La capital chilena continuó cubierta este viernes por una débil capa de humo, como consecuencia de tres focos de incendio forestal en áreas de la Región Metropolitana.
Brigadistas de la Corporación Nacional Forestal, voluntarios del cuerpo de Bomberos y efectivos del ejército y la policía de Carabineros unieron esfuerzos para combatir los tres focos en la zona de Melipilla, al sudoeste de Santiago.
Las autoridades señalaron que esperan controlar durante el fin de semana estos tres siniestros, así como otros seis grandes incendios forestales en las regiones quinta y sexta, vecinas a esta capital de más de cinco millones de habitantes.
En los intentos de extinguir el fuego colabora también la fuerza aérea, con helicópteros equipados para recoger agua de lagos y estanques y lanzarla desde la altura sobre las llamas, así como con el traslado de brigadistas.
Los nueve focos ígneos afectan una superficie de pastizales y bosques de 10.815 hectáreas, indicó este viernes el viceministro del Interior, Jorge Correa, quien agregó que la prioridad es impedir que las llamas lleguen a áreas pobladas.
Los vientos procedentes de la costa hicieron que el humo de los siniestros en Melipilla se desplazara hacia Santiago, lo cual elevó de manera inusual en la temporada de verano los indicadores que miden la contaminación del aire de acuerdo con la concentración de partículas.
El llamado índice ICAP registró un progresivo incremento durante la tarde del jueves en las ocho estaciones de seguimiento de la calidad del aire instaladas en Santiago por el Servicio de Salud Metropolitano del Ambiente (Sesma).
La estación Providencia, instalada en el municipio del mismo nombre, en el área oriental del centro de Santiago, consignó al mediodía de este viernes un índice ICAP de 83, superior al registro de 65 del atardecer del jueves.
Las altas temperaturas de esta semana en el centro de Chile, que llegaron a los 34,6 grados el miércoles en la capital, facilitaron la propagación de los incendios, que normalmente se desatan en la temporada estival.
Las quemas de vegetación se inician generalmente por envases de vidrios abandonados que actúan como lente de aumento de los fuertes rayos solares, fogatas mal apagadas o cigarrillos encendidos.
El 100 por ciento de estos siniestros son cometidos por actos de irresponsabilidad, dijo el viceministro Correa, quien formuló un llamamiento a la ciudadanía para que tome conciencia y contribuya a evitar los incendios.
El Sesma, un organismo gubernamental que determina los estados de alerta o emergencia en Santiago según el deterioro de los indicadores de calidad del aire, señaló que en este caso no procede aplicar medidas en tanto el agente contaminante es externo a la ciudad.
Los estados de alerta, preemergencia y emergencia establecen restricciones a la circulación de vehículos automotores, así como la paralización de sistemas de combustión de industrias y de otras fuentes fijas emisoras de sustancias nocivas.
En Santiago se aplica regularmente entre abril y noviembre la llamada restricción vehicular, que impide cada día, de lunes a viernes, la circulación de 20 por ciento de los automotores que usan gasolina convencional, con plomo.
Esos porcentajes se aumentan progresivamente ante estados de alerta, preemergencia y emergencia y a partir de la preemergencia incluyen a los automóviles equipados con convertidor catalítico para gasolina sin plomo, que contaminan sólo 20 por ciento en comparación a los vehículos convencionales.
No obstante la imposibilidad legal de decretar medidas de restricción, las autoridades recomendaron que la población adopte precauciones, ya que las partículas de humo pueden causar molestias leves, sobre todo en los niños y ancianos.
Los enfermos crónicos de dolencias respiratorias, así como los ancianos, deben abstenerse de ejercicios físicos y de desplazamientos extensos por la ciudad, ya que el humo puede provocarles irritación en las mucosas y vías pulmonares, señaló el Sesma.
El grueso de la población, sin embargo, no está expuesta a un mayor peligro y puede desarrollar sus actividades normales, precisaron en un comunicado el Sesma y la Comisión Nacional del Medio Ambiente.
La temporada de incendios forestales, que se desatan normalmente desde noviembre a marzo en este país, podría ser este año una de las más dañinas.
Las 10.815 hectáreas de vegetación destruidas en estos últimos nueve focos son casi equivalentes a las 10.918 hectáreas consumidas por las llamas en la temporada 2000-2001, según las estadísticas de la Corporación Nacional Forestal.
Pero esa fue una de las temporadas más positiva de las dos últimas décadas, de acuerdo a los registros recopilados desde la temporada 1979-1980.
En 2001-2002 se registró uno de los mayores índices de incendios forestales en Chile, con 90.069 hectáreas consumidas, pero el récord de los últimos años corresponde a la temporada 1998- 1999, con 101.691 hectáreas destruidas. (