los Cinco (G-5), Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua.
Belice y Panamá no participan, pues no forman parte del Sistema de Integración Económica Centroamericana.
Esta fue una ronda de calentamiento, explicó la economista Anabel González, jefa de la delegación de Costa Rica y portavoz del encuentro.
En la próxima etapa, que se celebrará entre el 24 y el 28 de febrero en la nororiental ciudad estadounidense de Cincinatti, comenzarán las discusiones sobre temas específicos, dijo González.
Está previsto que las negociaciones se conduzcan en nueve rondas, y el tratado se firme en diciembre.
El área de libre comercio vincularía la mayor potencia económica del mundo con cinco empobrecidas naciones con 30 millones de habitantes, la mayoría pobres.
El acuerdo en discusión, conocido por sus siglas en inglés Cafta, es el sexto de este tipo que negocian países de América Central.
Para elaborarlo se tomará como referencia el tratado bilateral, que firmaron el año pasado Chile y Estados Unidos, pero cuyo texto aún no fue divulgado, explicó González.
Las cinco mesas de negociación tratarán sobre acceso a mercados, servicios e inversión propiedad intelectual y compras del sector público, ambiente y cuestiones laborales, y solución de controversias y asuntos institucionales.
Los grupos de trabajo que estudiarán la cooperación multilateral y las medidas sanitarias y fitosanitarias.
Los críticos del acuerdo sostienen que es un paso de Estados Unidos para mantener su hegemonía en la región y fortalecerse ante otros actores globales poderosos, como la Unión Europea y Japón.
La propuesta de libre comercio beneficiará a las grandes trasnacionales estadounidenses, mientras resquebrajará el sistema productivo centroamericano, añaden
Estamos muy preocupados por la posición que asumirán los gobiernos centroamericanos en temas sensibles, como propiedad intelectual, ecología y producción energética, dijo a IPS el activista Manuel López, de la organización ecologista Amigos de la Tierra Internacional.
A juicio de López, el acuerdo se negocia en secreto, pues las organizaciones no gubernamentales tienen escaso acceso a información sobre el Cafta.
Los ecologistas temen que la apertura comercial dé pie a un rápido proceso de explotación de los recursos naturales del istmo.
Otros sectores señalan que el intento de alcanzar la liberación comercial en menos de un año forma parte de una estrategia del gobierno estadounidense para apurar, por vía indirecta, la negociación del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA).
Nos interesan tres puntos: aumentar el comercio, fomentar la integración con esta región y respaldar la democracia, explicó la directora del equipo negociador estadounidense, Regina Vargo.
En su opinión, el acuerdo podría crear grandes beneficios a América Central en varios sectores, como las manufacturas y el desarrollo de programas de computadoras.
Washington está interesado en promover ejemplos como el de la compañía estadounidense de microprocesadores Intel, que en 1998 abrió varias fábricas en Costa Rica.
Según cifras oficiales, en 2001 las exportaciones estadounidenses hacia los países del G-5 sumaron 8.734 millones de dólares, mientras las ventas del grupo a Estados Unidos ascendieron a 11.680 millones de dólares.
América Central no puede escapar a los procesos de globalización, pero debe hacerlo de una manera inteligente, dijo a IPS el politólogo Jaime Ordóñez, consultor y catedrático de la Universidad de Costa Rica.
El analista señaló que una negociación de este tipo implica riesgos y dificultades, y por eso el istmo debería definir claramente sus prioridades para negociar lúcidamente con Estados Unidos. (