CAFE: Brasil es la clave para acabar con la crisis

Los 25 millones de caficultores del mundo necesitan que Brasil reduzca su producción a la mitad para poner fin a la caída de precios que lleva ya cinco años, advirtió el director ejecutivo de la Organización Internacional del Café (OCI), Néstor Osorio.

Hay demasiada oferta de café, y buena parte del producto no es de buena calidad, dijo Osorio este jueves a la prensa en Londres, sede de la OIC.

Se prevé para el año cafetero en curso (1 de octubre de 2002 al 30 de septiembre de 2003) una producción de 120 millones de sacos de 60 kilogramos, con un consumo de 110 millones de sacos.

Al mismo tiempo, 40 millones de sacos están almacenados. La oferta excesiva ha deprimido los precios en los últimos años.

”Este año, la clave es Brasil”, dijo Osorio. El país latinoamericano produjo 45 millones de sacos en el año cafetalero 2001-2002, pero se prevé que en el periodo en curso cosechará mucho menos por el debilitamiento de los cafetales debido a la recolección intensiva.

Si Brasil reduce su producción a la mitad, habrá esperanza para los caficultores de todo el mundo, la mayoría de los cuales viven en Brasil, la región andina de América del Sur, Vietnam, Indonesia, India y América Central, afirmó el experto.

La crisis causó grandes dificultades y aun suicidios entre los hacendados y trabajadores de los cafetales. Una mejoría de la situación también tendría efectos beneficiosos en los países consumidores, dijo Osorio. ”Medio millón de caficultores podrían emigrar a Estados Unidos y Canadá”, advirtió.

La OIC, integrada por la mayoría de los países exportadores y también por los grandes importadores, aprobó un plan para retirar del mercado cuatro millones de sacos de baja calidad en el actual año cafetalero. Todos los integrantes de la organización aceptaron la medida, con excepción de Estados Unidos.

Países productores atribuyeron la caída de los precios internacionales al ingreso masivo al mercado de café vietnamita barato. En la última década, Vietnam se convirtió en el segundo mayor productor mundial de café y el principal exportador de la variedad robusta.

Al mismo tiempo, la organización humanitaria británica Oxfam lanzó este año una campaña para que las transnacionales procesadoras de café paguen mejores precios a los caficultores. Oxfam calculó que un kilogramo del grano cuesta 1,10 dólares promedio, cuando el costo de producción es de 1,76 dólares.

Pero una taza de café en cualquier cafetería de Londres cuesta entre tres y cuatro dólares.

Osorio dijo que la presión es particularmente severa sobre los 27 países productores de café o de cacao que figuran en la lista de 49 naciones más pobres del Banco Mundial, donde 350 millones de personas viven con menos de un dólar diario.

Pero no será suficiente con sentarse a esperar que Brasil reduzca su cosecha. La OIC lanzó varios programas para corregir desequilibrios de larga data en la producción y distribución.

”Los tres pilares de nuestro esfuerzo son la mejora de la calidad, la diversificación de la producción y de la distribución y la promoción del café”, dijo Osorio. Pero los resultados no se percibirán en el corto plazo, añadió.

Los países caficultores no se aprovecharon de los breves periodos de bonanza para diversificar sus cultivos, explicó. La OIC trabaja con organizaciones independientes y con los gobiernos para identificar las áreas en que el cultivo de café no es una tradición, sino que responde a buenos precios ocasionales.

”Presionaremos para erradicar el café en esas áreas”, dijo Osorio. Vietnam, por ejemplo, producía un millón de sacos de café hace 10 años y el año pasado produjo 14 millones. En septiembre, el país asiático acordó reducir su cosecha en cuatro millones de sacos.

”Pero no hay alternativas fáciles”, dijo. Si un agricultor decide cultivar tomates, tropezará con ”altos aranceles y tremendos subsidios” que protegen la producción en el Norte industrializado.

Los caficultores deben también involucrarse en el procesamiento, pues hoy dependen de sus ventas a empresas transnacionales como las estadounidenses Kraft, Procter & Gamble, Sara Lee, Starbucks, la suiza Nestlé y la alemana Tchibo.

”Pretendemos que los caficultores no solo aporten el grano sino el producto final”, dijo Osorio.

Al mismo tiempo, la OIC procura mejorar la calidad del grano y retirar del mercado cinco millones de sacos afectados por la humedad y por diversos defectos. Osorio denominó esa porción de la oferta mundial ”basura piojosa”.

El café que disfrutaban hace cinco años los alemanes, considerados bebedores exigentes, contenía 35 por ciento de grano colombiano de excelente calidad. Pero las compañías procesadoras comenzaron a introducir gradualmente ”basura piojosa” y la presencia del grano colombiano se redujo a la mitad.

Los consumidores alemanes no advirtieron el cambio, dijo Osorio. ”Necesitamos más transparencia, de modo que el consumidor sepa lo que está bebiendo”, advirtió el experto.

La ganancia de los procesadores es enorme. Se venden 70.000 millones de dólares por año de café procesado, pero los países exportadores del grano reciben apenas 5.500 millones de dólares por su producción.

Hace 10 años, las ventas de café procesado eran de 30.000 millones de dólares y los países exportadores recibían 10.000 millones.

La OIC también promueve el café dentro de los países productores. El consumo dentro de Brasil se duplicó en los últimos cinco años, y otros países siguen ese camino, afirmó Osorio. (FIN/IPS/tra-eng/ss/sm/dv if/02

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe