Casi 90 por ciento de los habitantes de Perú viven en un área con cerca de dos por ciento de los grandes recursos de agua potable disponibles, y eso determina que el país deba realizar importantes importaciones de alimentos.
La Organización de Las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO) lanzó el 16 de octubre, Día Mundial de la Alimentación, la consigna El agua, fuente de seguridad alimentaria, para orientar debates en escala nacional e internacional durante los siguientes 12 meses.
Según la FAO, seguridad alimentaria es el acceso, en todo momento, a una alimentación suficiente y de calidad que permita llevar una vida sana y activa.
Perú es uno de los países con mayores recursos hídricos, pero sólo tres por ciento de su superficie es cultivada, de modo que depende de la importación de granos, lácteos y carne para alimentar a su población de unos 27 millones.
Las razones de esa paradójica situación son la concentración de la población en zonas con escasez de agua potable, y el ineficiente aprovechamiento de los recursos hídricos para el riego.
La mayoría de los habitantes viven cerca de la costa del Pacífico, en estrechos valles separados por grandes desiertos de arena, y en esa zona está sólo 1,69 por ciento del agua potable disponible, por cuyo uso compiten agricultores y población urbana.
Según la Dirección General de Aguas y Suelo, del Instituto de Recursos Naturales (INRENA), 88 por ciento de los peruanos tienen acceso a dos por ciento del agua potable que existe en el país.
Por otra parte, los deshielos de la cordillera de los Andes, que divide al país como un espinazo gigantesco, forman caudalosos ríos que corren en dirección opuesta a la costa hacia el Amazonas, el río más caudaloso del mundo, que atraviesa Brasil de oeste a este y desemboca en el océano Atlántico.
En la tropical selva amazónica residen menos de 12 por ciento de los habitantes del país.
La región andina, llamada sierra, y la zona amazónica suman casi 98 por ciento de los recursos hídricos peruanos, pero 83 por ciento de los campos cultivados de la sierra y todos los de la selva se riegan sólo con agua de lluvia.
Los empresarios agrícolas, y en especial los de la costa, interpretan que la FAO ha exhortado a los gobiernos a aumentar la disponibilidad de agua para sus actividades.
Esos productores, organizados en comités de regantes, pidieron a las autoridades extender la frontera agrícola, o sea aumentar la extensión de tierras cultivadas y emprender obras necesarias para superar la actual insuficiencia de agua en las zonas de mayor actividad agropecuaria.
Pero algunos expertos gubernamentales e independientes consideran prioritario mejorar el aprovechamiento técnico del agua disponible en cada zona agrícola, dadas las actuales dificultades financieras del Estado.
La optimización del aprovechamiento del agua disponible para el riego agrícola es, con frecuencia, uno de los factores menos tomados en cuenta cuanto se aborda el problema de mejorar la seguridad alimentaria en Perú, país deficitario en producción de alimentos, comentó el experto Reynaldo Trinidad.
En Perú, cuando se habla de reducir la dependencia exterior en el rubro alimenticio, se suele insistir en costosas obras de derivación hacia los valles de la costa de las aguas de los ríos tributarios del Amazonas, que se pierden en el Atlántico, señaló Trinidad, editor de la revista Agronoticias.
El especialista consideró prioritario manejar en forma integrada los recursos hídricos, revertir la contaminación de ríos provocada por actividades mineras y generalizar el riego tecnificado.
Lo paradójico es que ese dos por ciento (de la población) que aparentemente cuida el agua agrícola, mediante costosas represas y canales, también la desperdicia, pues el tradicional sistema de riego por gravedad que se usa en Perú requiere mucha agua para producir, destacó Matías Prieto Celi, jefe del INRENA.
En el sistema de riego por gravedad, distribuyendo el agua por canales y acequias, para producir un kilogramo de cereales se necesita una tonelada de agua, pero con un riego por goteo o aspersión se necesitarían de 700 a 500 kilogramos de agua por kilogramo de alimento en granos, explicó.
En consecuencia, si tomamos en cuenta que cada persona debe consumir 300 kilogramos de granos o su equivalente por año, mientras mantengamos nuestro sistema tradicional de riego, la seguridad alimentaria nos demandará 300 toneladas anuales de agua por habitante, comentó Prieto.
Por otro lado, siendo la población de casi 27 millones de habitantes y nuestro crecimiento demográfico dos por ciento anual, para satisfacer las necesidades alimentarias de esas 540 mil personas adicionales al año necesitamos que el agua disponible aumente 162 millones de metros cúbicos por año, concluyó. (FIN/IPS/al/mp/dv en/02