Los incendios que han causado en Australia cuatro muertos, 2.500 evacuados y 530 viviendas destruidas, son atribuidos por ecologistas al cambio climático, mientras la industria maderera reclama la tala preventiva de parques nacionales.
Estos puntos de vista sobre la causa de los descontrolados incendios que llevan un mes, reflejan el intenso debate acerca de cómo enfrentar y prevenir la propagación del fuego, que continúa avanzando en el sudeste del país, tras casi un año de sequía.
El cambio climático está ocurriendo y estos incendios son un ejemplo de su acción. La temperatura del aire es entre 0,6 y dos grados más cálida que en anteriores veranos secos, dijo el coordinador de la Red de Acción por el Clima – Australia, Danny Kennedy.
Esto significa que en condiciones propensas al incendio de bosques, el aire caliente seca la vegetación y los arbustos están más susceptibles al fuego, explicó Kennedy.
Los incendios descontrolados, que se propagaron a partir de unos 60 focos menores, comenzaron a partir de descargas eléctricas asociadas a tormentas de viento y extrema sequía, a fines de diciembre e inicios de este mes. Pero muchos fueron provocados por imprudentes o pirómanos.
De momento, el fuego avanza en un frente de 200 kilómetros a través de los bosques del Territorio de la Capital Australiana (ACT, por sus siglas en inglés) donde se encuentra Canberra, y de los parques montañosos de los sudorientales estados de Nueva Gales del Sur y Victoria.
Hasta ahora, los siniestros han arrasado más de 750.000 hectáreas de parques nacionales, bosques y cultivos.
El 18 de enero, los focos septentrionales, empujados por el caliente viento del noroeste, superaron los límites de las sierras de Brindabella y del parque nacional Namadgi y arrasaron los suburbios sudoccidentales de la capital.
En apenas cinco horas, fueron incineradas 530 casas y 30 plantaciones, mientras cientos de otras eran afectadas por bolas de fuego impulsadas por vientos de más de 120 kilómetros por hora.
Cuatro personas murieron dentro o cerca de sus hogares, y cientos fueron hospitalizadas por quemaduras e inhalación de humo. Las pérdidas se estiman en 175 millones de dólares.
Reconstruiremos Canberra, pero no será simplemente reconstruida, sino mejorada, prometió el 29 de este mes el ministro jefe del ACT, John Stanhope, ante una sesión especial del parlamento local.
Ni el sector maderero ni el gobierno han dicho una palabra sobre la idea de que el cambio climático incrementa la frecuencia e intensidad de los incendios.
Sin embargo, la gubernamental Commonwealth Scientific Industrial Research Organisation estableció en un documento sobre el impacto de este fenómeno global, que el cambio climático previsto incrementa asimismo el peligro de incendios en las zonas septentrionales y meridionales propensas al fuego.
La mayoría de los científicos atribuye a los gases provocados por la combustión de petróleo, gas y carbón responsabilidad en el recalentamiento global y el cambio climático.
El gobierno australiano se negó a ratificar el Protocolo de Kyoto – – que prevé reducciones obligatorias en la emisión de estos gases – – , respaldando en cambio la propuesta estadounidense de crear un marco para iniciativas voluntarias.
La polémica se intensifica acerca del manejo de los parques nacionales adyacentes a la que muchos llaman la capital boscosa.
La Asociación Nacional de Industrias Forestales (NAFI, por sus siglas en inglés) exhortó a revisar la administración de los parques nacionales, alegando que los incendios han demostrado la necesidad de reducir la cantidad de material combustible, como arbustos y hojarasca seca.
Necesitamos una firme revisión, con particular énfasis en el bosque, la vegetación y el manejo del fuego, sostuvo la directora ejecutiva de la NAFI, Kate Carnell, en una columna publicada en la prensa la semana pasada.
Carnell se refirió elogiosamente a la Iniciativa Bosque Saludable, dispuesta por el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, en agosto del año pasado.
Ese plan reconoció que la reducción del material combustible y los proyectos de restauración boscosa son una actividad prioritaria para proteger los bosques, dijo Carnell.
El proyecto de ley de Bush autoriza a agencias gubernamentales a celebrar contratos de administración con empresas para que éstas talen bosques en todas las tierras públicas como medida para prevenir incendios, y se beneficien con la venta de madera.
Pero el ecologista Sierra Club de Estados Unidos rechazó la legislación propuesta, ahora sometida a debate público, pues pondría bajo control de las empresas madereras porciones enteras de tierras forestales de propiedad pública.
No conozco todos los detalles de esa iniciativa. Por lo que sé, algunos de los parques podrían tener esa opción (de tala), pero ciertamente no es lo que estamos proponiendo para Australia, dijo a IPS el encargado de comunicaciones de la NAFI, Malcolm Baalman, en un claro paso atrás.
La asociación no ha sugerido medidas para reducir la hojarasca en las extensas plantaciones comerciales de pino lindantes con el vecindario suburbano de Duffy, en Canberra, donde se quemaron la mayoría de las casas.
Baalman alegó que se necesitan más senderos cortafuegos en los parques nacionales, aunque admitió que más de dos tercios de los incendios fueron provocados por pirómanos muy cerca de caminos y carreteras.
La ciencia nos dice que los bosques de antiguo crecimiento tienen el mayor grado de resistencia al fuego. Son los bosques jóvenes, que se regeneran tras los incendios, los que crean más material combustible y tienen más propensión a quemarse, dijo el director de campañas de The Wilderness Society en Victoria, Gavan McFadzean.
El activista señaló que continuar las operaciones de tala durante condiciones climáticas extremas como las actuales es una incoherencia argumentada por la NAFI.
En este momento el talado es mínimo en Victoria, pero continúa en East Gippsland. De hecho, la semana pasada se estaban cortando árboles a kilómetros del fuego y aún se continúa en Otways y las Tierras Altas Centrales, sostuvo.
Si la NAFI es sincera en su preocupación por la seguridad pública y el futuro de los bosques nativos, debería llamar a una suspensión de la tala durante esta crisis y revisar las prácticas de silvicultura en el sudeste de Australia, afirmó McFadzean. (