La amenaza de una intervención militar de Estados Unidos en Iraq y la mala situación económica enfriaron en Egipto las festividades de Ramadán, el mes sagrado del Islam que comenzó este miércoles.
Ramadán, el mes 11 del calendario lunar musulmán, es un momento propicio para la contrición y la caridad. La abstención de ingerir comida y bebida, de fumar y de mantener relaciones sexuales entre la salida y la puesta del sol es uno de los cinco pilares del Islam.
Pero Ramadán tiene una faceta festiva en las noches, con comidas abundantes y fiestas prolongadas. Los niños juegan en las calles y encienden fuegos artificiales, y las familias suelen reunirse frente a la televisión para apreciar programas especiales.
Otros pasan la noche en tiendas coloridas donde se ofrecen manjares y espectáculos hasta la salida del sol.
Pero muchos egipcios encuentran poco motivo de celebración cuando el primer ministro de Israel, Ariel Sharon, ordena ataques contra los palestinos y el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, planifica una guerra contra Iraq para derrocar a Saddam Hussein.
Tenemos demasiadas preocupaciones este año, dijo Adel Shatir, un guardia de seguridad. ¿Qué podríamos celebrar? Le rezaré a Dios para que acabe el sufrimiento de los palestinos e iraquíes, dijo Hassán Abdallah, un taxista.
Más de 1.600 personas murieron desde el estallido de la intifada (levantamiento popular palestino contra la ocupación israelí) hace dos años.
Paradójicamente para un mes de ayuno, en Ramadán aumentan las ventas de harina, azúcar y aceite, utilizados para preparar tortas y golosinas. El platillo más tradicional es el yameesh, torta con frutos desecados, nueces y coco.
El año pasado, los 67 millones de habitantes de Egipto consumieron 180.000 toneladas de harina, 200.000 de azúcar y 36.000 de aceite durante el mes, según informes del sector comercial.
Pero este año las familias buscan alternativas, debido a la recesión económica que ya lleva tres años. Umm Ahmed, madre de tres niños, les servirá dátiles desecados en lugar de yameesh, que cuesta 10 veces más. Mis hijos lloran, pero ¿quién puede pagar tanto?, preguntó.
El ayuno diario se rompe con el iftar, la cena tradicional. Quienes pueden, la disfrutan en la calle, donde instalan mesas (mawaid el-rahman) e invitan a los vecinos más pobres, una tradición que lleva varios siglos en Egipto.
Otro egipcio, Hajj Ibrahim, no quiso romper la tradición del mawaid el-rahman, pero en lugar de carne servirá frutas y verduras. El precio de la carne aumentó casi 20 por ciento.
Otros disponen de más dinero y continuarán sirviendo la misma calidad de comida a los vecinos pobres. Todos los precios subieron, pero pagaré la diferencia de mi propio bolsillo. Dios proveerá, dijo el anticuario Mohammed Desouky, quien todos los años instala 24 mesas de mawaid el-rahman.
Egipto vive tiempos difíciles, pero, según afirma indignado Desouky, algunos comerciantes aumentan aun más los precios para aprovechar el aumento de la demanda en Ramadán.
Las organizaciones de comerciantes afirman que el precio de los alimentos aumentó más de 30 por ciento respecto del año pasado. La libra egipcia se depreció ocho por ciento respecto del dólar desde el último Ramadán.
Los precios de los alimentos, en realidad, no están atados al dólar. Muchos importadores aumentaron los precios por codicia, dijo el presidente de la sección de importciones de la Federación de Cámaras Egipcias de Comercio, Moustafá Zaki.
Los comerciantes siempre aumentan los precios en Ramadán, dijo una enojada ama de casa, pero esta vez fracasarán porque nadie tiene dinero. (FIN/IPS/tra-eng/cm/ss/mj/cr if/02