El innovador elenco teatral Teniente Bello, que irrumpió en los años 80, cuando Chile comenzaba a rebelarse contra la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) se presentará en enero, tras 16 años de receso, para estrenar La pieza que falta.
Más perdido que el teniente Bello, uno de los refranes más populares de Chile (aunque incomprensible para los extranjeros), dio nombre a este colectivo que será una de las atracciones del festival popular Teatro a Mil, celebrado cada verano en Santiago y otras ciudades chilenas.
El teniente del ejército chileno Alejandro Bello Silva despegó desde Santiago en un biplano el 9 de marzo de 1914, en su examen de graduación para ingresar a la naciente aviación militar.
Voló hacia el balneario costero de Cartagena, unos 100 kilómetros al oeste de la capital, en un viaje sin retorno. Bello desapareció junto a su aparato, y jamás se lo pudo hallar, pese a una intensa búsqueda, que se prolongó por varias semanas.
La conmoción del hecho fue pronto asimilada por la sabiduría popular, que acuñó la expresión más perdido que el teniente Bello.
El refrán se aplica con intención irónica, para referirse a alguien desorientado, que no logra ponerse en sintonía con conocimientos generalizados o meras deducciones del sentido común.
El caso del teniente Bello inspiró en los años 40 la novela Pachapulei, del periodista Hugo Silva, por entonces director del diario El Mercurio, de la septentrional ciudad de Antofagasta.
En 1998, el periodista Francisco Mouat recordó en el libro El teniente Bello y otras pérdidas, a personajes olvidados por la historiografía oficial chilena.
A partir de los años 50, cuando comenzó a popularizarse el fenómeno de los ovnis (objetos voladores no identificados), no faltaron quienes atribuyeron la desaparición de Bello a un secuestro de extraterrestres.
Cuando Gregory Cohen, poeta y escritor, Roberto Brodsky, periodista y narrador, Francisco Zañartu, escritor, e Igor Rosermann, arquitecto, fundaron su grupo teatral a comienzos de los 80, escogieron el nombre de Teniente Bello.
Quisieron dar cuenta así, según el diario El Mercurio, de su condición de jóvenes intelectuales víctimas de un extravío existencial, pertenecientes a una generación sin rumbo.
El grupo tomó forma cuando el triunfalismo inicial de la dictadura de Pinochet se replegaba por el impacto de la crisis económica que disparó el desempleo a 36 por ciento y dejó momentáneamente sin esperanzas a miles de chilenos, especialmente a los jóvenes.
La crisis, preámbulo de las protestas que en 1988 fructificaron en la derrota de Pinochet en el plebiscito pergeñado para prorrogar su permanencia en el poder por ocho años, alteró también el tipo de teatro que se hacía en Chile.
Los mensajes metafóricos sobre derechos humanos de los años 70, fueron reemplazados por una búsqueda experimental en temas y personajes.
Según la periodista Macarena Garrido, el movimiento teatral chileno de los años 80 fue capaz de plantear una mirada irónica, contestataria y comprometida, a su manera, con una sociedad que aún vivía el horror de las violaciones de derechos humanos cometidas por el régimen militar.
Para Brodsky, el nombre del grupo era una paradoja, porque el teniente Bello era un militar, pero también era un desaparecido.
Nosotros no teníamos nada que perder. Como no éramos actores, no nos preocupaba tanto lo que dijeran de nosotros en términos de actuaciones. Teníamos la irreverencia de la libertad, apuntó Cohen.
El grupo debutó con Lily, yo te quiero. Otras piezas que lograron gran convocatoria fueron Adivina la comedia y Homenaje al surrealismo.
Pero la puesta en escena que tal vez reflejó mejor la estética teatral de aquellos años fue Diálogo entre Napoleón y Bolívar sobre los problemas del poder y la gloria terciando el general Francisco Miranda. El grupo se disolvió en 1986.
Fue idea de la productora teatral Carmen Romero, una de las organizadoras del festival Teatro a Mil, proponer el reencuentro (otra paradoja) de Teniente Bello.
Los integrantes del grupo aceptaron el desafío, que abrió paso al próximo estreno de La pieza que falta, escrita por Brodsky y Cohen.
Los personajes son un Oidor que oye pero no puede reproducir lo que escucha, un Escribidor que no puede trabajar porque el Oidor no le da información, un Huaso (campesino chileno) punk que quiere ordenar a ambos sin conseguirlo, porque falta la Falla, cuarto y último personaje, que desnuda los problemas de los otros tres. (FIN/IPS/ggr/dcl/cr/02