El mal de Chagas, la malaria y la leishmaniosis integran un grupo de enfermedades descuidadas que matan cada año a millones de personas, sin que se desarrollen medicamentos adecuados para combatirlas, destacaron activistas y expertos.
Las víctimas de esas enfermedades, y las de otras que afectan a poblaciones muy pobres, no constituyen un mercado atractivo, y eso determina que la industria farmacéutica destine escasos recursos a la investigación y desarrollo de medicamentos para curarlas.
De 1975 a 1999 se aprobaron 1.393 nuevos medicamentos en el mundo, pero sólo 13 de ellos, o sea menos de uno por ciento, eran indicados para enfermedades tropicales.
Para corregir esa limitación del mercado se lanzó la Iniciativa por Medicamentos para Enfermedades Descuidadas (DNDI, por sus siglas en inglés), anunciada y discutida por expertos el lunes y el martes en Río de Janeiro.
El proyecto, sin fines de lucro, será ejecutado por una pequeña coordinación central de unas 15 a 20 personas, con sede en Ginebra, y una red de centros de investigación y desarrollo distribuidos por el mundo, explicó a IPS el médico Yves Champey, director del estudio de factibilidad de la DNDI.
El proyecto busca desarrollar nuevos medicamentos y modificar o combinar los ya existentes, para hacerlos más eficaces y accesibles, mediante movilización de energías, experiencias y recursos de la red y aumento de capacidades en los países donde las enfermedades descuidadas son endémicas, añadió.
De esa forma se buscará reducir el desequilibrio entre necesidades y medicamentos disponibles en los países pobres, que agrava sus problemas sociales y económicos.
Los países en desarrollo suman 80 por ciento de la población mundial, pero les corresponde sólo 20 por ciento del consumo de medicamentos.
La Iniciativa fue encabezada por la organización no gubernamental Médicos sin Fronteras (MSF), en asociación con la Organización Mundial de Salud, el Instituto Pasteur de Francia, la Fundación Oswaldo Cruz de Brasil, el Consejo Indio de Investigación Médica y el Ministerio de Salud de Malasia.
Esas instituciones fundadoras fueron elegidas tras un año y medio de consultas, por su solidez, experiencia en enfermedades tropicales, medios y credibilidad, señaló Champey.
Pero el proyecto busca nuevos socios y su orientación es sumar esfuerzos, destacó Eloan Pinheiro, directora de Far-Manguinhos, fábrica de medicamentos de la Fundación Oswaldo Cruz.
La prioridad inicial serán las enfermedades consideradas más descuidadas, la leishmaniosis, la enfermedad de Chagas y la del sueño, a las cuales la industria farmacéutica casi no dedica esfuerzos, y que tampoco reciben atención adecuada de los gobiernos, por falta de interés o de recursos.
Cada año, esas tres enfermedades causan de 150.000 a 200.000 nuevas infecciones y unas 80.000 muertes, según Champey.
La leishmaniosis, transmitida por picaduras de mosquito, afecta en la actualidad a 12 millones de personas y amenaza a otros 200 millones en 88 países, según datos de la DNDI. Una de sus tres formas de manifestación, la visceral o kala-azar, mata si no es tratada.
El actual tratamiento de la leishmaniosis mediante dolorosas inyecciones es el mismo que se aplicaba en los años 40.
La enfermedad de Chagas, causada por el parásito Trypanosoma cruzi, es transmitida por la picadura de insectos que se alimentan de sangre como la llamada vinchuca, o por transfusiones de sangre, y es endémica en América del Sur y América Central.
Ese mal causa síntomas agudos en sólo uno por ciento de los infectados, pero en algunos casos provoca problemas cardíacos diez o 20 años después de la infección, explicó Pinheiro.
Especialistas calculan que de 16 a 18 millones de personas albergan al Trypanosoma cruzi, y que otros 100 millones, o sea un cuarto de la población latinoamericana, están expuestas a la contaminación.
La enfermedad de Chagas sólo es tratable en la infancia, ya que no se han desarrollado medicamentos para combatirla cuando afecta a adultos.
La enfermedad del sueño o tripanosomiasis africana humana, transmitida por la mosca tsé-tsé, afecta a unas 500.000 personas y amenaza a 60 millones más en 36 países de Africa.
Ese mal provoca alteraciones neurológicas, pérdida de peso, somnolencia y muerte cuando no es tratado, y los medicamentos disponibles para combatirlo son antiguos, escasos y muy tóxicos.
La DNDI prevé combatir a mediano plazo a otros flagelos de los pobres, como la malaria y la tuberculosis, de las cuales se ocupan en la actualidad otras instituciones, sin los recursos deseables.
Hay otras enfermedades muy descuidadas y casi desconocidas que exigen alguna atención, como la úlcera Buruli, similar a la lepra o hanseniasis, presente en países africanos como República Democrática del Congo, Angola y Camerún, informó Champey.
La cooperación en red internacional, sin mirar la utilidad, sino el resultado social, contribuirá a lograr poblaciones sanas que sean factores de desarrollo, con reducción de costos sanitarios y vida más productiva, aseguró Pinheiro, quien destacó la necesidad de desarrollar medios para rápido diagnóstico de males transmisibles y descuidados.
Identificar la infección cuanto antes ayuda a frenar su propagación, destacó, con base en la experiencia brasileña con el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), contra el cual Far- Manguinhos produce medicamentos.
MSF aportará al proyecto de cinco a seis millones de dólares anuales, y sus socios iniciales contribuirán con trabajo y conocimientos, según Champey.
La DNDI movilizará unos 300 millones de dólares en sus primeros diez o 12 años, y sus primeros proyectos, para mejorar o combinar medicamentos, pueden dar resultados en el periodo 2005-2008, previó.
Es probable que grandes empresas privadas aporten tecnología, instrumentos y recursos financieros, ya que les costará muy poco y ganarán mucho en imagen, añadió. (FIN/IPS/mo/mp/he/02