Países y territorios lusófonos de Africa y de Asia aceptan de buen grado la invasión televisiva portuguesa en los hogares de miles de familias, en gran medida porque el menú incluye los irresistibles platos brasileños.
Pese a su discreta dimensión económica, Portugal se ha empeñado en enviar emisiones de la Radio Televisión Portuguesa (RTP) a Angola, Cabo Verde, Guinea-Bissau, Mozambique y Santo Tomé- Principe, al asiático Timor Oriental, y a las reliquias étnicas lusófonas de Goa, Diú y Damao (en India), Malaca (en Malasia), y Macao (en China).
La pérdida de audiencia a favor de los canales privados, los costos de la señal satelital dirigida a Africa, Asia, Europa y América, y los de RTP-Africa —que cuenta con corresponsales africanos y oficinas en Bissau, Cidade da Praia, Luanda, Maputo y Santo Tomé— provocaron a la RTP un déficit de 1.000 millones de dólares en 10 años.
Este año, las pérdidas estimadas serán de 100 millones de dólares. Los canales nacionales e internacionales de la televisión pública cuestan al Estado portugués 274.000 dólares por día.
Los defensores del servicio estiman que el país está moralmente obligado a mantener el gasto, destinado a elevar el nivel educativo de los pueblos lusófonos y a promover el intercambio horizontal de información entre países que colonizó en el pasado.
Pero los detractores de este intercambio estiman que lo que la RTP ofrece es una auténtica basura televisiva, que en nada ayuda a esos países.
A través de las emisiones internacionales portuguesas Brasil ingresa a los países lusoafricanos con sus telenovelas, una parte sustancial de la programación de la RTP, de gran éxito también en Portugal.
La suspensión de una reunión del consejo de ministros o de otro importante encuentro porque coinciden con el desenlace de una telenovela brasileña podrá parecer inconcebible. Pero es real en Portugal, en Africa y en Timor Oriental.
El futbol portugués y las telenovelas brasileñas invaden los horarios centrales de la televisión de las naciones lusófonas, llegando inclusive a determinar comportamientos culturales de sus habitantes.
En las últimas tres décadas, el conocimiento sobre Brasil en las demás naciones lusofonas, no se basó en su influencia política o económica, sino en telenovelas como Gabriela , El Rey del Ganado, Pantanal y Xica da Silva.
La influencia brasileña adquirió tal dimensión que hasta el lenguaje cambió. El idioma común adquirió términos del portugués que se habla en Brasil.
El olá (hola) pasó en muchos casos a ser el oí brasileño y el adeus(adiós) se convirtió en el carioca tchau.
Los nombres de los personajes más populares de las telenovelas se imponen: Dercio, Carina, Edilson, Jaunice o Tatiana se repiten en las partidas de nacimiento del mundo lusófono.
A través de la televisión, Brasil abrió la puerta a una indolora invasión, invirtiendo los papeles de casi cuatro siglos de dominio portugués, y auxiliado por la RTP.
Pero la calidad de la oferta de la RTP está cuestionada.
Según el investigador de comunicación y profesor de periodismo Mario Mesquita, el formato televisivo actual es mediocre a tal grado, que incluso los interminables noticieros, de más de una hora, adoptaron la línea de telenovelas, espectáculos, juegos y concursos.
Mesquita opina que esgrimiendo el argumento de las estrategias para enfrentar la competencia, en la RTP proliferan las noticias que juegan con las emociones de la gente humilde, dejando de lado el periodismo informativo y la divulgación de conocimientos.
Todo esto se justifica porque ahora el pueblo tiene voz propia en la televisión, añadió Mesquita.
En materia de TV, todo está en venta. Los valores se exhiben, se venden, son mercadería mediática, es la triunfante afirmación del mercado de la audiencia y la negación del contrato ético con la sociedad, sostuvo Augusto Manuel de Seabra, uno de los más destacados analistas de comunicación.
Estos y otros críticos de la programación televisiva se preguntan si es éste el papel adecuado a la antigua métropli.
Por otra parte, el uso de la lengua difundida por la televisión entre 220 millones de personas de habla portuguesa, aparece como factor fundamental de discordia entre brasileños y portugueses.
Los puristas portugueses critican con ardor a los informales brasileños. Pero, contra todo pronóstico, la mejor defensa de los sudamericanos la ejerce la conservadora Facultad de Letras de la Universidad de Lisboa.
Según la catedrática María Helena Mateus, nuestro intolerante modo de hablar sufrió pocas actualizaciones y reanimaciones del portugués arcaico. Los brasileños en cambio, abren las vocales, valorizan el cuerpo de las palabras y en el plano fonético mantienen la pureza de la lengua.
La introducción de nuevas palabras y expresiones brasileñas no es perjudicial, sino que corresponde a una natural evolución idiomática, opinó Mateus.
La popularidad de las telenovelas brasileñas en los países de habla portuguesa se debe en gran medida a que en estas ficciones televisivas, los pobres son tratados como dignos, laboriosos y sufridos, mientras los ricos como canallas y los políticos como corruptos, apuntó la psicóloga María do Rosario Días.
En la población mayoritariamente pobre del mundo lusófono, los más postergados se consuelan al ver una telenovela donde los ricos están siempre rodeados de problemas y deslealtades. Piensan con regocijo: soy pobre, pero al menos mi mujer no me traiciona, concluyó la psicóloga. (FIN/IPS/mdq/dcl/ic/cr/02