AMBIENTE: Se extingue un animal jurásico

La tortuga baula (Dermochelys coriacea), que ha permanecido en el planeta durante 110 millones de años, se está extinguiendo por la acción humana, reveló un estudio de científicos de Estados Unidos al que Tierramérica tuvo acceso.

La investigación de las universidades estadounidenses de Indiana y Drexel prueba que subsisten muy pocos ejemplares de esta especie que convivió con el mamut y el tiranosaurio y sobrevivió a catástrofes planetarias como las glaciaciones.

En 1988, 1.362 tortugas desovaron en la costarricense playa Grande, el principal punto de anidación del océano Pacífico occidental. Sólo trece años más tarde, en 2001, acudieron a desovar apenas 69 ejemplares.

Los científicos han identificado cuatro amenazas: el saqueo de los huevos, el turismo, la contaminación y la pesca industrial.

”No tenemos derecho a perder un animal que convivió con los dinosaurios”, dijo a Tierramérica James Spotila, director del Centro para la Biodiversidad y Conservación de la Universidad de Drexel.

Spotila dirige un grupo de biólogos que estudia desde hace 12 años a estas tortugas de color negro con manchas blancas, las únicas que no tienen caparazón sino una cubierta de cuero duro y que, con un peso de 600 kilogramos y un largo de 2,5 metros, son los reptiles más grandes del planeta.

Los investigadores viajan cada año al pequeño oasis natural de Playa Grande.

Allí observan a los ejemplares y, mediante una inyección, incorporan a su torrente sanguíneo un microchip inocuo, del tamaño de un grano de arroz, que les permite monitorear a las tortugas mientras navegan miles de kilómetros por año.

La especie puede hallarse desde las costas de Alaska hasta el sur de Africa.

”Cada año hay una disminución de 25 por ciento del número de tortugas que se reproducen”, comentó a Tierramérica el biólogo Frank Paladino, de la Universidad de Indiana.

Spotila y Paladino han unido fuerzas con investigadores locales y ecologistas para lanzar una campaña internacional de rescate de la especie.

A través de la fundación The Leatherback Trust, han recaudado 300 mil dólares en donaciones procedentes de Estados Unidos y Europa.

El propósito es reunir de tres a cinco millones de dólares para adquirir una parte del territorio de Playa Grande —una faja de 1,7 kilómetros de largo sobre la costa— y donarlo al Estado de Costa Rica para que éste lo administre como un parque nacional.

”El mundo debe entender que no todas las playas pueden ser explotadas para el turismo, hay zonas que deben mantenerse silvestres”, explicó a Tierramérica Mario Boza, miembro de la Wildlife Conservation Society (WCS).

Boza, uno de los científicos costarricenses que colabora en la campaña, sostuvo que la baula está amenazada por un proyecto privado para construir condominios en Playa Grande.

Aunque el proyecto fue congelado por el Estado, algunos activistas denunciaron la quema de árboles para proseguir con una eventual etapa de construcción.

A la causa se unió también el no gubernamental Proyecto de Restauración de las Tortugas Marinas (Pretoma).

El presidente de Pretoma, el biólogo Randall Arauz dijo a Tierramérica: ”Si logramos salvar a la tortuga baula, muchas otras especies se salvarán”.

*Publicado originalmente el 2 de noviembre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (FIN/Tierramérica/nms/dcl/en/02

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