La poco fructífera pero muy costosa Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible, que sólo logró el compromiso de reducir a la mitad la población mundial sin agua ni saneamiento para 2015, fue el acontecimiento más relevante de la agenda ambiental de 2002.
La cumbre, también llamada Río+Diez y celebrada a fines de agosto en Johannesburgo, Sudáfrica, despertó inmensas expectativas en todo el globo.
La conferencia reunió a la mayor cantidad de jefes de Estado (104) y representantes oficiales y no gubernamentales, 20.000, costó lo que ninguna otra reunión de su tipo (55 millones de dólares), y provocó enorme desperdicio y contaminación: 331 toneladas de basura y 290.000 toneladas de dióxido de carbono.
Todo fue grande en Johannesburgo, excepto por los resultados concretos de la cita.
De los cinco temas de la cumbre —agua, energía, salud pública, biodiversidad y agricultura— sólo uno logró consenso: los 190 países asistentes acordaron reducir a la mitad la población sin agua y saneamiento para 2015.
Aunque hubo otros acuerdos con plazos y cronogramas, el del agua fue el más significativo debido al efecto que podría tener en la vida cotidiana de cada ciudadano del globo.
Casi 1.100 millones de personas en todo el mundo carecen de acceso adecuado a agua potable, mientras cuatro millones no tienen saneamiento, según la Organización de Naciones Unidas (ONU).
En medio de rechiflas y gritos de ¡traición! algunos sectores ambientalistas calificaron la cita, que deliberó hasta el 4 de septiembre, como la Cumbre Mundial de los Acuerdos Vergonzosos.
Sobre todo les irritó la falta de acuerdo en torno a las propuestas de energía limpia, rechazadas de tajo por un bloque de países liderado por Estados Unidos.
El presidente George W. Bush, quien fue el gran ausente en Sudáfrica, se opone férreamente a cualquier compromiso cuantificable en esa materia e insistió en rechazar una vez más la ratificación del Protocolo de Kyoto de 1997 para estabilizar los gases de invernadero causantes del cambio climático.
El sector petrolero norteamericano tomó de rehén a la cumbre, dijeron los críticos.
Pero los sectores ambientalistas dedicados al agua cantaron victoria e iniciaron trabajos a marchas forzadas: 2003 será el Año Internacional del Agua.
Buscamos hacer de éste el siglo de la paz, más que de la guerra por el agua, dijo Koichiro Matsuura, director de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, una de las 23 agencias de la ONU involucradas en el tema.
En marzo tendrá lugar el Tercer Foro Mundial sobre el Agua, ni más ni menos que en Kyoto, Japón.
Es crucial que esta y otras cruzadas en torno al agua tengan éxito, por un motivo superior: evitar que sigan muriendo cada día en el planeta 6.000 niños y niñas por enfermedades relacionadas con la falta de agua limpia, como cólera y diarreas.
El movimiento anti-globalización siguió activo durante 2002.
En los estertores del año, en noviembre, militantes de diversos rincones del globo convirtieron la ciudad andina de Quito, Ecuador, en un bastión en contra del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA), en coincidencia con una reunión ministerial.
Alentados por una efervescencia social global contra el libre comercio, los globalifóbicos comparten una idea: el riesgo de que el ALCA, que crearía un mercado de 800 millones de consumidores, provoque más miseria y más deterioro ambiental en América Latina.
Pero pese al rechazo, la agenda negociadora del ALCA sigue a buen ritmo, al igual que la de la Organización Mundial de Comercio (OMC).
Ambos procesos, que podrían definir aspectos importantes sobre el desarrollo sustentable en la región, deben arrojar acuerdos tangibles para enero de 2005.
Por lo menos, los gobiernos están haciendo la tarea: en Quito se aprobó un segundo borrador del ALCA, mientras la OMC ajustó la agenda de la reunión ministerial de 2003, en Cancún, México.
Aunque la eliminación de los subsidios agrícolas, una de las principales demandas latinoamericanas, podría estar congelada durante el año próximo, se espera mucho ruido, de ambos bandos.
El Foro Social Mundial, donde confluye la sociedad civil anti- neoliberal, se reunirá entre el 23 y el 28 de enero por tercera vez en Porto Alegre, Brasil.
El encuentro será en otro Brasil, el del recién electo presidente Luiz Inácio Lula da Silva, ferviente opositor a un ALCA que no respete los intereses de la región.
La Unión Mundial para la Naturaleza (IUCN) registró en 2002 la existencia de 11.167 especies amenazadas de extinción, 121 más que en 2000.
El antílope saiga, el camello bactriano silvestre y el lince ibérico fueron catalogados como en peligro crítico y dos especies de cactus fueron declaradas extintas.
El elefante africano tampoco salió bien librado este año. La XII Conferencia de las Partes de la Convención sobre Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES, por su sigla en inglés) autorizó de manera parcial exportaciones de marfil que comprometen el futuro de este mamífero gigante.
En la cita, celebrada en Santiago de Chile del 3 al 15 de noviembre, hubo sin embargo avances sustantivos en la protección de algunas especies, entre ellas las ballenas minke y bryde, los tiburones ballena y peregrino y los caballitos de mar.
Lástima que otras especies marinas tuvieran un destino infeliz: sufrirán por años los estragos de la mancha de diesel del buque petrolero Prestige, que zozobró el 19 de noviembre frente a las costas noroccidentales de España.
En 2002, se cumplieron 10 años de la concesión del Premio Nobel de la Paz a la indígena guatemalteca Rigoberta Menchú, y de la conmemoración de los 500 años de la conquista española de América.
Los líderes de las etnias del continente no tuvieron, sin embargo, mucho que celebrar. En la Cumbre Río+Diez su voz fue mínima y, pese a los intensos esfuerzos de los últimos años, el proyecto de la Declaración de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas sigue archivado.
A inicios de diciembre, Menchú organizó en México la primera Cumbre de Mujeres Indígenas de las Américas.
Queremos que en un futuro no nos miren como si miraran para abajo, sino que nos miren de frente y que nos traten de frente, especialmente las instituciones internacionales financieras, los grupos de poder y los Estados, dijo Menchú al abrir el encuentro.
Sin duda, durante 2003 muchos deberán mirar de frente a los indígenas en Ecuador. En un hecho insólito en la vida política de la región, el movimiento indígena se dispone a ser parte del gobierno en ese país andino, donde el coronel retirado Lucio Gutiérrez asumirá la presidencia el 15 de enero.
Gutiérrez fue electo presidente en noviembre con el apoyo indígena.
*Publicado originalmente el 21 de diciembre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (FIN/Tierramérica/mal/dcl/en/dv/02


