/Perspectivas 2003/ AFRICA ORIENTAL: El camino hacia la paz está abierto

Los negociadores de paz de Africa oriental tuvieron un año agitado, con Kenia y Tanzania como sedes de numerosas rondas de diálogo para poner fin a los conflictos en Burundi, Somalia y Sudán.

Los avances en Sudán han sido alentadores: el gobierno árabe e islámico y los rebeldes negros, animistas y cristianos del sur del país dejaron de lado las armas por primera vez en dos decenios. Burundi y Somalia dieron pequeños pasos hacia la paz, aunque en estos casos se trata de una perspectiva más lejana.

”Podemos decir que 2002 ha sido un año para la paz en Sudán”, dijo el diplomático sudanés en Kenia Osama Mahjoub Hassán. Observadores pronostican que los bandos en pugna firmarán un acuerdo de paz completo el año próximo, luego del exitoso diálogo de los últimos 12 meses.

La mayoría de los conflictos clave que llevaron al Ejército para la Liberación del Pueblo de Sudán (ELPS) a levantarse en armas contra el gobierno en 1983 parecen haberse solucionado.

”Hemos establecido bases sólidas de negociación. Creo que ahora es fácil para nosotros afrontar los otros asuntos. Todo está preparado y los problemas han sido identificados. Somos optimistas sobre el futuro del proceso de paz en Sudán”, dijo Hassán.

El gobierno allanó el camino al exonerar al sur de Sudán del imperio de la shariá (ley islámica) y programar un referéndum sobre la independencia de la región dentro de seis años. Jartum rubricó en julio esas concesiones en el Acuerdo de Machakos, formalizado en la ciudad keniata de ese nombre.

En octubre, finalmente, se firmó un cese del fuego. De todos modos, las dos partes se acusan recíprocamente de violarlo.

El líder del ELPS, George Garang, lamentó que continúen los combates en la occidental región del Nilo Superior y en Bahr el Ghazal, donde se encuentran ricos yacimientos petrolíferos. Garang sostuvo que fuerzas del gobierno islámico acosan allí a la población del sur.

”En Gogrial, localidad de Bahr el Ghazal, han atacado poblados, incendiado viviendas y robado ganado, todos éstos actos violatorios del entendimiento”, dijo Garang.

De todos modos, el propio líder del ELPS admitió que en todo el resto de la región reina la paz.

El cambio del clima político internacional tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos y la consecuente guerra contra el terrorismo declarada por el gobierno de George W. Bush contribuyó significativamente con el avance del proceso de paz en Sudán.

Jartum se ha mostrado ansioso por cooperar en la guerra contra el terrorismo para desembarazarse de su reputación de país que brinda refugio a organizaciones radicales como Al Qaeda, a la cual Estados Unidos atribuye los atentados de 2001.

El gobierno sudanés hospedó al saudita Osama bin Laden, el líder de Al Qaeda, y a otros dirigentes de la misma tendencia en los años 90. Cuando las embajadas de Estados Unidos en Kenia y Tanzania fueron objeto de atentados con explosivos en 1998, Estados Unidos bombardeó Jartum como represalia.

”Luego del 11 de septiembre, Sudán temía ser de nuevo objeto de represalias”, dijo el analista David Mozersky, del independiente Grupo Internacional de Crisis radicado en Bruselas. Esa circunstancia obligó a Jartum a afrontar con mayor seriedad el proceso de paz, agregó el experto.

Las negociaciones entre el gobierno sudanés y el ELPS se reanudarán en enero próximo.

En Burundi, el gobierno también afronta la rebelión de la etnia mayoritaria, que se considera marginado del poder. Milicias hutu tomaron las armas contra el ejército, dominado por la minoría tutsi.

Este año, tres de las cuatro organizaciones insurgentes hutu firmaron un acuerdo de cese del fuego ante la intensa presión de los gobiernos de la región. El principal grupo rebelde, Fuerzas para la Defensa de la Democracia, firmó un acuerdo el 3 de diciembre, pero los combates continúan.

El ejército de Burundi afirma que es imposible respetar el cese del fuego porque no puede distinguir a los miembros del Frente de Liberación Nacional (FLN), que continúa con las hostilidades, de los combatientes de los tres grupos rebeldes firmantes del acuerdo.

Los mediadores internacionales amenazaron con imponer sanciones al FLN para obligarlos a firmar al acuerdo, aunque algunos observadores sostienen que esta presión no será efectiva.

”Lo peor que se puede hacer es terminar todo contacto con ellos y desecharlos por completo. Pienso que eso haría las cosas más difíciles. No tenemos otra opción que mantener el contacto y esperar la oportunidad para hacer que también participen del proceso”, dijo el analista burundés Jan van Eck.

Los mediadores de Africa oriental también redoblaron esfuerzos para poner fin a la anarquía en Somalia, que no tiene gobierno central desde 1991.

Tras varios años de postergaciones, en octubre comenzaron las conversaciones en la localidad keniata de Eldoret y, para sorpresa de todos los intermediarios, los delegados de las distintas facciones pronto acordaron un cese del fuego.

”El cese del fuego se está cumpliendo con bastante seriedad. Todos han asegurado que no habrá combates en la región. Este es un paso en la dirección correcta”, destacó el analista Mustaphá Hassouna, de la Universidad de Nairobi.

Las partes somalíes intentan ahora abordar los asuntos clave del conflicto, como el desarme, la constitución federal del país y los derechos de propiedad.

El objetivo de las negociaciones es obtener una fórmula para compartir la riqueza y el poder que satisfaga a todos los grupos, lo cual por ahora es bastante difícil. (FIN/IPS/tra-eng/mn/rp- mj/ip/02

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